Resumen del libro:
La buena tierra narra la historia de tres generaciones de una familia de campesinos en la China precomunista. El magistral retrato del orden agrario tradicional y de las rígidas estructuras sociales de la China imperial convive con una pintura hermosa, y a la vez profunda, del alma oriental, del estoicismo de los campesinos frente a la miseria y el hambre y de su vínculo primordial con la tierra, aquella tierra de la que sacaban su sustento, de la que estaba construido su hogar y sus dioses.
I
Era el día de las bodas de Wang Lung. Por el momento, al abrir los ojos en la sombra de las cortinas que rodeaban su cama, no acertaba a explicarse por qué razón aquel amanecer le parecía distinto de los otros. La casa permanecía silenciosa. Únicamente turbaba su quietud la tos del padre anciano, cuya habitación estaba frente por frente de la de Wang Lung, al otro lado del cuarto central. La tos del viejo era el primer ruido que se oía en la casa cada mañana. Generalmente, Wang Lung la escuchaba acostado en la cama y así permanecía hasta que la tos iba acercándose y la puerta del cuarto de su padre giraba sobre los goznes de madera. Pero esta mañana no se entretuvo esperando. Dio un salto y apartó las cortinas del lecho.
Aurora sombría y bermeja. A través de un agujero cuadrado, que hacía las veces de ventana, y en el que tremolaba un papel en jirones, se entreveía una parcela de cielo broncíneo. Wang Lung se acercó al agujero y arrancó el papel.
—Es primavera, y no necesito esto —murmuró.
Le daba vergüenza expresar en alta voz su deseo de que la casa estuviera hoy arreglada y limpia.
El agujero permitía apenas el paso de la mano, que sacó por él para sentir el contacto del aire. Un viento leve soplaba blandamente del Este, un viento suave y murmurante, grávido de lluvia. Era un buen augurio. Los campos necesitaban lluvia para fructificar, y aunque no la hubiera hoy, la habría dentro de unos días si aquel viento continuaba. Bien, bien… Ayer le había dicho su padre que si este sol bronceado y refulgente persistía, el trigo no iba a cuajar en la espiga. Y ahora era como si el cielo hubiese escogido este día precisamente para derramar sus bendiciones. La tierra daría fruto.
Se apresuró a entrar en el cuarto central poniéndose los pantalones mientras andaba, y atándose alrededor de la cintura su cinturón azul de tela de algodón. De la cintura arriba quedóse desnudo mientras calentaba el agua para bañarse.
Dirigióse a la cocina, que era un cobertizo apoyado contra la casa. Emergiendo de la sombra, un buey, que se hallaba en el rincón junto a la puerta, volvió la cabeza, y al ver a su amo comenzó a mugir profundamente.
La cocina de Wang Lung, como la casa, estaba construida de ladrillos de tierra, grandes cuadriláteros de tierra de sus propios campos, y techada con paja de su propio trigo. De la misma tierra, el padre había construido el horno en su juventud, un horno que ahora estaba tostado y negro por los muchos años de uso. Sobre el horno posábase un caldero de hierro, redondo y profundo.
…