Resumen del libro:
“Historias de amor y de odio” de Adrian Conan Doyle es un conjunto de relatos fascinantes que captura la esencia de la aventura en su forma más pura. Este volumen, compuesto por diez relatos, lleva al lector a escenarios naturales remotos y exuberantes, donde la naturaleza se convierte en un personaje más, cargado de misterio y peligro. Desde selvas sombrías hasta las profundidades del océano, cada relato sumerge al lector en un mundo desconocido y hostil, donde las fuerzas de la naturaleza y la humanidad se enfrentan en un duelo eterno.
Adrian Conan Doyle, hijo del célebre Arthur Conan Doyle, heredó de su padre no solo el talento narrativo, sino también una pasión por los relatos que exploran los rincones más oscuros y emocionantes del alma humana. En “Historias de amor y de odio”, Adrian no solo sigue los pasos de su padre, sino que también imprime su propio sello, presentando una narrativa que combina el suspenso y la acción con una exploración profunda de las emociones humanas.
Los relatos presentan una variedad de personajes y criaturas improbables, desde anguilas voraces hasta nativos y expedicionarios cuya brutalidad y ansias insaciables los empujan al borde de la locura. Los conflictos entre los personajes no son solo físicos, sino también morales, donde el odio y el amor se entrelazan en una danza peligrosa. Los asesinatos y rituales descritos en estas páginas no son meros actos de violencia, sino manifestaciones de la lucha interna de los personajes, reflejos de sus más profundos miedos y deseos.
Cada relato es una pequeña joya de la narrativa de aventuras, que desafía al lector a adentrarse en territorios inexplorados, tanto geográficos como emocionales. La prosa de Adrian Conan Doyle es ágil y evocadora, capaz de transportar al lector a los rincones más inhóspitos del mundo y a las profundidades más oscuras del corazón humano. Las historias que componen este volumen son un tributo a la aventura en su sentido más amplio, donde el riesgo, la pasión y el enfrentamiento con lo desconocido son los verdaderos protagonistas.
“Historias de amor y de odio” es una obra que no solo entretiene, sino que también invita a la reflexión sobre la naturaleza humana, el poder destructivo del odio y la redención que puede encontrarse en el amor, incluso en los lugares más inesperados. Una lectura imprescindible para los amantes de la aventura y del buen relato, donde cada historia es una puerta a un mundo nuevo, lleno de peligros y maravillas.
A la memoria de mi hermano Denis
deportista y shikari, dedico este libro.
INTRODUCCIÓN
Adrián Conan Doyle es el menor de los hijos del célebre novelista sir Arthur Conan Doyle, creador del fabuloso detective Sherlock Holmes. Su vida ha sido un continuo viajar por los parajes más remotos e ignorados del globo, y su obra literaria trasciende esa inquietud andariega. Entusiasta zoólogo, A. Conan Doyle trajo a Europa, fruto de sus exploraciones por el Camerún, los primeros ejemplares vivos de ese raro animal denominado rana peluda. En 1952 trazó el mapa y exploró las ruinas del misterioso palacio de la isla de Songa Manara, escribiendo luego lo que es, probablemente, la primera descripción que se ha publicado de dicho lugar. Ha regresado recientemente de una expedición al golfo de Tadjura, donde a bordo de un dhow árabe se dedicó a la pesca de alecrines.
Deportista destacado, practicó el automovilismo hasta 1938, año en que contrajo matrimonio. Ostenta varias marcas. Otros de sus deportes favoritos son la caza mayor, la pesca y el tiro al blanco.
La obra literaria de A. Conan Doyle no es muy extensa. Es autor de Heavens Has Claws, que trata de una expedición al océano Indico para explorar las inhóspitas islas coralinas del canal de la Mafia y de los mares de Zanzíbar. Asimismo es autor, en colaboración con John Dickson Carr, del volumen titulado The Exploits of Sherlock Holmes, doce relatos inéditos protagonizados por el célebre personaje, cuyos argumentos se basan en otros tantos casos mencionados por el doctor Watson, aunque jamás recogidos literariamente por el famoso doctor.
En la presente obra, que hoy ofrecemos a los lectores de habla española, A. Conan Doyle, haciendo gala de una gran flexibilidad de estilos y temas, ha creado una variedad de mundos en los cuales los más diversos tipos se mueven frenéticamente enfrentando su valor o su villanía contra el sórdido destino impuesto por un peligroso modo de vivir.
La mujer que mató
Era Veuve Clicquot del 1913, un vino real verdaderamente maravilloso.
—A nuestra anfitriona —murmuré—. A la mujer más hermosa de Londres.
—La última vez que la vi —dijo el hombre del ojo de cristal—, lady Westford acababa de matar a su marido de una cuchillada.
La observación me pareció de mal gusto, de manera que mantuve mi reserva mientras contemplaba las doradas burbujas.
—Claro está que no lo habría mencionado —prosiguió el hombre— de no haber escrito usted ese artículo justificando el asesinato.
—Desde el punto de vista de ciertas circunstancias —repuse fríamente.
—Sí, pero ¿quién habrá de determinarlas? —Se pasó su pecosa y fea mano por el rostro. Jamás me han agradado los hombres bajos, rubicundos y pelirrojos, y me pregunté qué demontre estaba haciendo precisamente él en Westford House la noche del baile.
Por desgracia estábamos solos en la biblioteca, pero yo podía oír los acordes de la orquesta que me habían llevado a refugiarme allí. Incluso la compañía de este hombre era preferible a mi compromiso de bailar el último vals con aquella odiosa señora Bellingham. Recuérdenme hablarles algún día de esa dama.
—Hace ahora tres años de ello, y me aliviaría poder comentarlo con alguien —continuó el hombre del ojo de cristal-. Después me sentiría más sosegado, ¿comprende? Y le advierto que no la censuro.
Miré mi reloj ostensiblemente. Pero podía haberme evitado esa molestia. Los hombres rubicundos son siempre invulnerables.
—No se preocupe de la hora —dijp él—, pues de aquí no se marcha usted hasta haberme oído. ¿Estuvo alguna vez en Borneo del Norte?
—Ciertamente no.
—¡Ah!
Me eché atrás mientras él tragaba el champaña ruidosamente, como un perro bebiendo agua.
—Es un país extraño —dijo secándose los labios—, un mal país donde abundan los cazadores de cabezas, las sanguijuelas y los diamantes. Cosas malas.
Difícilmente clasificaría yo los diamantes entre las…
—La peor de todas. Las otras todavía tienen alguna excusa; los diamantes, ninguna.
Yo me he preciado siempre de saber enfrentarme con lo inevitable, de modo que acerqué un poco mi silla a la de él.
—Hable. —Dije.
Y he aquí lo que me contó aquel hombre la noche del baile de lady Westford.
…