Resumen del libro:
Bernal Díaz del Castillo, soldado y cronista, nos dejó con su Historia verdadera de la conquista de la Nueva España un testimonio único sobre la conquista de México. Su relato no es el de un historiador distante ni el de un noble que observa desde lejos, sino el de un testigo directo que participó en cada batalla, que sufrió hambre, enfermedades y el peligro constante de la guerra. Escrito con la voz de quien vivió los hechos, su texto es una narración vibrante y llena de detalles que reflejan no solo el heroísmo y la ambición de los conquistadores, sino también la crudeza y brutalidad de aquella empresa.
Lejos de la visión oficial que construyeron otros cronistas, la obra de Bernal Díaz es una versión espontánea, llena de anécdotas personales y de un tono cercano que nos sumerge en la conquista como si la estuviéramos viviendo. La figura de Hernán Cortés, a quien admira pero no idealiza, se despliega con matices, mostrando su astucia política y su capacidad de liderazgo, pero también sus traiciones y la dureza con la que impuso su autoridad.
Lo más fascinante de este libro es su inmediatez. No es un relato embellecido ni una crónica de escritorio; es la memoria de un soldado que quiso dejar constancia de su verdad frente a las versiones oficiales. Bernal nos muestra la fragilidad de los conquistadores, su sorpresa ante la grandeza de Tenochtitlan, la complejidad de los pueblos indígenas y las alianzas que hicieron posible la caída del imperio mexica.
Escrito a lo largo de treinta años y corregido con paciencia, este relato ha trascendido el tiempo y se ha convertido en una fuente indispensable para entender el choque de dos mundos. La frescura de su estilo y la intensidad de su narración explican por qué sigue siendo una de las obras más leídas y traducidas sobre la conquista de América. A diferencia de otras crónicas más retóricas o propagandísticas, aquí encontramos el pulso de la historia contada por quienes la vivieron, con toda su grandeza y toda su tragedia.
Prólogo
Para apreciar las excelencias de esta crónica, no es menester acudir al recurso de los adjetivos. Bastan los dos sustantivos que expresaban el anhelo de Goethe en sus realizaciones: Verdad y Belleza.
Díaz del Castillo es el cronista esclavizado a la fidelidad, porque no sólo se propone decir con toda honradez lo que sabe, sino porque su genio literario, adueñándose de la pluma del escritor, le constriñe a seguir sin desviaciones la corriente del recuerda, nítidamente conservado. «Muchas veces, agora que soy viejo —escribe—, me paro a considerar las cosas heroicas que en aquel tiempo pasaron, que me parece las veo presentes». El evocador se abandona a su mundo de imágenes y en todo lo, que va refiriendo no hay una sola vacilación, una calculada reticencia, un dato engañoso. El hombre proba se siente reforzado por el artista que no admite traiciones a la verdad, porque esa verdad se identifica con el propósito literario, o, para hablar más exactamente, va unida al impulso literario de troquelar los hechos.
Hay artistas del fingimiento que no saben llegar a las cumbres de la perfección estética sin falsear las realidades para adaptarlas a un modelo ideal, Independientemente de los intereses que como hombres les obligan a mentir, el demonio interno de la Belleza reclama su parte de disfraz de los hechos para ennoblecer el relata. Pero hay también artistas de la ingenuidad, que, teniendo una potencia imaginativa suficiente para novelar sus recuerdos, sienten con tanta intensidad y en tal plenitud los hechos realizados o presenciados por ellos, que no conciben una mínima alteración, sin creer que esa alteración deforma en vez de embellecer lo pasado. Bernal Díaz del Castillo vive persuadido de que sus infortunios y sus trabajos, sus desencantos y sus glorias no pudieron haber sido otra casa de lo que fueron. Orgulloso de haber figurado entre los descubridores, después entre los conquistadores y, por último, entre los pobladores de la Nueva España, no cambiaría su relación, sin creer que rebajaba la epopeya hasta hacerla objeto de una vulgar maniobra.
…