La sonrisa vertical
Historia de O
Resumen del libro: "Historia de O" de Pauline Réage
“La Historia de O” de Pauline Réage emerge como un punto de inflexión en el panorama literario del siglo pasado, encapsulando y cristalizando un complejo tejido de emociones y sensibilidades que anteriormente habían vagado sin forma concreta en la corriente temporal. Publicada en 1954 por el editor francés Jean-Jacques Pauvert, esta obra irrumpió como un artefacto provocativo en la sociedad puritana de la posguerra, generando tanto escándalo como desconcierto. No obstante, lo que Pauline Réage, una autora femenina, presentó con una belleza cruda y desgarradora en “Historia de O” resonó sorprendentemente con lo que una amplia audiencia, compuesta por hombres y mujeres, había sentido en su interior pero no se habían atrevido a expresar en forma de deseo consciente.
Este influyente texto literario narra la historia de una joven llamada O, quien, motivada por un amor apasionado y sumergida en un entorno de profunda exploración erótica, se somete voluntariamente a una serie de experiencias y actos extremos de sometimiento y dominación. A medida que la trama se desarrolla, O se encuentra inmersa en un viaje intrincado y complejo de autodescubrimiento a través de la entrega total a las voluntades y deseos de sus amantes. La narrativa desafía las normas sociales y morales convencionales al abordar abiertamente temas de sadomasoquismo, sumisión y control en una trama íntima y visceral.
En una época en la que las restricciones y la represión sexual seguían siendo moneda corriente, “Historia de O” no solo desafió los límites de la expresión literaria, sino que también cuestionó los límites de la autonomía personal y la identidad sexual. A través de una prosa hábil y provocativa, Réage ahondó en las complejidades de la psicología humana y arrojó luz sobre las zonas de sombra que subyacen en los deseos más profundos de los individuos.
Este libro no solo sobresale como una exploración audaz de la sexualidad y el poder, sino también como un reflejo vívido de las tensiones latentes entre los anhelos internos y las restricciones impuestas por la sociedad. La representación de O como una protagonista que se somete voluntariamente, pero con una voluntad férrea, desafía las nociones tradicionales de sumisión y control, al tiempo que pone de manifiesto la complejidad de la agencia y el consentimiento en un contexto erótico.
A pesar de su impacto inicialmente controvertido, “Historia de O” ha dejado una marca duradera en la literatura y la cultura, contribuyendo a la apertura de diálogos sobre la sexualidad, la liberación personal y los límites de la expresión artística. Su capacidad para capturar la tensión entre lo íntimo y lo público, lo deseado y lo prohibido, ha hecho que esta obra perdure como un hito en la exploración literaria de la naturaleza humana en su forma más cruda y vulnerable.
Una revuelta en Bardados
Una singular revuelta ensangrentó, en el curso del año de 1838, la pacífica isla de Barbados. Unos doscientos negros, hombres y mujeres que recientemente habían sido manumitidos por las Ordenanzas de marzo, fueron a pedir una mañana a su antiguo amo, un tal Glenelg, que volviera a tomarlos como esclavos. Se dio lectura al pliego de reclamaciones, redactado por un pastor anabaptista que llevaban con ellos. Pero Glenelg, bien por timidez, por escrúpulo o, simplemente, por temor a la ley, no se dejó convencer. En vista de lo cual, fue en un principio suavemente zarandeado y después asesinado con toda su familia por los negros, quienes aquella misma noche volvieron a sus chozas, dedicándose a sus charlas, sus trabajos y sus ritos habituales. El caso pudo taparse rápidamente gracias a los desvelos del gobernador Mac Gregor y la liberación siguió su curso. El pliego de reclamaciones no pudo ser hallado.
A veces, pienso en el pliego aquel. Probablemente, junto a reclamaciones justas, relativas a la organización de los talleres, a la sustitución del látigo por la celda y a la prohibición de ponerse enfermos que se hacía a los «aprendices» —así se llamaba a los nuevos trabajadores libres—, debía de contener, por lo menos, el esbozo de una apología de la esclavitud. Por ejemplo, la observación de que las únicas libertades a las que somos sensibles son aquellas que someten a otros a una servidumbre equivalente. No existe un hombre que se alegre de respirar libremente. Pero, por ejemplo, si yo consigo poder tocar el banjo hasta las dos de la madrugada, mi vecino pierde la libertad de no oírme tocar el banjo hasta las dos de la madrugada. Si yo consigo vivir sin trabajar, otro tendrá que trabajar por dos. Y ya se sabe que, en el mundo, una pasión incondicional por la libertad, pronto acarrea forzosamente conflictos y guerras no menos incondicionales. Añádase a ello que, debido a los efectos de la dialéctica, el esclavo está destinado a convertirse en amo a su vez, sería un error querer precipitar las leyes de la Naturaleza. Añádase, también, que no deja de tener su grandeza y su alegría eso de abandonarse a la voluntad ajena (como hacen los enamorados y los místicos) y verse, ¡al fin!, libre de placeres, intereses y complejos personales. En suma, que hoy aquel pliego sería considerado más peligroso que hace ciento veinte años.
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Dominique Aury. Tímida intelectual y escritora francesa cuyo nombre real era Anne Desclos, autora de Histoire d’O (Historia de O) bajo el seudónimo de Pauline Réage, la novela erótica prohibida durante años que marcó la década de los 60. Falleció a los 90 años el 30 de abril de 1998. Eminente figura de la literatura francesa, fue traductora, crítica de cine y editora, siendo la única mujer que se sentó en el comité de evaluación de la editora Gallimard, además de miembro de la Légion d’Honneur. El Gobierno de Francia anunció recientemente que será incluida en una lista de orgullos nacionales.
Dominique Aury, acostada en su cama con un lápiz y su cuaderno de colegio, no pensaba en publicar sus escritos. Escribió como un desafío, una empresa que emprendía para conquistar más a su amante, Jean Paulhan, al que conoció durante la ocupación alemana, cuando ella distribuía una revista llamada Lettres Françaises. Pese a ello, su obra marcó el nacimiento de una nueva subcultura: la del BDSM. Durante largas épocas de su vida, fue una activa militante a favor de la bisexualidad femenina.