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Hiperbórea, y otros mundos perdidos

Hiperbórea, y otros mundos perdidos, relatos de Clark Ashton Smith

Hiperbórea, y otros mundos perdidos, relatos de Clark Ashton Smith

Resumen del libro:

Muchos de estos relatos se desarrollan en mundos perdidos, escenarios fantásticos situados en un lejano futuro o en un remotísimo pasado, en la tierra o en otros planetas; son cuentos teñidos de exotismo, ironía y crueldad, que rivalizan en su propio e inconfundible estilo con las odiseas bárbaras de Howard y los horrores cósmicos de Lovecraft. Este volumen reúne las diez historias dedicadas por Smith al mundo perdido de Hiperbórea: una civilización prehistórica, anterior a la última glaciación, un universo crepuscular condenado a desaparecer bajo la nieve y el hielo.

FLORES EXTRAÑAS

HIPERBÓREA Y LAS FANTASÍAS DECADENTES
DE CLARK ASHTON SMITH

¿Consiste la llamada exploración del alma en los deslumbradores efectos de la sinestesia, o del gran vuelo a la soledad, o de la identificación con la élite, o de la consolación en el alcohol y en las drogas? ¿O bien las imágenes de muerte y devastación de la crueldad del tiempo y la caducidad humana trascienden la preocupación narcisista y logran una representación de la condición del hombre? Los mejores simbolistas alcanzaron esta finalidad.

Anna Balakian, El movimiento Simbolista.

I

En 1931, el célebre crítico literario estadounidense Edmund Wilson publicó el que quizá sea su más conocido ensayo, El Castillo de Axel, un análisis de los autores y obras de las corrientes modernas —los anglosajones dicen «modernistas», pero trataremos de evitar este término, dado que se presta a confusión con el del Modernismo español e hispanoamericano— de la literatura, que refiere su genealogía y la de su ruptura con la tradición directamente ala semilla introducida por el movimiento Simbolista francés, representado fundamentalmente en la literatura por la cadena poética formada por Baudelaire, Verlaine, Rimbaud y Mallarmé. Así, Wilson aborda las obras de Yeats, Valéry, T. S. Eliot, Proust, Joyce y Gertrude Stein como herederas directas de las innovaciones técnicas y los motivos filosóficos propios de los simbolistas del fin de siècle, en mi opinión, con motivos bien fundados. De hecho, se trata de algo hasta cierto punto obvio en el caso de Yeats o Valéry, que pertenecieron a la corriente simbolista voluntariamente durante buena parte de su obra, e incluso en el de Proust, imbuido del ennui y el espíritu decadente característico de buena parte del simbolismo inmediatamente precedente.

¡Pero cómo se habría enfurecido Wilson si leyera estas breves páginas! Poco amigo de la literatura popular, ácido crítico y maltratador de la novela policíaca, de Lovecraft y Tolkien, muy posiblemente el autor de El Castillo de Axel habría considerado paparruchas estas líneas, ya que su propósito principal es reivindicar a Clark Ashton Smith, poeta, pero, sobre todo, autor de relatos de horror y fantasía oscura, como uno de los más evidentes y destacados epígonos del Simbolismo —en cierto modo, junto también a Lovecraft y hasta a Robert E. Howard, aunque de forma más profunda, voluntaria y manifiesta que en el caso de estos—. Una extraña flor entre la pulp fiction de la era dorada de Weird Tales, que a pesar de su peculiar singularidad, es también ejemplo de cómo las grandes corrientes estéticas y artísticas de lo antaño conocido y reconocido como Alta Cultura, se introducen, funden y confunden inextricablemente con las de la Baja Cultura o cultura popular y de masas, alimentándose mutuamente en un proceso a menudo enriquecedor, aunque también a veces, a qué negarlo, peligroso para ambas.

Sobre el autor:

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