GOG

Resumen del libro: "GOG" de

Con la excusa de las andanzas de un excéntrico y escéptico millonario, un tal Goggins apocopado en Gog, nombre de resonancias bíblicas y apocalípticas (tal como muestra Papini en el arranque de la obra, sin citar, pero conociéndolo de sobra, el Libro de Ezequiel 38:3, el precisamente titulado “Profecía contra Gog”: «Así ha dicho Jehová el Señor: He aquí, yo estoy contra ti, oh Gog, príncipe soberano de Mesec y Tubal»), que le ha entregado al autor un legajo de papeles, una especie de diario de encuentros con toda clase de personajes, algunos de ellos personalidades cuyas vidas han modificado la Historia (Henry Ford, Gandhi, Lenin, Herbert George Wells, Thomas Alva Edison, Sigmund Freud, Albert Einstein, Ramón Gómez de la Serna, George Bernard Shaw, Knut Hamsun…), Papini da un repaso demoledor y cáustico a la civilización humana, a sus supuestos logros, a sus múltiples sombras.

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PREFACIO DEL TRADUCTOR A LA PRIMERA EDICIÓN

GIOVANNI PAPINI, cuya última y discutidísima obra ofrecemos hoy a los lectores de habla española, es suficientemente conocido de nuestro público culto para que creamos necesario escribir su semblanza literaria en el pórtico de este volumen. Creemos, sin embargo, oportuno hacer algunas consideraciones sobre la obra que acabamos de traducir en lo que se relaciona con lo anterior producción del celebradísimo autor de la “Historia de Cristo”.

Giovanni Papini ha descrito una trayectoria mordente, apasionante y tumultuosa en el mundo de las ideas y de los sentimientos. Hace años, al comenzar su vida literaria, escribió con orgullo, como síntesis de su pensamiento, la melancólica vida de un hombre que quiso convertirse en dios; siguió todos los caminos del absurdo, sintió la necesidad de despojarse de toda preocupación tradicional y conseguir el ateísmo integral y perfecto.

Después de este libro ateo siguieron seis años de trabajo y de devastación; seis años debatiéndose entre el sentido moral de lo varonil y de la debilidad, entre la piedra y la miel, entre el genio y el ingenio, entre Dante y Petrarca; duelo sin condiciones, terrible, saturado del desprecio contra las cosas entronizadas, salpicando las ideas con sangre y barro. Después de seis años, este mismo escritor fulminante y envenenado, vencido en su lucha contra Dios y contra la Nada, de pronto, dominado por una fuerza superior a él, porque no nacía de la lógica ni de la estética, sino del sentimiento, concibió la obra apasionante, viva, llena de fe: La Historia de Cristo. Retorno a la claridad, expiación de la culpa, explosión de amor hacia Jesús, al que había odiado con un odio que no era tal vez más que un amor imperfecto, un amor inconsciente, un arrebato del alma que ardía luminosa, llena de rencor porque no había adivinado aún el secreto maravilloso que llevaba dentro y que le había conducido, sin darse cuenta, hasta el pie de la Montaña del Evangelio.

Y ahora, diez años después de la Historia de Cristo: la Historia de Gog, personaje extraño y punzante, imagen del hombre primitivo y bestial, del hombre que no tiene en su corazón la más pequeña fibra de cristiano. Pero Gog, esta vez, no es Papini; es lo que está enfrente de él, lo que él abandonó para seguir a Cristo y que ve alzarse de nuevo ante su camino, no como una amenaza contra su íntima fe, sino como una amenaza contra toda la humanidad.

Papini no conoce el término medio. Ha adoptado siempre una postura radical para combatir y para crear; se ha dado a sí mismo y a los otros la ilusión de una audacia intelectual sin confines, punzando con su lengua de víbora todas las cosas de este mundo y del otro. Tiene el mismo orgullo exasperado en su pasado de descreído y ateo que en su presente de fe profunda. Pero escondidas bajo el aspecto de su virilidad salvaje se hallan las lágrimas sentimentales, rocío del paisaje árido del espíritu hecho de rocas firmes, de soles absurdos y de paradojas llenas de vigor.

Todo el espíritu de combate de Papini se concentra en Gog, personaje temible, caricatura del Anticristo. Bajo la piel de Gog se halla escondida el alma del diablo, el esqueleto del antropoide, el sentido cruel de lo primitivo que se ha sedimentado en el fondo de la civilización. Gog es el alcaloide de la mala esencia humana que aparece, en la ficción del artista, solitaria y vagando sin objeto al margen de la humanidad. La lectura de este libro causa de pronto desconcierto, parece que en él el viejo Papini resucita, vuelve a gritar, vuelve a separarse de Cristo; luego nos damos cuenta de que Gog no es Papini, como Raskolnikov no es Dostoiesvski. Pero es indudablemente una obra cínica, una obra de dolor, en la que con sorpresa vemos que personajes no imaginados, vivientes y luminosos en la actual civilización ─Einstein, Edison, Bernard Shaw, etcétera─  mienten en sus coloquios fingidos, pero en sus mentiras palpitan y se estremecen violentas y desconsoladoras verdades.

¿Qué queda después de todo lo que ha pisoteado Gog? Queda sólo la naturaleza pura y serena, el hombre sencillo y humilde que come el pan del trabajo y bebe el agua de la fuente que mana tranquila en un rincón de un valle apartado de toda ciudad. La parábola de Gog es, en cierto modo y en ese sentido, la parábola del mismo Papini. Es la tragedia del hombre interior que ha vivido constantemente oculto en el fondo de la caverna de su pensamiento orgulloso, hasta que se ha decidido a asomarse a la naturaleza y contemplar, con ojos deslumbrados, el Sol.

Gog tiene el valor de decir mucho más de lo que en realidad dice y de sugerir situaciones muchomás hondas y más acercadas a la realidad que las paradojas que provoca. Por eso, bajo su aparente frialdad, vive en sus páginas una reconcentrada pasión y tiembla en ellas una emoción profunda.

El lector español encontrará en este libro dos capítulos de un particular interés por lo que a España se refiere, que por su valor intrínseco creemos oportuno señalar.

Uno de ellos, el dedicado al Duque de Hermosilla de Salvatierra, absurda y fantástica visita de Gog a un palacio destartalado de Burgos, adquiere en estos momentos, por el desenvolvimiento histórico de la vida actual española, una cualidad de símbolo emocionante. Esos extraños personajes deshumanizados, horribles en su inmovilidad y en su peso ancestral, momias falsificadas de realidades que fueron, alineadas a la manera lúgubre de un Museo Grevin, nos causan espanto. Es tal vez la visión más justa y formidable de nuestra España de transición, impresionando la retina y la sensibilidad de un extranjero de talento. Los que comprendan hasta el fondo el pensamiento del autor han de formularse necesariamente terribles preguntas. ¿Qué hacen esos personajes sumidos en la historia española, aferrados al pasado muerto? ¿Qué pasará cuando el Duque de Hermosilla de Salvatierra ─¡sombrío duque simbólico─ abandone su palacio que la vida nacional ha dejado ya solitario? ¿No caerá todo ese pasado en polvo cuando el sol y el aire entren por las ventanas abiertas? ¿No será dulce y glorioso comenzar de nuevo una historia, esa historia “al revés” que preconiza un extraño interlocutor de Gog, para que se pueda comprender toda la significación solemne de los hechos presentes?

Gog pasa, extranjero en todas las tierras, como el caminante que marcha levantando polvo por todos los caminos, pero en torno suyo se plantean multitud de situaciones llenas de fecundidad y de vigor; con Gog se ve que el impudor y el cinismo, como Papini demuestra en este libro extraño, pueden ser también fuentes de aleccionamiento y de moralidad.

Hemos procurado en esta traducción conservar cuidadosamente toda la virulencia de la prosa de Papini y su estilo lleno de aristas y de vigor. Hemos realizado, si no con éxito, con toda buena voluntad, esta tarea asaz difícil , procurando así rendir tributo a una de las obras más recias que ha producido la literatura italiana contemporánea.

Mario VERDAGUER

Abril 1931.

GOG – Giovanni Papini

Giovanni Papini. Escritor italiano nació en Florencia en 1881 y falleció en 1956 en esa misma ciudad, a la edad de 75 años. Su obra más reconocida es la sátira Gog (1931), una novela acerca de un americano que hace fortuna recorriendo el mundo durante la Gran Guerra. Estudió para maestro, pero ejerció pocos años antes de ponerse a trabajar en una biblioteca, donde se rodeó de lo que más disfrutaba: los libros. Fue entonces cuando comenzó su trayectoria como escritor, y lo hizo con historias cortas como El crepúsculo de los filósofos (1906), en la que critica la filosofía de Kant, Hegel o Schopenhauer y proclama la muerte de los pensadores; El trágico cotidiano o El piloto ciego (1907), en las que deja entrever rasgos del futurismo y el modernismo.

También cultivó la poesía, a la que se dedicó sobre todo antes y durante la Gran Guerra con obras como Opera Prima (1917).

En la obra del autor italiano se aprecia su evolución personal de ateo a ferviente católico. Así, parte de su trayectoria final se dedica a la divinidad, empezando en 1921 con Historia de Cristo y continuando con otros textos como Los nietos de Dios, Cielo y tierra o El diablo. Su afinidad al fascismo le proporcionó en 1935 la cátedra de Literatura italiana en la Universidad de Bolonia, a pesar de estar cualificado académicamente para niveles mucho más bajos. En 1937 sería nombrado miembro de la Real Academia de Italia.

A lo largo de su vida fundó varias revistas literarias, como Il Leonardo o La Voce, y participó en un gran número de ellas.