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Gato Murr

Resumen del libro:

“Gato Murr” de E.T.A. Hoffmann es una obra magistral que encapsula la dualidad omnipresente en la vida del autor, reflejada de manera brillante en sus personajes. Hoffmann, un hombre atrapado entre la realidad jurídica y la pasión artística, despliega su genio literario para explorar los rincones más oscuros y enigmáticos del alma humana.

La novela, escrita en 1819 en el majestuoso Berlín, se erige como un testimonio de la lucha interna de Hoffmann entre la imposición de su papel como magistrado y la anhelada libertad creativa que encuentra en la música y la poesía. A través de la historia del gato Murr, personaje inolvidable cuyas vivencias y reflexiones se entrelazan con las de su creador, Hoffmann teje una trama en la que lo fantástico no es solo un recurso literario, sino una manifestación inherente a la vida cotidiana, una amenaza latente y una ventana a la complejidad del alma humana.

La prosa de Hoffmann, rica en detalles y llena de matices, invita al lector a adentrarse en un universo donde lo real y lo onírico se funden en una danza hipnótica. Sus personajes, marcados por la dualidad y la ambigüedad, reflejan la propia experiencia del autor, un hombre dividido entre mundos aparentemente opuestos.

La influencia de Hoffmann en la literatura posterior es innegable. Autores como Baudelaire, Balzac, Poe y Dostoievski encontraron en su obra un eco del espíritu romántico alemán, adoptando y adaptando sus exploraciones de lo fantástico y lo oscuro. “Gato Murr” no solo es una pieza fundamental en la obra de E.T.A. Hoffmann, sino también un hito en la literatura universal que sigue fascinando y seduciendo a los lectores de todas las épocas.

Primer volumen

Prólogo del editor

Ningún libro necesita tanto de un prólogo como el presente, porque, si no se explica de qué extraño modo ha sido compuesto, podría parecer un caos, el resultado de haber echado unos dados al azar.

Por ello el editor pide al lector bien dispuesto que lea de verdad este prólogo.

El citado editor tiene un amigo a quien conoce tan bien como a sí mismo, los dos son uña y carne. Un buen día este amigo le dijo más o menos esto: «Como tú, mi buen amigo, has hecho imprimir ya unos cuantos libros y entiendes de editores, te resultará fácil encontrar a alguno de estos buenos señores que, siguiendo tu recomendación, mande imprimir algo que ha escrito un joven autor dotado de un brillantísimo talento, de las más espléndidas dotes. Hazte cargo de este hombre, se lo merece».

El editor prometió hacer todo lo que pudiera por el colega escritor. Ciertamente le resultó algo extraño que su amigo le confesase que el manuscrito provenía de un gato, llamarlo Murr, y que contenía las opiniones que éste tenía sobre la vida; sin embargo ya había dado su palabra, y como el inicio de la historia le pareció escrito con un estilo bastante bueno, con el manuscrito en el bolsillo corrió enseguida a ver al señor Dümmler, que vivía en la avenida Unter den Linden, y le propuso la edición del libro del gato.

El señor Dümmler opinó que hasta el momento no había tenido a ningún gato entre sus autores y dijo que no sabía que ninguno de sus estimados colegas hubiese tenido tratos con un hombre de esta naturaleza, pero que sin embargo iba a hacer la prueba.

Empezó la impresión, y el editor vio las primeras pruebas. ¡Menudo susto el que se llevó cuando vio que la historia de Murr se interrumpe de vez en cuando y aparecen entonces fragmentos que no son de esta historia, que pertenecen a otro libro, a un libro que contenía la biografía del maestro de capilla Johannes Kreisler!

Después de cuidadosas y exhaustivas investigaciones, al final el editor averiguó lo siguiente. Cuando el gato Murr escribió sus opiniones sobre la vida, sin andarse con rodeos hizo pedazos un libro impreso que encontró en casa de su amo y utilizó las hojas, o bien como papel para escribir, o bien como papel secante. Estas hojas quedaron en el manuscrito y, por equivocación, fueron impresas como si formasen parte de él.

El editor tiene que confesar ahora, con humildad y tristeza, que la mezcla caótica de materiales diferentes ha sido causada sólo por su ligereza, ya que, antes de mandarlo a la imprenta, debería haber leído con todo detalle el manuscrito del gato; sin embargo todavía puede encontrar algún consuelo.

En primer lugar, el lector bien dispuesto se orientará fácilmente si tiene a bien hacer caso de las indicaciones «(Hojas de maculatura) (sigue Murr)»; por otra parte, el libro destrozado probablemente no ha llegado a introducirse nunca en el mercado editorial, porque nadie sabe lo más mínimo sobre él. De modo que por lo menos a los amigos del maestro de capilla les resultará agradable que, gracias al vandalismo literario del gato, tengan algunas noticias sobre las muy extrañas circunstancias de la vida de aquel hombre, no exento a su manera de rarezas.

El editor espera que se tenga la benevolencia de perdonarle.

Finalmente también es cierto que a menudo los autores deben sus más atrevidos pensamientos, los giros más insólitos, a sus buenos tipógrafos, que, por medio de lo que se ha dado en llamar erratas de imprenta, contribuyen a la elevación de las ideas. Así por ejemplo, el editor, en la segunda parte de sus Piezas nocturnas, en la página 326, hablaba de los amplios bosketts que había en un jardín. Esto al tipógrafo no le pareció suficientemente genial y cambió la palabra bosketts por la palabra kasketts. De esta manera en el relato La señorita de Scudery, el tipógrafo, de un modo astuto, hace que esta señorita, en vez de ir con un vestido de color negro, vaya con un color negro de pesada seda, etc.

¡Pero a cada cual lo suyo! Ni el gato Murr ni el desconocido biógrafo del maestro de capilla han de adornarse con plumas ajenas, y por tanto el editor pide encarecidamente al lector bien dispuesto que, antes de leer esta obrita, tenga en cuenta los siguientes cambios, de este modo no tendrá de estos dos autores una opinión ni mejor ni peor de la que ellos merecen. Por cierto que solamente se anotan las erratas principales, las más pequeñas se dejan a la discreción del benevolente lector.

(…)

Finalmente, el editor puede certificar que ha conocido personalmente al gato Murr y que ha encontrado en él a un hombre de costumbres agradables y suaves. En la portada de este libro está reproducido con un parecido asombroso.

Berlín, noviembre de 1819

E. T. A. Hoffmann

Gato Murr: E.T.A. Hoffmann

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