Gambito de dama
Resumen del libro: "Gambito de dama" de Walter Tevis
Desde su primera publicación en 1983, esta novela se convirtió en un libro de culto para ajedrecistas en particular y amantes de la gran novela americana en general.
Beth Harmon, la protagonista, es huérfana, solitaria, politoxicómana, competitiva, frágil, genial. Una Mozart del ajedrez cuya inteligencia le brinda tantos éxitos como problemas.
Esta novela, adictiva, trepidante, y con una tensión que no decae en cada partida, en cada viaje, en cada momento de abandono de la protagonista, que siempre oscila entre el éxito y el abismo, se quedará en el corazón de los lectores. Y les servirá además como introducción al mundo del ajedrez, que, como Beth Harmon, parece tranquilo y accesible, pero contiene debajo todo un volcán de pasiones y peligros.
Uno
Beth se enteró de la muerte de su madre por una mujer que llevaba un portapapeles. Al día siguiente su foto apareció en el Herald-Leader. La fotografía, tomada en el porche de la casa gris de Maplewood Drive, mostraba a Beth con un sencillo vestido de algodón. Incluso entonces, se la veía claramente poco agraciada. El pie de la foto decía: «Huérfana tras la colisión de ayer en New Circle Road, Elizabeth Harmon se enfrenta a un futuro problemático. Elizabeth, de ocho años, se quedó sin familia tras el accidente, donde murieron dos personas y resultaron heridas otras. Sola en casa en ese momento, Elizabeth se enteró del accidente poco antes de que se tomara la foto. Las autoridades dicen que será bien atendida».
***
En el Hogar Methuen de Mount Sterling, Kentucky, Beth recibía tranquilizantes dos veces al día. Igual que todos los otros niños, para «aliviar su carácter». El carácter de Beth era bueno, pero se alegraba de recibir la pequeña píldora. Aflojaba algo profundo en su estómago y la ayudaba a soportar las tensas horas en el orfanato.
El señor Fergussen les daba las píldoras en un vasito de plástico. Junto con la verde que aliviaba su carácter, había otras naranjas y marrones para crecer fuerte. Los niños tenían que ponerse en fila para recibirlas.
La niña más alta era la negra, Jolene. Tenía doce años. El segundo día Beth estaba con ella en la cola de las vitaminas y Jolene se volvió a mirarla con el ceño fruncido.
—¿Eres huérfana de verdad o bastarda?
Beth no supo qué decir. Estaba asustada. Estaban al final de la cola, y se suponía que tenía que esperar allí hasta que llegara a la ventana donde se hallaba el señor Fergussen. Beth había oído a su madre llamar bastardo a su padre, pero no sabía qué significaba.
—¿Cómo te llamas, niña? —preguntó Jolene.
—Beth.
—¿Tu madre está muerta? ¿Y tu padre?
Beth se la quedó mirando. Las palabras «madre» y «muerta» eran insoportables. Quiso huir, pero no había ningún sitio adonde hacerlo.
—Tus padres —dijo Jolene con un tono que no carecía de compasión—, ¿están muertos?
Beth no pudo encontrar nada que decir o hacer. Permaneció aterrorizada en la cola, esperando las píldoras.
***
—¡Sois todas unas chupapollas ansiosas!
Era Ralph en el pabellón de los chicos quien gritaba eso. Ella lo oyó porque estaba en la biblioteca, donde había una ventana que daba a ese pabellón. No tenía ninguna imagen mental para «chupapollas» y la palabra era extraña. Pero sabía por el sonido que le lavarían la boca con jabón. Se lo habían hecho a ella por decir «joder», aunque su madre decía «joder» todo el tiempo.
***
El barbero la hizo sentarse absolutamente quieta en la silla.
—Si te mueves, puedes perder una oreja.
No había nada jovial en su voz. Beth permaneció lo más quieta que pudo, pero era imposible permanecer completamente inmóvil. Tardó mucho tiempo en cortarle el pelo y darle el flequillo que llevaban todas. Trató de entretenerse pensando en aquella palabra, «chupapollas». Lo único que podía imaginar era un pájaro, como el pájaro carpintero. Pero le parecía que no era eso.
…
Walter Tevis. Nacido el 28 de febrero de 1928 en San Francisco, fue un narrador que combinó la precisión de un artesano literario con una profunda intuición sobre las fragilidades humanas. Desde su infancia, marcada por la enfermedad y la soledad, hasta su juventud como marinero en la Segunda Guerra Mundial, su vida parece un mosaico de experiencias que alimentaron su escritura. La mudanza a Kentucky, un contraste drástico con su soleada ciudad natal, dejó en su obra una huella indeleble, un eco de desarraigo y melancolía que resuena especialmente en sus novelas más emblemáticas.
Tevis debutó con The Hustler (1959), un retrato crudo y vibrante del mundo del pool que exploraba las luchas internas de sus personajes tanto como su destreza en el tapete verde. Le siguió The Man Who Fell to Earth (1963), una obra de ciencia ficción que, bajo su superficie extraterrestre, esconde una autobiografía velada y un reflejo de su lucha con el alcoholismo. A través de una narrativa cargada de simbolismo, describió la soledad y las fallas humanas con una sensibilidad desgarradora.
A finales de los años 70 y principios de los 80, tras un periodo de silencio creativo, resurgió con novelas como Mockingbird (1980), una distopía inquietante sobre la decadencia de la humanidad en un mundo donde nadie sabe leer. Esta obra, nominada al Premio Nébula, destaca por su lirismo oscuro y su reflexión sobre el valor del conocimiento. En 1983, publicó The Queen’s Gambit, una oda al ajedrez y a la resiliencia femenina que años más tarde encontraría nueva vida como una exitosa serie de Netflix.
Su obra breve, reunida en Far From Home (1981), confirma su versatilidad como escritor. Publicó relatos en revistas de renombre como Esquire, Playboy y The Saturday Evening Post, logrando abarcar desde el realismo introspectivo hasta la ciencia ficción más imaginativa.
A pesar de haber escrito solo seis novelas, tres de ellas fueron adaptadas a la pantalla: The Hustler, The Man Who Fell to Earth y The Queen's Gambit. Estas versiones consolidaron su reputación como un autor que no solo narraba historias, sino que también ofrecía un profundo análisis de la condición humana. Tevis falleció en Nueva York en 1984, dejando un legado que sigue resonando tanto en la literatura como en el cine y la televisión.