Gabriela Mistral en verso y prosa

Gabriela Mistral en verso y prosa

Resumen del libro: "Gabriela Mistral en verso y prosa" de

Esta antología de Gabriela Mistral, una de las escritoras fundamentales del siglo XX en español, reúne íntegros los cuatro libros de poesía que la autora publicó en vida: Desolación, Ternura, Tala y Lagar. A ellos se suman inéditos poéticos de obras que no llegó a dar a imprenta, tales como Poema de Chile y Lagar II; una selección de otros poemas inéditos y dispersos, y muestras variadas de su prosa. Incluye textos complementarios sobre la autora y su obra de Gonzalo Rojas, Pedro Luis Barcia y Darío Villanueva, entre otros críticos, además de una bibliografía, un repertorio de nombres propios y un glosario.

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Prólogo

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Extraño caso no sólo en nuestra tierra, sino en la historia de la literatura universal, el de esta mujer que no nació en cuna extraordinaria y, sin embargo, antes de publicar su primer libro, tiene por todos los países de su lengua mayor gloria que muchos grandes autores clásicos.

Su obra ya no puede juzgarse: es ella la que divide y clasifica. Los que la admiran son «personas que la entienden», quienes la niegan «personas que no la entienden». Y si alguien quiere situarse en un punto medio, poner reparos, hacer distingos, de uno y otro lado le mirarán con desconfianza.

Debemos, pues, limitarnos a declarar sencillamente que está consagrada como un genio, tal vez el primer poeta del habla castellana, referir algo de su historia para que sirva más tarde a los críticos y anotar algunas observaciones al margen.

Los escritores profesionales desconfían sistemáticamente de los concursos y certámenes literarios: sin embargo, de uno celebrado cien años atrás salió Edgard Poe camino de la fama y de otro que tuvo lugar en Santiago surgió la autora de los Sonetos de la Muerte.

Dicen que Poe llamó la atención por su magnífica letra y que los jurados santiaguinos premiaron a Gabriela Mistral in extremis, sin saber lo que hacían, por no declarar desiertos los juegos Florales y fracasada la fiesta. Mejor: significaría que hay un genio protector de los concursos artísticos, un espíritu que «sopla donde quiere»… Antigua maestra rural; totalmente ignorada del público, la señorita Lucila Godoy enseñaba por entonces Gramática Castellana e Historia de la Edad Media en el Liceo de Los Andes y un rumor de leyenda refiere que no se presentó en el teatro a leer sus estrofas, porque no tenía cómo hacerlo en forma digna y que habría presenciado su triunfo desde las galerías populares.

Dejemos a la tradición su poesía, más verdadera a veces que la realidad.

La flor natural atrajo sobre ella las miradas y todos sintieron curiosidad por esa mujer obscura, de personalidad fuerte y áspera, encina bravía que ocultaba celdillas de miel silvestre bajo la corteza. Le escribían cartas y ella contestaba en papel de oficio, con una letra enorme y con palabras vehementes. Las revistas estudiantiles pedíanle versos: ella no tenía ningún inconveniente en darlos. Amigos de otro tiempo interrogados por recientes admiradores, recordaban que, en sus principios leía mucho y hasta imitaba un poco a Vargas Vila, a Rubén Darío, a Juan Ramón Jiménez; contaban sus luchas pedagógicas, su heroísmo para estudiar sola, contra un ambiente mezquino y hostil, en medio de pobrezas amargas; y de boca en boca corrían la historia de su amor, el único y trágico. Aquel suicida era la sombra envenenada que la hacía cantar, la obsesión que le arrancaba del pecho esos gritos pasionales, ese ruego insistente, ese sollozo ronco y estremecedor.

Poco a poco su dolor fue ganando los corazones y la figura de Gabriela Mistral tomaba relieve de medalla.

Gabriela Mistral. Poeta chilena, cuyo verdadero nombre era Lucila de María del Perpetuo Socorro Godoy Alcayaga, es considerada como una de las más grandes autoras en castellano del siglo XX, llegando a ser galardonada en 1945 con el Premio Nobel de Literatura. Mistral trabajó como profesora ayudante durante varios años hasta que logró convalidar sus conocimientos y alcanzar el título de Profesora de Estado. Posteriormente, una de las labores más importantes de Mistral fue la reforma del sistema educativo chileno, que hoy en día todavía es utilizado como base. A lo largo de su carrera impartió clases en varias universidades y vivió en México, Estados Unidos y Europa, donde trabajó para la Sociedad de Naciones. Durante estos años, Mistral fue cónsul diplomática en varios países.

En lo literario, Mistral destacó principalmente por su poesía, con poemas tan importantes como Desolación, siendo traducida a numerosos idiomas y convirtiéndose en una clara influencia en toda una generación posterior de autores latinoamericanos. De entre su obra habría que destacar, además de la ya mencionada Desolación, títulos como Ternura, Nubes blancas, Los sonetos de la muerte o Lagar, entre otros.

En 1945 le fue otorgado el máximo galardón de las letras mundiales, el Premio Nobel de Literatura. Poco tiempo después se instalaría en Estados Unidos de manera casi permanente junto a la escritora Doris Dana, la cual llevó a cabo una gran labor de documentación sobre los últimos años de la autora chilena.