Estío

Resumen del libro: "Estío" de

“Estío” es una novela escrita por Edith Wharton que transporta al lector a la aparentemente apacible pero opresiva atmósfera de North Dormer, un diminuto pueblo de Nueva Inglaterra. Wharton, reconocida por su perspicacia en la descripción de la alta sociedad neoyorquina, demuestra su versatilidad al explorar los confines de una comunidad rural.

La historia sigue a Charity Royall, una joven criada por el matrimonio Royall en “la Montaña”, una región agreste y salvaje. Ahora, bajo la tutela de su tutor viudo, el abogado Royall, se encuentra atrapada en la monotonía de North Dormer. La llegada de Lucius Harney, un arquitecto joven y apasionado, despierta en Charity emociones hasta entonces desconocidas, como el amor y el deseo, así como la esperanza de escapar de su existencia limitada y de los confines de su comunidad.

Sin embargo, la realidad se interpone en el camino de sus sueños. A pesar de los sentimientos que Charity alberga por Lucius y su anhelo de una vida más amplia y emocionante, se enfrenta a las duras realidades de su posición social y a los compromisos con su tutor. A través de la experiencia de Charity, Wharton traza una vívida imagen de los conflictos internos y las restricciones externas que enfrenta una joven en busca de libertad y autodeterminación en una sociedad conservadora y limitada.

“Estío” no solo ofrece una narrativa emocionante y conmovedora, sino que también plantea preguntas profundas sobre el poder del amor, la influencia del entorno y las limitaciones impuestas por la sociedad. Con su prosa hábil y su penetrante exploración psicológica, Wharton ofrece una obra que resuena con el lector mucho después de que se haya cerrado el libro. En definitiva, “Estío” es una poderosa reflexión sobre el conflicto entre los deseos individuales y las expectativas sociales, presentada con la maestría característica de una autora icónica.

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I

Al salir de casa del abogado Royall, situada al final de la única calle de North Dormer, la joven se detuvo en el umbral.

Era la primera hora de la tarde de un día de junio. El transparente cielo primaveral depositaba una lluvia de luz plateada sobre los tejados del pueblo y sobre los pastizales y los bosques de alerces que lo rodeaban. Una ligera brisa corría entre las blancas nubes redondas en lo más alto de las laderas de las colinas, llevando sus sombras a través de los campos y del camino en el que, entre las rodadas, crecía la hierba, y que recibía el nombre de calle al pasar por North Dormer. La población se halla en alto, está abierta a todos los vientos y carece de la abundante sombra de que disfrutan los pueblos más protegidos de Nueva Inglaterra. El grupo de sauces llorones junto al estanque de los patos, y los abetos delante del portón de los Hatchard, proporcionan casi las únicas sombras entre la casa del abogado Royall y el punto en el que, al otro extremo del pueblo, la carretera se alza por encima de la iglesia y bordea el negro seto de plantas de cicuta en torno al cementerio.

La brisa de junio, jugueteando por la calle, sacudió las melancólicas hileras de los abetos de los Hatchard, se apoderó del sombrero de paja de un joven que pasaba por debajo y se lo llevó sin miramientos hasta el otro lado de la calle para arrojarlo al estanque de los patos.

Cuando el joven echó a correr para recuperarlo, la muchacha que se había parado en el umbral de la casa del abogado Royall se dio cuenta de que se trataba de un forastero, vestido con ropa de ciudad, y de que se reía a mandíbula batiente, como suele suceder con las personas jóvenes y despreocupadas ante semejantes contratiempos.

A ella se le encogió un poco el corazón, y la cobardía que a veces la asaltaba cuando veía a personas con aire festivo hizo que volviera a entrar en la casa y fingiese buscar la llave que, como sabía de sobra, llevaba en el bolsillo. Un estrecho espejo verdoso que tenía encima un águila dorada colgaba de la pared del pasillo, y la muchacha contempló, desaprobadora, su imagen, para desear, por millonésima vez, tener unos ojos azules como los de Annabel Balch, la joven que a veces venía desde Springfield para pasar una semana con la anciana señorita Hatchard; a continuación —para protegerse de los rayos del sol— se enderezó el sombrero que cubría su tez morena y volvió a salir al exterior.

—¡Qué poco me gusta vivir aquí! —murmuró.

El propietario del sombrero de paja había entrado ya en el jardín de los Hatchard, por lo que ella disponía ya de toda la calle. North Dormer es un lugar vacío a todas horas, y a las tres de una tarde de junio los pocos varones que disfrutaban de buena salud estaban en el campo o en los bosques y las mujeres no salían de sus casas, ocupadas en monótonas tareas domésticas.

“Estío” de Edith Wharton

Edith Wharton. (1862-1937) Fue una escritora estadounidense conocida por sus novelas y cuentos que retratan la alta sociedad de su época. Nacida en una familia adinerada de Nueva York, tuvo acceso a una educación privilegiada que la llevó a desarrollar un gran interés por la literatura y la escritura.

Wharton comenzó a escribir en la década de 1890, pero no fue hasta 1902 que publicó su primera novela, "The Valley of Decision". Su obra más conocida es "La edad de la inocencia" (1920), que le valió el premio Pulitzer en 1921. Otras obras destacadas incluyen "Ethan Frome" (1911), "The House of Mirth" (1905) y "The Custom of the Country" (1913).

A lo largo de su carrera, Wharton exploró temas como la moralidad, la hipocresía de la clase alta y la lucha de las mujeres por encontrar su lugar en una sociedad dominada por los hombres. Además de su carrera literaria, también se involucró en actividades humanitarias y apoyó la causa de la Primera Guerra Mundial.

Wharton fue una autora prolífica y respetada durante su vida, y su trabajo sigue siendo estudiado y apreciado en la actualidad. Murió en Francia en 1937, dejando un legado literario duradero.