Resumen del libro:
¿Estamos solos en el Universo? Esa es la gran pregunta que los humanos nos hemos planteado desde que comenzamos a mirar al cielo estrellado. Durante las últimas décadas asistimos a un extraordinario desarrollo científico y tecnológico que ha revolucionado la exploración espacial y la búsqueda de otras vidas en el Cosmos: seres vivos que podrían ser parecidos a los que habitan en la Tierra… o tal vez muy diferentes. El reto, en cualquier caso, es ser capaces de detectarlos. Actualmente, la investigación en astrobiología busca señales de vida en Marte y otros planetas, en varios satélites, entre ellos Europa y Titán, y en los cuerpos menores del Sistema Solar.
Fuera de nuestro vecindario cósmico, cada día se descubren nuevos planetas extrasolares: ya conocemos miles de ellos y varias decenas se consideran habitables. En esos mundos lejanos podría haber triunfado algún tipo de biología, y quizá también existan otras formas de vida inteligente. Si realmente están ahí, ¿lograremos establecer contacto? Además de la ciencia, también participan de estas inquietudes otros ámbitos de la cultura como la filosofía, la literatura, las artes plásticas, la música y por supuesto la ciencia ficción. Todo ello forma parte del fascinante viaje, en el tiempo y el espacio, que propone este libro: el más completo y actualizado que se ha escrito en nuestro idioma sobre el gran interrogante que nos rodea.
Prólogo
No somos los únicos en el abrazo del aire
No es fácil hacer un preámbulo a una obra tan suma, con la responsabilidad que se ha de tener hacia quienes la lean y en el futuro puedan, si ésta se ha compuesto de manera honrada y sagaz, reconocer lo que sabíamos al terminar la segunda década del siglo XXI. Porque estamos ante un libro que plantea la pregunta más relevante de la ciencia actual y además la aborda desde varios puntos de vista, integrando las humanidades y las artes, interpretando los hallazgos con reflexiones a partir de los datos y los modelos, proponiéndonos el viaje más sugerente posible por esa cartografía de un Universo que desconocemos, pero en el que vamos reconociendo territorios.
Empiezo de nuevo. Para conmemorar el quincuagésimo aniversario de la llegada de los primeros humanos a la Luna, Carlos Briones compuso una obra audiovisual que se representó en septiembre de 2019 en el palacio Euskalduna de Bilbao: cerraba el noveno evento Naukas Bilbao, una maravillosa locura en torno a la ciencia que concita allí a miles de personas. Su Luna era un recorrido a través de la poesía, la música y la imagen, que iba paralelo al viaje real de la nave Apolo 11 y sus tripulantes. Tuve la fortuna de poder colaborar con el proyecto aportando imágenes y vídeos, que se superponían a las notas y las palabras en directo. Y fue tan bello ese viaje que quedé en deuda eterna hacia quien me había permitido ser parte de ello. Para colmo, pocos meses después me propuso hacer un prólogo para la obra que había escrito durante los últimos años —robando tiempo a sus vacaciones y a las noches estrelladas— sobre la búsqueda de vida extraterrestre. Y acepté antes de que acabara de contármelo. De haber sido una solicitud le debía evidentemente el sí, pero se trataba de algo más: era la invitación a volver a ser parte de un proyecto maravilloso.
Porque esta obra es maravillosa. Lo es en ese sentido homérico de viaje que a uno le cambia la vida. Y quien la ha concebido y realizado es, sin duda, la persona más adecuada para hacerlo en este país, en este tiempo. Carlos es un tipo encantador, científico de referencia en los temas del origen y la evolución de la vida en el contexto interdisciplinar de la astrobiología, y además un apasionado de la exploración espacial. Investiga en el campo de la bioquímica, el idioma en el que se expresa el mundo vivo, y sabe como nadie trasladarlo a los otros lenguajes que habitamos. De la poesía a la divulgación, del arte a la ciencia. Aquí nos propone viajar para tratar de encontrar respuestas a las preguntas que nos hacemos, que nos hemos hecho siempre, en torno a la posible vida fuera de nuestro planeta… y por supuesto dentro de él.
No es un tema que este científico aborde por vez primera para el gran público, tanto con el lenguaje de la comunicación amena de la ciencia como con el de la poesía, y se nota su mano experta en las navegaciones por estos mares. Pero sí es la primera ocasión en la que lo plantea en un libro, trabajado y reposado, apasionante y apasionado, escrito para todos. En este viaje lo acompaña la gran ilustradora María Lamprecht, que introduce los capítulos de forma muy sugerente y también nos regala algunas de las imágenes que éstos contienen en su interior. Además, el autor aporta otra novedad muy interesante: al final de cada etapa del viaje transcribe una amena y a la vez profunda conversación de café con amigos y colegas suyos que investigan —en distintos ámbitos de la ciencia, la tecnología o la filosofía— sobre el tema tratado en cada caso.
No voy a contarles en este prólogo nada sobre la temática de la obra, que a mí, como astrofísico, siempre me ha fascinado también. La pluralidad —o no— de los mundos habitados está aquí diseccionada de manera precisa y a veces sorprendente. No esperábamos menos de un autor que, desde el Centro de Astrobiología y fuera de él, tantas veces se ha preguntado si estamos solos en el Universo. Como me dedico a la divulgación de la ciencia desde hace muchos años, sé que este tema es muy popular y atractivo para todos: constituye la gran pregunta, ésa sobre la que siempre hay oportunidad de reflexionar o especular. No sé, descubrir un mundo que orbita en torno a otra estrella está bien, pero pensar que puede ser otra Tierra dispara algo que los humanos encontramos increíblemente atractivo. En estos tiempos en los que afortunadamente ya no hay demasiado riesgo de acabar en la hoguera por decirlo en público, merece la pena hacerlo. Y, a la vez, es necesario desmentir con datos a quienes creen en ovnis y abducciones, o a los conspiranoicos de distinto pelaje… ya que este campo se presta a pseudociencias y visiones más que ningún otro.
Por eso se agradece una obra en la que tales cuestiones se abordan de forma pausada y contenida, con el rigor del científico y con la creatividad del poeta, permitiendo sin duda que la imaginación vuele, que la pasión nos acompañe, pero atendiendo a lo que es más que a lo que nos gustaría que fuera. Y este compromiso resulta fundamental. Ensoñarse es sencillo y la ciencia ficción —muy presente en esta obra— es buena muestra de ello. Pero soñar con los pies en la tierra es más complejo. Complejo y necesario. Como es siempre necesario viajar, y más en este tiempo en el que por primera vez en nuestra historia reciente hemos tenido que vivir encerrados en casa, pues a la orgullosa especie humana le ha puesto en su sitio un virus: una de esas entidades replicativas —veremos si vivas o no— que también aparecen en las próximas páginas. Gracias, Carlos, por hacer posible todo esto y por invitarnos a acompañarte en un viaje maravilloso.
He tenido la suerte de leer este libro antes que los demás, y he podido comprobar que sus trece capítulos encajan como las piezas de un puzzle, con una unidad temática bien planteada. Esto no siempre pasa en los textos divulgativos, que abordan muchos temas de forma un tanto desestructurada, sin visión de conjunto o sensación de unidad al leerlos. Tengo para mí que, investigando el autor en temas de bioquímica y biología molecular, le resulta natural disponer elementos que se ensamblarán necesariamente en otro lugar, conformando así una nueva función. Cuando vas leyendo esta búsqueda y reflexión en torno a la vida extraterrestre piensas en esas proteínas que forman una estructura aquí pero que luego, de manera precisa, se acoplarán con la complementaria allá… disparando nuevos sucesos. El método bioquímico de la divulgación, podríamos llamarlo. Funciona, porque te da la sensación de que constantemente estás uniendo piezas para tener una visión más amplia de un tema que desconocías y ahora percibes de forma adecuada. Y, así, lo acabas disfrutando como nunca habías imaginado.
El autor ha incorporado en este texto numerosas citas y reflexiones sobre los temas que aborda, salidas de la pluma de otros científicos y escritores. Realmente el libro tiene una segunda lectura, un poco en plan Rayuela, saltando entre charlas amenísimas y referencias a la cultura que, lo sabemos, nuestro autor vive tan intensamente. Yo quería también añadir una cita para concluir, aunque me resultaba difícil porque cada vez que recordaba frases que podían acomodarse a este prólogo, Carlos ya se me había adelantado en algún lugar de la obra. Pero me he acordado de una que no sé de dónde robé y que recogía algo escrito por Lucrecio un siglo antes de comenzar esa cuenta que nos coloca, hoy, en la extraña primavera del 2020: «Le digo una y otra vez que más allá de nuestro mundo existen, en otros lugares, otras combinaciones de la materia conformando otros mundos. Ah, el nuestro no es el único en el abrazo del aire». ¡El abrazo del aire! Valga como una metáfora de la vida, esa vida que es el eje sobre el que se construye esta novela de la ciencia que ahora, afortunadamente para quien me lea, comienza ya.
Vale.
JAVIER ARMENTIA
Javier Armentia es astrofísico y divulgador de la ciencia. Pertenece a varias sociedades científicas y colabora con numerosos medios de comunicación. Desde 1993 dirige el Planetario de Pamplona, donde realiza una constante labor de divulgación que trasciende los límites de la astronomía para acercar a los estudiantes y al público general a las grandes preguntas sobre el Cosmos.
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