Resumen del libro:
El Poema babilónico de la Creación, conocido como Enuma eliš, constituye junto con el Poema de Gilgamesh y el Athrasis una de las grandes obras de la literatura mítico-épica de Babilonia y Asiria. Este poema de finales del segundo milenio, escrito en acadio, es tanto por su extensión como por su valor literario el texto más significativo de entre los diversos relatos de temática cosmogónica legados por la civilización sumeroacadia.
Pieza clásica de poesía religiosa, el Enuma eliš recoge viejos mitemas de tradiciones más antiguas y los refunde en una nueva narración construida para ensalzar y glorificar la figura de Marduk y su ciudad, Babilonia. Describe el origen del universo; la lucha entre el dios Marduk y su antagonista, la diosa Tiamat; la entronización de Marduk, el gran demiurgo, y la ordenación del cosmos por este.
La presente edición recoge otras narraciones cosmogónicas menores, también escritas en acadio, que ayudan a completar la visión de las diferentes tradiciones míticas existentes en la Mesopotamia preclásica.
INTRODUCCIÓN
Las diversas civilizaciones que conformaron la Mesopotamia preclásica nos han dejado un inmenso legado de textos escritos sobre tablillas de barro en escritura cuneiforme y en varias lenguas, fundamentalmente en sumerio y en acadio. La gran mayoría de estos textos son de carácter económico y administrativo: recibos, contratos, listas, herencias, adopciones, cartas, etc. A pesar de todo, una pequeña parte de esta documentación corresponde a lo que los investigadores modernos llaman «textos literarios». Este género está formado por un número relativamente reducido de obras escritas, tanto en sumerio como en acadio, que fueron conformando la tradición literaria de los escribas a lo largo de tres mil años de historia. Esta larga tradición, iniciada durante el tercer milenio, fue evolucionando a lo largo de los siglos, reuniendo diferentes géneros literarios, perfilando y definiendo los temas y las composiciones que conformaron el canon de la literatura sumeria y acadia. Este canon estaba compuesto por piezas literarias que podríamos clasificar bajo diversos géneros: textos sapienciales, himnos, lamentaciones, épica, mitos, textos históricos, etcétera.
Dentro de la literatura acadia en particular hay diversas composiciones literarias —que podríamos clasificar dentro del género de los mitos y la épica— que destacan por encima del resto de las composiciones que han sobrevivido hasta nuestros días. El Poema de Gilgamesh, el mito de El Supersabio (Atrahasis) y el Poema babilónico de la Creación (Enūma eliš) serían las tres piezas más destacadas de la literatura mítico-épica acadia.
Existen diversos relatos de temática cosmogónica dentro del corpus textual que nos ha legado la civilización sumero-acadia, pero no hay duda de que elPoema babilónico de la Creación (Enūma eliš) es el más representativo, no solo por su extensión, sino también por su valor literario, al tratarse de una pieza bien estructurada, con una intención estética evidente y con un hilo narrativo suficientemente atractivo para captar la atención del lector moderno. Además del Enūma eliš, conocemos otras pequeñas narraciones escritas en acadio, que también intentan explicar el origen del universo. Estas piezas proceden de tradiciones diferentes y, por lo tanto, nos ofrecen relatos cosmogónicos alejados de lo que nos explica el Enūma eliš. Estos relatos, de extensión mucho más reducida, quizás no tengan el «valor» literario que atribuimos al Enūma eliš, pero nos ayudan a tener una visión global más completa sobre las diversas tradiciones míticas plasmadas en diferentes relatos que convivieron sin que, aparentemente, provocaran ninguna contradicción, durante casi tres mil años.
1. EL POEMA BABILÓNICO DE LA CREACIÓN
Denominamos Poema babilónico de la Creación al largo poema épico escrito en acadio que generalmente se conoce como Enūma eliš en el ámbito de los estudios orientales. La expresión acadia enuma elis significa literalmente «cuando en lo alto», y se trata de las dos primeras palabras del poema. Este es el título con el cual se le conocía ya en la antigüedad entre los babilonios y los asirios. Aunque el título de Poema babilónico de la Creación ha sido el que ha tenido más éxito en nuestros días, este título no describe exactamente el contenido esencial del poema, ya que la creación del universo y del hombre ocupa una proporción relativamente pequeña de la obra. De hecho, el poema debería titularse «La exaltación de Marduk», el dios nacional de Babilonia, ya que este es el tema principal de la composición.
Para la traducción del Enūma eliš hemos utilizado las ediciones de Ph. Talon (2005), Kämmerer y Metzler (2012) y la largamente esperada edición de Lambert (2013). Estas ediciones superan la clásica edición cuneiforme elaborada por Lambert y Parker y la anterior de Labat (1935). Aparte de las traducciones incluidas en las ediciones mencionadas, estas son las traducciones más recientes: Lambert 2008; Feliu y Millet 2004; Dalley 2000: 228-277; Foster 2005: 439-485; Lambert 1994: 565-602; Lara Peinado 1994; Bottéro y Kramer 1989: 602-679; Heidel 1967: 1-60; Speiser 1950: 60-72. Es destacable la existencia de una vieja traducción española del Enūma eliš elaborada por Juan Rovira Orlandis en el Anuario de la Universidad de Barcelona (1916-17 a 1920-21), basada en la edición cuneiforme compuesta por Anton Deimel en 1912 (agradecemos a Jordi Vidal la gentileza de habernos informado de la existencia de esta obra).
El dios Marduk y su serpiente-dragón (mušhuššu). Detalle de un cilindro de lapislázuli dedicado a Marduk por el rey de Babilonia Marduk-zākir-šumi I (ca. 854-819 a.C.). Según la inscripción que lo acompaña debía colgar del cuello de la estatua del dios en el templo Esagil de Babilonia.
2. FECHA DE COMPOSICIÓN Y MANUSCRITOS
Conocemos el Enūma eliš gracias a un centenar de manuscritos —grabados sobre tablillas de barro, en escritura cuneiforme y lengua acadia— encontrados en varios archivos situados en las ciudades más importantes de Asiria (Ashur, Nimrud, Nínive, Sultantepe) y Babilonia (la ciudad de Babilonia, Borsippa, Kish, Sippar y Uruk). Sin embargo, la gran mayoría de estos manuscritos son fragmentos de la narración, y no poseemos ningún texto completo del poema hecho por una sola mano. Gracias a la cantidad de manuscritos duplicados existentes, podemos reconstruir la casi totalidad del texto original. Muchos de estos manuscritos son simples ejercicios escolares copiados por los estudiantes de las escuelas de escribas para practicar la escritura cuneiforme y la lengua acadia. La mayoría de estos ejercicios son pequeñas citas de pocas líneas de alguno de los pasajes del poema. La recensión canónica que utilizaban los escribas constaba de siete tablillas de unas 160 líneas cada una; esta es la división que hemos utilizado en la traducción y también es el sistema que utilizaremos para las citas de algunos pasajes; por lo tanto, cuando digamos, por ejemplo, VI 45 nos referiremos a la tablilla VI línea 45 del Enūma eliš.
Todos los manuscritos que se conservan datan del primer milenio; los más antiguos proceden de Ashur y se pueden fechar alrededor del año 900. Los primeros manuscritos que se descubrieron de este poema proceden de Nínive y fueron exhumados durante la segunda mitad del siglo XIX d.C. por los pioneros A. H. Layard y H. Rassam, y el primero que empezó a descifrarlos fue G. Smith. En Nínive (moderna Kuyunjik, al lado de Mosul, en el actual Kurdistán) se encontró la llamada Biblioteca de Asurbanipal (668-627), la más grande y más antigua biblioteca de la antigüedad, la cual se ha podido recuperar en gran parte. La creación de esta biblioteca fue promovida por el monarca asirio que tuvo la inquietud de recuperar y conservar gran cantidad de piezas literarias y «científicas» de la cultura sumero-babilónica. Este interés le llevó a enviar funcionarios reales con la misión de recoger el mayor número posible de obras por todo el territorio de su reino, incluida la zona de Babilonia con sus importantes capitales culturales, como son Borsippa, la ciudad del dios Nabú, el patrón de los escribas, y la propia ciudad de Babilonia. En una carta dirigida a uno de estos funcionarios vemos cuáles eran los intereses de Asurbanipal en materia cultural:
Mensaje del rey a Shadunu: yo estoy bien, que tu corazón esté bien.
El día que leas mi carta, reúne a Shumay, el hijo de Shum-ukin, Bel-etir, su hermano, Aplay el hijo de Arkat-ili y los expertos de Borsippa que conozcas y recoge todas las tablillas que haya en su casa y todas las tablillas que se encuentren en el Ezida, las tablillas-amuleto del rey para los ríos, (tablillas) sobre los días del mes de Nissanu, los amuletos para los ríos, (tablillas) sobre el mes de Tashritu (el ritual llamado), «La casa del agua derramada», el amuleto para los ríos del día del juicio, cuatro amuletos para el cabezal y los pies de la cama del rey, (el ritual llamado) «Bastón de madera del cabezal de la cama del rey», el conjuro «Que Ea y Asaluhi atesoren sabiduría para mí», (tablillas sobre) el reagrupamiento (¿de tropas?), todas las series de guerra que haya, junto con todos los documentos suplementarios que encuentres, (la serie llamada) «En la batalla la flecha no se acercará al hombre», (las series llamadas) «Y rondaba por la estepa» y «La entrada al palacio», los rituales «A mano alzada», las inscripciones en piedra y todo lo que sea bueno para la realeza. Los rituales de purificación de la ciudad, (el ritual) «Purificación de la ciudad», (sobre) el mareo, «Estado crítico» y cualquier cosa interesante que haya en el palacio. Busca también tablillas raras que tú conozcas, no disponibles en Asiria y envíamelas. Ahora he escrito al administrador y al gobernador provincial y depositarás las tablillas en la oficina. Nadie podrá retener ninguna tablilla, y si encuentras alguna tablilla o ritual que no te haya dicho, pero que creas que es adecuada para mi palacio, cógela y envíamela.
En la ciudad de Nínive se recuperaron un total de 30.000 tablillas y fragmentos de tablillas. Todos estos fragmentos se pueden reducir a unos 10.000 documentos, ya que una sola tablilla puede haberse fragmentado en diversos trozos. De estos 10.000 documentos, aproximadamente unos 5.000 corresponden a los textos de la llamada Biblioteca de Asurbanipal. En esta biblioteca se encontraron ejemplares de la gran mayoría de los textos literarios de la tradición babilónica que hoy conocemos, como el Enūma eliš, Gilgamesh, Atrahasis, El descenso de Ishtar a los Infiernos y alguno de los mitos menores de creación que traducimos aquí mismo, entre otros. La mayor parte de la literatura sapiencial y «científica» babilónica que conocemos procede también de la Biblioteca de Asurbanipal, como son las grandes colecciones de textos ominosos representados por series de varias tablillas, rituales, conjuros y textos médicos, textos astrológicos y matemáticos, diccionarios, textos lexicográficos, silabarios, etc. Actualmente la inmensa mayoría de esta colección de textos se encuentran en el Museo Británico de Londres. La Biblioteca de Asurbanipal representa la cristalización de muchos siglos de tradición escribal. Ya hacía bastantes siglos que los escribas recopilaban, recopiaban y ordenaban tanto las piezas literarias como las obras «científicas» de más interés, creando «series» y versiones canónicas de los textos que se fueron recopiando prácticamente de manera inalterada durante todo el primer milenio. Asurbanipal hizo un esfuerzo personal para intentar reunir toda esta tradición y mantener la llama de una cultura que ya empezaba a imaginar su final; la presión del arameo ya comenzaba a ser notable y la utilización de la escritura alfabética ya no era solo anecdótica.
La fecha de composición del Enūma eliš es un tema debatido por los expertos; la mayoría de los autores apuestan por fechar la composición hacia el final del segundo milenio, concretamente durante el reinado del rey babilónico Nabucodonosor I (1125-1103), cuando este recuperó la estatua de Marduk que los elamitas se habían llevado cuando saquearon Babilonia en el año 1157. Sin embargo, algunos autores abogan por una datación más antigua y sitúan el momento de la composición durante el período kasita (1570-1157), más concretamente hacia finales de este período. Por tanto, parece que la obra se compuso durante el último cuarto del segundo milenio, aunque no disponemos de ningún manuscrito ni de ninguna prueba documental que lo acredite explícitamente. A pesar de las indicaciones que se dan en el epílogo del poema (VII 145-162), sobre quienes deben conocer el Enūma eliš, no sabemos nada sobre el autor o los autores de la composición, un hecho que es, por otro lado, habitual en casi todas las obras literarias que conocemos escritas en sumerio o en acadio.
Aunque el Enūma eliš es un poema típicamente babilónico, conocemos la existencia de una versión asiria de la composición, en la que el dios Marduk es sustituido sistemáticamente por Ashur, el dios nacional de Asiria. Podemos observar, pues, un fenómeno similar al que pasó en Babilonia con Marduk; sin embargo, parece que los asirios no redactaron un «poema nacional» completamente nuevo, sino que aprovecharon el texto ya existente en Babilonia. A pesar de ello, en Asiria hemos encontrado más manuscritos con la versión canónica, es decir, con Marduk como protagonista, que manuscritos de la «versión asiria» con Ashur como héroe; en realidad, solo se conservan tres fragmentos de la versión asiria.
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