Resumen del libro:
En El engaño, Philip Roth disecciona, mediante retazos de conversaciones de dos amantes, las pasiones que exponen al adulterio.
«Con el amante la vida cotidiana retrocede», escribe Philip Roth, y exhibiendo su habilidad como genial observador de la pasión humana, presenta en Engaño el mundo claustrofóbico de las relaciones adúlteras con una franqueza sin parangón en la ficción norteamericana.
En el centro de Engaño se encuentran dos adúlteros en su escondite. Él es un escritor americano de mediana edad, llamado Philip y que vive en Londres. Ella es una elocuente, inteligente y bien educada mujer inglesa atrapada en un matrimonio humillante al que, con solo treinta y tantos años, ya casi se ha resignado.
El ritmo de la novela está sostenido en conversaciones, principalmente las que mantiene la pareja antes y después de hacer el amor.
Este diálogo -ácido, rico, lúdico, inquisitivo- es prácticamente todo lo que hay en este libro, y todo lo que es necesario que haya.
—Las anotaré. Empieza tú.
—¿Cómo se llama esto?
—Pues no sé… ¿Cómo lo llamamos?
—Cuestionario sobre el sueño de escaparnos juntos.
—Cuestionario sobre el sueño de escaparse juntos que tienen los amantes.
—Cuestionario sobre el juego de escaparse juntos que tienen los amantes maduros.
—No eres madura.
—Claro que lo soy.
—Me pareces joven.
—¿De veras? Bien, desde luego eso tiene que aparecer en el cuestionario. Los dos candidatos han de responder a todas las preguntas.
—Empieza.
—¿Qué es lo que te irrita más de mí?
—¿Qué es lo más insoportable de ti cuando estás insoportable?
—¿Eres realmente tan animado? ¿Se corresponden tus niveles de energía?
—¿Eres una extravertida bien equilibrada y encantadora o una reclusa neurótica?
—¿Cuánto tiempo pasará antes de que te sientas atraído por otra mujer?
—O por otro hombre.
—Nunca debes envejecer. ¿Piensas lo mismo respecto a mí? ¿Piensas en ello alguna vez?
—¿Cuántos hombres o mujeres has de tener en un momento determinado?
—¿Cuántos hijos deseas que obstaculicen tu vida?
—¿Hasta qué punto eres disciplinada?
—¿Eres completamente heterosexual?
—¿Tienes alguna idea concreta de lo que te interesa de mí? Sé precisa.
—¿Acostumbras a mentir? ¿Me has mentido ya? ¿Crees que mentir es algo normal o te parece censurable?
—¿Esperarías que te dijeran la verdad si la exigieras?
—¿Exigirías la verdad?
—¿Crees que tener un carácter generoso es una debilidad?
—¿Te preocupa ser débil?
—¿Te preocupa ser fuerte?
—¿Cuánto dinero puedes gastar sin que te sepa mal? ¿Me dejarías la tarjeta Visa sin hacer preguntas? ¿Me concederías cierta libertad para disponer de tu dinero?
—¿En qué aspectos ya te decepciono?
—¿Qué te incomoda? Dímelo. ¿Lo sabes siquiera?
—¿Cuáles son tus sentimientos acerca de los judíos?
—¿Vas a morir? ¿Estás física y mentalmente en buenas condiciones? Sé concreto.
—¿Preferirías a otro más rico?
—¿Cuál sería tu grado de ineptitud si nos descubrieran? ¿Qué dirías si alguien entra a por esa puerta? ¿Quién soy yo y por qué todo va bien?
—¿Qué cosas me ocultas? Veinticinco. ¿Alguna más?
—No se me ocurre ninguna.
—Espero ansiosamente tus respuestas.
—Y yo las tuyas. Tengo una.
—¿Cuál?
—¿Te gusta lo que llevo puesto?
—Me pones en un aprieto.
—En absoluto. Cuanto más trivial es el defecto, más enojo inspira. En eso tengo experiencia.
—Muy bien. ¿La última pregunta?
—La tengo, la tengo. La última pregunta. ¿De alguna manera, en alguna esquina de tu corazón, albergas todavía la ilusión de que el matrimonio es una aventura romántica? De ser así, eso podría ser la causa de muchos conflictos.
…