El tigre
Resumen del libro: "El tigre" de Joël Dicker
A los diecinueve años Joël Dicker se presentó a un concurso literario juvenil con su relato largo El tigre. Más tarde, la presidenta del jurado le confesaría que lo habían desestimado porque no parecía creíble que una persona tan joven lo hubiera escrito. Ocho años después, Dicker obtuvo el Gran Premio de la Academia Francesa y el Premio Goncourt des Lycéens con La verdad sobre el caso Harry Quebert, que se convirtió en un fenómeno literario.
En este primer gran relato, deudor de sus admirados clásicos rusos y anglosajones, Dicker se enfrenta ya a sus temas preferidos (dilemas existenciales, las grandes preguntas, la violencia y la posibilidad de redención) y demuestra su extraordinaria capacidad de atraparnos con una historia poderosa y unos personajes que se graban a fuego.
La noticia había corrido por San Petersburgo, la capital, como un reguero de pólvora. En ese canicular agosto de 1903, no se hablaba de otra cosa, desde los aterciopelados salones de los aristócratas hasta los hogares más humildes, que tiritaban deliciosamente de terror al amparo de la ciudad. Los niños jugaban a recrear el suceso y se divertían sorprendiendo a los que paseaban a orillas del Neva. Hasta el Zar parecía preocupado: en la otra punta del país, en la intrigante Siberia, glacial en invierno y abrasadora en verano, una aldea entera había sido masacrada. El «caso» había salido a la luz gracias a dos monjes que, de viaje por el país, habían querido detenerse en Tibié, el pueblo en cuestión, en el que habitaban solo mujiks. Ni rastro por allí, en la dura taiga, de grandes mansiones señoriales rodeadas de jardines elegantemente cuidados, sino hogares de madera y adobe, que dejaban filtrar el frío del invierno y los ardores del verano. Tibié era uno de esos pueblos construidos en medio de inmensas extensiones de tierra a duras penas cultivable, y cuyas casas, separadas unas de otras por cercados endebles destinados a guardar un puñado de vacas esqueléticas y viejos caballos de tiro, se apilaban en torno a una plaza central.
A lomos de sus mulas, los dos monjes habían llegado a Tibié una calurosa mañana de finales de julio, con la garganta seca y las provisiones para el camino agotadas. Contaban con la generosidad de los aldeanos, pobres pero piadosos, por lo que les sorprendió no encontrar a nadie en el campo, labrando la tierra o pastoreando algún rebaño hacia praderas con hierba más tierna que los tallos amarillentos que rodeaban el pueblo.
Al principio les inquietó aquella calma insólita, después pensaron que seguramente el calor había obligado a todas aquellas almas a encerrarse tras la ilusoria protección de casas y establos. Hasta que se toparon con un caballo degollado. Después otro, y, además, todo un rebaño de ovejas bañado en un lago de sangre, antes de descubrir, con horror, el cuerpo de un campesino horriblemente mutilado. En ese momento hubiesen podido dar media vuelta y no continuar la ruta hasta el pueblo. Sin embargo, decidieron proseguir su camino empujados no por la curiosidad, sino por su religiosidad: estaba claro que lo que había pasado era grave y que era su deber acudir en ayuda de quien la necesitara. Espolearon a sus monturas y pronto llegaron a Tibié, aterrorizados por lo que iban descubriendo: había cadáveres por doquier. Niños, mujeres, hombres fuertes y ancianos, ganado, perros y gallinas. Todos presentaban las mismas señales de mutilación: parecían haber sido degollados y desgarrados violentamente. En algunos casos, los cuerpos estaban tan desfigurados que ni siquiera un pariente hubiese podido reconocer a uno de los suyos, con los ojos reventados, un agujero en lugar de la nariz, o las entrañas al aire.
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Joël Dicker. Escritor suizo, Joël Dicker estudió Drama en París, pero volvió a Suiza donde estudió Derecho en la Universidad de Ginebra. Dicker ha desarrollado su carrera en lengua francesa, siendo ganador de premios como el Goncourt des Lycéens, el Lire o el Grand Prix de la Academia Francesa.
Dicker se dio a conocer al ganar el Prix des Ecrivains Genevois, un premio destinado a destacar manuscritos sin publicar. Tras este éxito, su primera novela, Los últimos días de nuestros padres, fue publicada en Francia. Pocos meses después se publicó también La verdad sobre el caso Harry Quebert, que se convirtió en todo un fenómeno de ventas a nivel internacional.
Su obra ha sido traducida a más de treinta idiomas y con La verdad sobre el caso Harry Quebert inició su andadura en el mercado en castellano.