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El príncipe que todo lo aprendió en los libros

El príncipe que todo lo aprendió en los libros

El príncipe que todo lo aprendió en los libros

Resumen del libro:

Esta obra maestra va sobre un príncipe que, de tanto leer cuentos de hadas, se cree un príncipe azul. Su padre, el Rey, para hacerle ver que la vida no tiene que ver con los libros que el príncipe lee, le encomienda emprender un viaje para sacarlo de su engaño. Pero en el trascurso del viaje, el príncipe lo confunde todo con seres fantasiosos y situaciones como las que ha leído en sus libros de cuentos. Una vieja es un hada madrina, un señor gruñón y gordo es un ogro, la hija de un rey es la mejor de las princesas, etc. Parece que el príncipe ha perdido la cabeza completamente, y sus dos acompañantes en el viaje tampoco parecen mucho más cuerdos… Pero al final de su aventura, quizá estaremos de acuerdo con el príncipe cuando dice: «Aprendí que es preciso soñar cosas bellas para realizar cosas buenas. ¡Gloria a mis cuentos de hadas! ¡No maldeciré nunca de ellos! ¡Felices los que saben hacer de su vida un bello cuento!».

ESCENA PRIMERA

El Rey y la Reina.

EL REY:

No llores más. La felicidad de nuestro reino exige el sacrificio. El Príncipe sabe todo lo que pueden enseñar los libros y los maestros; pero es preciso que conozca el mundo.

LA REINA:

¿Crees que vale la pena de conocerlo? ¡Bueno está el mundo! ¡Exponer a sus riesgos y maldades al hijo mío; tan hermoso, tan inocente…!

EL REY:

Bueno sería, si la vida pudiera detenerse, si por ley natural no hubiéramos de faltarle cuando aún será muy joven. El cariño de los padres puede levantar murallas que defiendan a los hijos de la maldad y tristezas del mundo; puede fingirles un mundo de ilusiones, que no es el verdadero… Pero al morir nosotros, cuando deba reinar él solo sobre millones de súbditos de toda condición; cuando nadie esté a su lado para quererle con desinterés, para aconsejarle sin malicia, para advertirle sin engaños…

LA REINA:

¿Y para qué han servido entonces tantos maestros?

EL REY:

Para que nuestro hijo se canse de ellos y prefiera a sus lecciones fastidiosas leer cuentos de hadas y encantadores. ¿Te parece poco?

LA REINA:

¿Y esto te agrada? ¿No hubiera sido mejor orden primero las mentiras de los cuentos, después las verdades de la ciencia?

EL REY:

Nunca. Es mejor orden asentar primero el terreno firme y sobre él esparcir la menuda arena en que puedan florecer los rosales, que no dejar caer sobre las flores las duras piedras del terreno firme. Edifiquemos nuestra vida como gótica catedral: bien cimentada abajo, como fortaleza; pero en lo alto, festones florecidos, claros de vidrios multicolores; aligerar la mole, toda de piedra; como si más que armada en la tierra pareciera suspendida en el cielo.

LA REINA:

Bien está. Pero no comprendo lo que el viaje de nuestro hijo pueda significar en todo eso.

EL REY:

Significa el puente que hemos de tender entre la verdad y la ilusión. Ese puente es la vida que va de una a otra y las une y las confunde de tal modo que forma de ellas toda la realidad.

El príncipe que todo lo aprendió en los libros – Jacinto Benavente

Sobre el autor:

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