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El marciano

El marciano

El marciano

Resumen del libro:

Seis días atrás el astronauta Mark Watney se convirtió en uno de los primeros hombres en caminar por la superficie de Marte. Ahora está seguro de que será el primer hombre en morir allí. La tripulación de la nave en que viajaba se ve obligada a evacuar el planeta a causa de una tormenta de polvo, dejando atrás a Mark tras darlo por muerto. Pero él está vivo, y atrapado a millones de kilómetros de cualquier ser humano, sin posibilidad de enviar señales a la Tierra. De todos modos, si lograra establecer conexión, moriría mucho antes de que el rescate llegara. Sin embargo, Mark no se da por vencido; armado con su ingenio, sus habilidades y sus conocimientos sobre botánica, se enfrentará a obstáculos aparentemente insuperables. Por suerte, el sentido del humor resultará ser su mayor fuente de fuerza. Obstinado en seguir con vida, incubará un plan absolutamente demencial para ponerse en contacto con la NASA. Con un final sorprendente, El marciano es una novela brillantemente construida, un delirio ingenioso, con una mecánica del suspense que sorprenderá al lector una y otra vez y le hará perderse en el cosmos de la naturaleza humana y la lucha por la supervivencia. Una experiencia literaria excepcional en gravedad cero.

Presentación

Desde hace años, la distinción (¿pelea?) entre fantasía y ciencia ficción ha ocupado muchas páginas. Pero recientemente, hemos tenido un ejemplo clarísimo de que la ciencia ficción puede acabar cediendo ante la fantasía. Me refiero a la serie CANCIÓN DE HIELO Y FUEGO de George R. R. Martin, uno de los mejores autores de la ciencia ficción mundial que parece haber dejado el género para usar y abusar de la fantasía más clásica.

En el verano de 2013, en la ya habitual visita a España de Joe Haldeman (acompañado como siempre por su amable esposa, Gay), he tenido de nuevo la oportunidad de compartir varias horas y una cena con ambos. Acabamos irremediablemente hablando de Martin y de cómo está explotando el filón de la fantasía en su serie conocida popularmente como Juego de Tronos, que en realidad es el título de la primera de las cinco novelas publicadas hasta hoy.

George R. R. Martin ha cosechado éxitos en todos los ámbitos posibles de la ciencia ficción. Ha escrito novelas cortas imprescindibles como Una canción para Lya o Los reyes de la arena; novelas brillantes e inolvidables como Muerte de la luz, e incluso domina el difícil arte del fix-up de relatos cortos enhebrados conjuntamente, como hizo en la magistral Los viajes de Tuf. Sin embargo, en las dos últimas décadas Martin se ha dedicado a la novela más o menos histórico-fantástica de voluntad épica. Era de esperar que abordara también esa temática y su característica extensión con suma brillantez, y así ha sido.

En 1996 aparecía el primer volumen de un largo proyecto que lleva por título genérico CANCIÓN DE HIELO Y FUEGO. Ha sido un gran éxito y, como derivados, tenemos ya una famosa serie de televisión, un juego de tablero, un juego de cartas acumulativo y una muy buena recepción popular.

Hay diversas maneras de construir una larga serie histórico-fantástica más o menos épica. Desde las novelas puramente históricas sometidas a la necesidad de ser fieles a hechos históricos, hasta versiones mucho más libres como las distintas reelaboraciones que hasta hoy se han hecho, por ejemplo, de la leyenda artúrica, donde solo hay que respetar un mínimo del esquema argumental. Otra manera es la que usaron Tolkien, Le Guin o Bradley en sus narraciones sobre la Tierra Media, Terramar o Darkover respectivamente: inventarlo prácticamente todo.

Martin ha tomado otro camino que no me atrevo a llamar intermedio: la asimilación alterada de hechos conocidos de la historia humana. Como destaca Luis G. Prado: «El mundo que Martin despliega ante nuestros ojos hunde sus raíces en referencias históricas: Poniente es una imagen especular de Gran Bretaña, y las principales familias, los Stark y los Lannister, remedan a los York y los Lancaster de la guerra de las Dos Rosas; la perdida Valyria, medio Roma, medio Atlántida; las oleadas de antepasados, que hacen las veces de celtas, sajones y normandos; los jinetes de las estepas, que recuerdan a los mongoles; los guerreros de las Islas de Hierro, que remiten a los vikingos…».

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