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El libro de los dragones

El libro de los dragones

El libro de los dragones

Resumen del libro:

Una maravillosa selección de los mejores relatos de dragones desde los tiempos de la antigua Grecia hasta el presente, escogidos por uno de los narradores más importantes de nuestro tiempo.
Con el rigor y la pasión característicos de su obra, Roger Lancelyn Green nos ofrece en este volumen una recopilación de historias protagonizadas por dragones, esos enigmáticos y ancestrales seres mitológicos que han fascinado e inspirado las leyendas más emocionantes y aterradoras a lo largo de siglos.
El recorrido comienza en la Antigüedad, pasa por el Medievo y, sin dejar de lado la riqueza creativa que emana del folclore popular, llega hasta tiempos más recientes de la mano de autores como Tolkien, Lewis Carroll y Edith Nesbit.
En El libro de los dragones encontraremos osados caballeros, cavernas tenebrosas, tesoros celosamente custodiados y otras criaturas tan sorprendentes como los propios dragones. Un libro imprescindible para ávidos lectores de todas las edades.

Introducción

¿Qué es un dragón? Esta era la pregunta que solían plantearme hace muchos años, en aquel breve periodo en que estuve dando clases de primaria durante la guerra, cuando contaba las historias de Beowulf, de Sigfrido o los argonautas, y como respuesta se me ocurrió inventarme un pequeño relato.

«En los días remotos y gloriosos, bienamados tiempos aquellos», no había zoos a los que pudiese acudir quien deseara ver qué aspecto tenían los animales de otras tierras. Tampoco había fotografías, y a los viajeros que habían visto leones, tigres y cocodrilos con sus propios ojos tampoco se les solía dar muy bien el dibujo. Ellos describían el aspecto que tenía un leopardo, por ejemplo, y entonces llegaba un artista y dibujaba tres leopardos para el estandarte de la corona; y los pintores que hacían los carteles de las posadas y las tabernas intentaban volver a convertir aquellos seres heráldicos en animales que resultaran naturales, pero sus leopardos tenían mucha más pinta de gatos, y el gesto del rugido feroz del leopardo se tomaba muy fácilmente por una sonrisa…, al menos en Chesire, sin la menor duda (y a buen seguro en Brimstage, cerca de mi casa, donde hay una talla medieval de la cabeza de un gato con una evidente sonrisa que, tal vez, pretendiera ser un leopardo rugiendo).

Pues bien, un viajero regresaba a casa desde Oriente y empezaba a contar historias sobre lo que había visto. «Vi una gran criatura, como un gato salvaje, pero cien veces más grande. Tenía enormes garras blancas lo bastante afiladas como para despedazarte, grandes ojos como si estuvieran en llamas, y dientes largos y afilados. Ahora bien, oí hablar de una criatura con unos dientes mucho peores: vivía en una caverna junto al Nilo, y era como un lagarto, pero no menos de doscientas veces más grande. Tenía unas fauces inmensas, de varios metros, capaces de levantar la mandíbula superior tanto como para poder tragarse a un hombre, aunque no le hacía falta, porque sus dientes estaban afilados como una sierra en la mandíbula superior y en la inferior […]. Y conocí a un hombre que me habló de unas serpientes de la India de quince metros de largo capaces de tragarse un buey de un bocado: decía que estaban cubiertas de escamas, aunque no tan duras como las del cocodrilo de Egipto […]. Y algunas serpientes se pueden quedar mirando a un pájaro —o a un hombre, me imagino— y cautivarlo para que no solo no pueda huir, sino que se acerque a ellas tranquilamente, igual que hacen las víboras en nuestro país con algunos pájaros, que los dejan fascinados, o como los armiños cazan conejos […]. Ah, y dicen que hay serpientes que echan una ponzoña por la boca, tan venenosa que quema como un fuego líquido […]. Y cuentan de algunas aves de aquellas tierras lejanas que son lo bastante grandes y fuertes como para llevarse a una oveja adulta por los aires: he oído decir que pueden incluso con una vaca […]. Algunos cuentan que hay aves con el pico de un águila y el cuerpo de un león: a estos los llaman “grifos”. Yo nunca he visto uno, pero un caballero cruzado al que conocí había visto su figura esculpida en unas tallas en Grecia, y eran enormes».

La gente que tan solo ha oído una descripción como esta de leones, cocodrilos, serpientes pitón, cobras, águilas, así como de las esfinges y los grifos tallados del tesoro de Naxos en Delfos no consigue hacerse una idea muy clara del auténtico aspecto que tenían todas estas criaturas. Y bien pudo ser que algunos de ellos se hicieran un lío cuando quisieron contar lo que habían oído:

El libro de los dragones – Relatos de Aventuras

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