Resumen del libro:
El juego de las nubes recopila algunas de las anotaciones que Johann Wolfgang Goethe realizó a modo de diario sobre sus observaciones de nubes. Como señala la traductora, Isabel Hernández, en su epílogo, «Es en 1815 cuando el autor alemán empezó a interesarse seriamente por el estudio de las mismas a raíz de la lectura de la obra que el inglés Luke Howard publicara en 1803 sobre la clasificación de las nubes: On The Modifications of Clouds.[…] Las nubes son para el científico de Weimar seres animados que reaccionan en función de las condiciones de la tierra y de su fuerza de atracción, puesto que no son ni fijas ni volátiles, sino, como todo en la naturaleza, formas en constante transformación. Es por eso por lo que la observación de los fenómenos atmosféricos tiene siempre para él una vertiente empírica y otra simbólica: la primera se manifiesta en sus estudios científicos, la segunda en sus textos literarios».
LA MAÑANA
Martes, 16 de mayo
Todo el cielo levemente cubierto, pero muy gris, imposible ver ni el sol ni la atmósfera.
Lunes, 22 de mayo
A las nueve de la mañana parecía que iba a aclarar por completo, cosa que, de hecho, ocurrió, aunque con interrupciones; la región inferior de la atmósfera continuaba oscura por acción de la niebla ascendente. En algunos breves momentos se veían nubes más altas que se mostraban más constantes. Lo mismo a intervalos hasta la noche.
Viernes, 5 de mayo
Llegan nubes que podrían considerarse como estratos, aunque, a finales de verano y en otoño, estas mismas tenían un aspecto muy diferente: eran más fáciles de ver y pasaban por una zona más alta, de la que bien habrían podido definirse su posición y su situación a tenor de las mediciones llevadas a cabo en mis primeros apuntes.
Miércoles, 26 de abril
El barómetro había descendido un poco; aun con todo, el cielo estaba completamente limpio al amanecer, tan solo algunas líneas de nubes en el horizonte, al Norte. Viento en calma antes y después de salir el sol, los gallos cantaban. Toda la mañana hasta mediodía el cielo absolutamente limpio. En Eger nos dimos cuenta de que el barómetro había bajado, pero sin más detalle. El cielo estuvo todo el día limpio e igual de perfecto durante la noche.
Sábado, 6 de mayo
Cielo completamente claro, pero no por mucho tiempo, porque empezaron a llegar nubes procedentes del Norte y se fueron expandiendo poco a poco, aunque de forma aislada, por todo el cielo. Lo mismo durante todo el día. Por la noche, despejado.
Viernes, 12 de mayo
Cielo levemente cubierto por franjas de nubes, no hay un azul nítido en toda la atmósfera, viento en calma, apuntando a vientos de componente Sur. La observación de ayer resultó mucho más decisiva. Las nubes procedentes del Sur, más en forma de copos que apelotonadas, se disiparon en franjas alargadas y en hilos ascendentes, y también en esta ocasión tal operación pareció tener lugar a menor altitud que de costumbre; asimismo, los cirros resultantes de ello tenían una forma muy distinta a la de costumbre, más alta, porque los hilos ascendentes y las franjas levemente torcidas volvían a transformarse en nubecitas en su extremo superior, hasta que el cielo fue cubriéndose poco a poco.
Viernes, 28 de abril
Debido a su naturaleza, los cúmulos pueden verse principalmente flotando en una región intermedia: un montón de ellos pasan uno tras otro en largas filas, por arriba recortados, en el centro rechonchos, abajo rectos, como si se apoyaran sobre una capa de aire. Si el cúmulo sube, lo absorbe el aire de arriba, que a su vez lo disuelve y lo transporta a la región de los cirros; si baja, se vuelve más pesado, más gris, menos receptivo a la luz, descansa sobre una base de nubes horizontal y alargada, y abajo se transforma en estrato. Vimos cómo estas formas pasaban en toda su variedad por el semicírculo del cielo de poniente, hasta que la capa inferior de nubes, más pesada, atraída por la tierra, se vio obligada a descender en franjas de lluvia.
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