La historia se desarrolla en tres días y está dividida en tres cantos. El grillo, símbolo de la paz en los hogares humildes, es el eje del relato: en el primer canto, el grillo está feliz; en el segundo, guarda silencio; en el tercero, vuelve a cantar de nuevo. Dickens ha escrito un poema en prosa sobre la vida del hogar y el cariño conyugal, un esbozo de la vida de las personas sencillas. Conjuga las principales habilidades de Dickens. Por un lado, el humor con el que presenta a sus personajes (la sordera del misterioso viejo, el descuidado bebé cuya cabeza golpea con las paredes) o dialoga burlonamente con el lector; por el otro, la utilización de los recursos básicos de la trama, desde la insólita casualidad hasta el reconocimiento de los personajes (lo que los griegos llamaban anagnórisis).
EL PRIMER CHIRRIDO
El puchero tuvo la culpa de todo. No me repitáis, por favor, lo que a la señora Peerybingle se le ocurrió decir. Yo sé mejor que ella cómo sucedió. La señora Peerybingle puede pasarse la vida, si así lo desea, afirmando que no sabe cuál de los dos empezó primero; pero yo sí sé que fue el puchero. Creo que estaba en situación de saberlo. El puchero comenzó unos cinco minutos antes de que el grillo diera su primer chirrido, según el relojito holandés de caja encerada, situado en el rincón.
¡Como si el reloj no hubiese cesado de tocar, ni el convulso segadorcito que lo culmina no hubiese terminado de dar golpes de derecha a izquierda con su guadaña, frente a un palacio morisco, y no hubiese segado la mitad de un acre de un imaginario césped, antes de que el grillo hubiese dado señales de existencia!
Porque no es que yo sea testarudo. Todo el mundo sabe que jamás pretendería imponer mi opinión personal contra la de la señora Peerybingle, a menos que estuviera absolutamente seguro de todos y cada uno de los detalles respectivos. Nada puede inducirme a adoptar tal actitud: Pero es que se trata de una cuestión de hecho. Y el hecho resulta ser que el puchero fue quien comenzó por lo menos cinco minutos antes de que el grillo diese señal alguna de su existencia; y, si se me contradice, entonces afirmaré rotundamente que fueron diez.
Dejadme, pues, que explique exactamente cómo sucedió. Voy a comenzar el relato desde un principio, y ello por la simple consideración de que, si tengo que narrar una historia, es preciso que la empiece por su inicio, y ¿cómo puedo hacerlo sin empezar por el puchero?
Parece como si hubiese habido algo así como una especie de competencia o demostración de habilidad —no sé si me hago entender— entre el puchero y el grillo. Y de esto es de lo que se trata en el fondo y lo que vais a juzgar.
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Sobre el autor:
Charles Dickens. Nacido el 7 de febrero de 1812 en Portsmouth, Inglaterra, se erige como uno de los más influyentes y aclamados novelistas de la literatura victoriana. Su vida y obra resplandecen con una complejidad que captura los matices de su época y trasciende las barreras temporales, dejando un impacto perdurable en la literatura y la sociedad.
Dickens experimentó una infancia turbulenta marcada por la pobreza y las dificultades. Su padre fue encarcelado por deudas, lo que llevó al joven Charles a trabajar en una fábrica de betún y a vivir momentos de penuria que dejaron una huella profunda en su sensibilidad hacia los desfavorecidos. Estas experiencias se reflejaron de manera tangible en sus obras, impregnando sus historias con una empatía sincera hacia los marginados y una denuncia de las injusticias sociales.
A pesar de las adversidades, Dickens demostró una mente aguda y un amor por la literatura desde una edad temprana. Sus experiencias juveniles en la fábrica y su posterior educación informaron su perspectiva única sobre la vida y la humanidad. A medida que maduraba, su carrera literaria despegó con la publicación de su primera obra serializada, "Los papeles póstumos del Club Pickwick", en 1836. Este trabajo, caracterizado por su humor y su aguda observación de la sociedad, le otorgó una notoriedad repentina y lo catapultó al estrellato literario.
La pluma de Dickens destiló una maestría en la creación de personajes memorables y vibrantes, como Oliver Twist, Ebenezer Scrooge y David Copperfield. Sus tramas cautivantes a menudo revelaban las profundidades de la condición humana y criticaban las desigualdades sociales y las instituciones opresivas. Además, su estilo narrativo meticuloso, su habilidad para tejer múltiples tramas y su capacidad para alternar entre comedia y tragedia confirman su estatus como un maestro de la narración.
El autor también fue un pionero en la publicación serializada, lo que permitía a un público más amplio acceder a sus historias. Sus novelas fueron consumidas con avidez por las masas, tanto en Inglaterra como en el extranjero, y su influencia se expandió más allá de la literatura, impactando en la conciencia social y política de la época.
Dickens no solo fue un autor prolífico, sino también un activista y filántropo comprometido. Sus lecturas públicas atrajeron multitudes y recaudaron fondos para obras de caridad, y abogó por reformas sociales, educativas y laborales. Su incansable dedicación al bienestar de los menos privilegiados se manifestó en su ficción y en sus acciones en la vida real.
La vida de Charles Dickens llegó a su fin el 9 de junio de 1870, pero su legado se mantiene vibrante. Sus obras siguen siendo estudiadas, adaptadas y amadas en todo el mundo, y su capacidad para conmover, entretener y estimular la reflexión perdura en las páginas de sus novelas. A través de su escritura y su compromiso social, Dickens se inmortalizó como un titán literario que trasciende el tiempo y las fronteras, dejando una marca indeleble en la literatura y en la conciencia colectiva.