Resumen del libro:
Publicada en 1641, con el subtítulo de Novelas de la otra vida es la obra más conocida de Luis Vélez de Guevara, escrita en un estilo muy conceptista. El personaje era ya popular en la cultura castellana del siglo XVII y estaba fijado en refranes, dichos y canciones, pero la referencia más conocida es la de esta novela, que recogió las andanzas de este personaje popular, junto al personaje del hidalgo “estudiante” Don Cleofás Leandro Pérez Zambullo, en el Madrid de la época.
En el Madrid de los Austrias un estudiante que huye de la justicia, don Cleofás, entra en una buhardilla de un astrólogo y allí libera a un diablo encerrado en una redoma, quien en agradecimiento, levanta los tejados de Madrid y le enseña todas las miserias, trapacerías y engaños de sus habitantes. El Diablo Cojuelo es un diablo que, lejos de ser una forma maligna, se le representa como «el espíritu más travieso del infierno», trayendo de cabeza a sus propios congéneres demoníacos. Se dice así mismo como inventor de danzas, música y literatura de carácter picaresco y satírico. Siendo uno de los primeros ángeles en levantarse en celestial rebelión, fue el primero en caer a los infiernos, aterrizando el resto de sus «hermanos» sobre él, dejándole «estropeado» y «más que todos señalado de la mano de Dios». De ahí viene su sobrenombre de «Cojuelo». Pero no por cojo es menos veloz y ágil.
El diablo le pide que le dé la libertad y Cleofás accede. A cambio, el que se presenta como Diablo Cojuelo lleva al hidalgo a un mágico viaje en el que, por ejemplo, ve desde las alturas el interior de las casas de Madrid como si las hubieran despojado del techo, o también, viaja por los aires a Toledo y a Sevilla y desde allí, en un espejo, ve como “televisado” las principales calles de Madrid cuando salen a pasear los notables de la ciudad. Al final, el Diablo Cojuelo, perseguido por otro diablo que tiene la orden de devolverle al infierno, es acorralado y se mete de un salto por la boca de un escribano que bostezaba. El perseguidor se lleva consigo a escribano y diablo.
Prólogo
Luis Vélez de Guevara —como dije en otra ocasión— fué tan pobre, que bien puede dudarse si en algún tiempo de su vida llegó a tener dos trajes en mediano uso; pero, en cambio, a los doscientos y mas años de su muerte tiene dos biografías diversas: la que le inventaron algunos escritores, que es la mas conocida, y la que despacio y a retazuelos, como de limosna, pero sólidamente, le vamos escribiendo algunos investigadores de nuestra historia literaria.
Según la primera de entrambas biografías, Vélez nació en Ecija por enero de 1570, estudió Leyes en la Universidad de Sevilla y vino a ejercer su profesión a la Corte, en donde muy luego ganó estimación y fama por su sagacidad, gracejo y elocuencia. Defendiendo a cierto criminal captó a los jueces con su donaire; pero como el fiscal apelase de la benigna sentencia dictada, el reo fué condenado a muerte, y Luis Vélez a pagar una multa. Tuvo noticia de ello el Rey, y cuando conversó con el festivo abogado prendóse tanto de él, que no sólo le perdonó la multa, y la vida al delincuente, sino que, además, ya no pudo pasar sin el trato de Vélez de Guevara, a quien protegió sobremanera.
Esto fué lo que suele llamarse hablar de memoria, porque en todo el relato no hay otra cosa verdadera que lo de ser Ecija la patria del escritor. Y lo realmente sucedido y cierto es, en este caso como en otros muchos, menos bello y agradable que la mentira. Véamoslo.
Luis Vélez de Guevara nació en Ecija, a fines de julio de 1579, de padres hidalgos, pero pobres: sabido es que la hidalguía y la pobreza casi siempre anduvieron juntas. Estudió la Gramática en su ciudad natal, y por julio de 1596 se graduó de bachiller en Artes en la Universidad de Osuna, eximiéndose por pobre de pagar los derechos académicos. Seguidamente entró a servir como paje a don Rodrigo de Castro, cardenal arzobispo de Sevilla, a quien acompañó en el viaje que hizo a Madrid y a Valencia para asistir en las bodas de Felipe III y doña Margarita de Austria, de las cuales y de sus esplendorosas fiestas trató el poeta adolescente en un poemita que hizo imprimir en Sevilla, a su regreso.
Murió el Cardenal en septiembre de 1600; pero a esta sazón no perduraba Vélez en su palacio, pues, ya harto talludo para paje, dos meses antes había dejado su empleo, a fin de abrazar la profesión de las armas. Él, en un memorial dirigido al Rey, dijo haber permanecido seis años en la milicia; pero que exageró en cuanto a la duración de su vida soldadesca demuéstrase con otras palabras suyas, porque él mismo, muchos años antes, había declarado que en el estío de 1603 estaba en Valladolid, y en tal declaración, prestada en Sevilla a 26 de mayo de 1604 e inédita hasta ahora, llamábase nuestro poeta, sin mencionar para cosa alguna la cualidad de soldado, «vecino al presente en esta ciudad, en la collación de Santa Marina».
Ya apellidándose Vélez de Guevara, en lugar de Vélez de Santander, como se había llamado hasta poco antes, escribió y publicó en 1608 un nuevo opúsculo poético intitulado Elogio del Ivramento del sereníssimo Príncipe don Felipe Domingo, Quarto deste nombre, y en la portada de esta obrita se decia criado del Conde de Saldaña. Había entrado, en efecto, a su servicio como gentilhombre antes o poco después de enviudar de su primer matrimonio: del primero de los cuatro con que probó su grande afición a este santo sacramento.
…