Resumen del libro:
El cuento del cortador de bambú narra la historia de la princesa Kaguya. La pequeña, de tamaño tan diminuto que cabe en la palma de la mano, es milagrosamente descubierta en el interior de un tronco de bambú por el anciano leñador Okina, quien la criará junto a su esposa como si de su propia hija se tratase. La princesa crecerá y se convertirá en una hermosa joven cuya excepcional belleza atraerá a multitud de pretendientes, a los que someterá a pruebas imposibles. No obstante, ninguno de ellos será aceptado por la princesa. Hasta el mismísimo emperador del Japón, prendado de tan sublime beldad, será rechazado. El motivo no es otro que el misterio que envuelve el verdadero origen de Kayuga y que determinará el desenlace final de la historia. Considerada como el primer relato de ficción de la literatura japonesa escrito con el sistema silábico «kana» y precursora del género «monogatari» que florecería a lo largo de la época Heian, esta joya del siglo X no solo nos explica el origen del nombre del monte Fuji, sino que también, con refinamiento y sensibilidad, nos traslada a un pasado mítico envuelto en leyenda.
El nacimiento de la princesa Kaguya
Había una vez, hace ya muchos años, en el antiguo Japón, un anciano leñador llamado Sanuki no Miyatsuko que dedicaba la mayor parte de su día a adentrarse en los bosques de bambú y recolectar los mejores tallos.
Sin embargo, un día oteó a lo lejos un tronco resplandeciente y brillante como no había visto nunca antes, así que, indeciso, decidió acercarse a inspeccionar más de cerca ese fenómeno de la naturaleza. Cuando se encontró frente al tallo de bambú observó atónito como una luz blanca salía de su interior. El resplandor emanaba de una diminuta niña de apenas diez centímetros que yacía dentro del bambú.
—Día y noche durante muchos años he estado trabajando en este bosque y jamás había encontrado tamaña maravilla. Sin duda, los dioses la han puesto aquí para que yo la convierta en mi hija, y así lo haré —exclamó el leñador. Acto seguido, tomó a la niña, se la puso cuidadosamente en la palma de la mano y se dirigió a casa.
Al llegar y mostrarle a la niña, la mujer del leñador se emocionó sobremanera, pues por fin tenían descendencia. Como la niña era todavía muy pequeña, la mujer decidió usar un cesto hecho de varitas de bambú a modo de cuna y criarla como si fuese su propia hija.
A partir de ese día, el anciano siguió aventurándose como siempre por los bosques de bambú en busca de las mejores cañas. Sin embargo, cuando cortó el primer tallo, gran cantidad de oro brotó de su interior. Pero, lejos de pasar una vez, en cada ocasión que el leñador cortaba una caña de bambú, salía de su interior más oro que la vez anterior. Así, la pareja de ancianos fue convirtiéndose paulatinamente en una de las más ricas del lugar.
Gracias a la fortuna conseguida del interior del bambú, los ancianos pudieron dar toda clase de comodidades a su pequeña hija, que creció y creció hasta convertirse en adulta en un período de apenas tres meses.
Como su hija ya era toda una mujer en edad de casarse, los ancianos decidieron celebrar la ceremonia de su mayoría de edad. Le recogieron el cabello en alto y la vistieron con un kimono acorde a su nuevo estatus. Además, también dispusieron guardarla lejos de los ojos de los demás en la medida de lo posible, como si de su joya más preciada se tratase.
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