Resumen del libro:
El caballero de las botas azules, de Rosalía de Castro, es una novela fascinante y poco conocida, a pesar de su relevancia dentro de la producción narrativa de la autora gallega. Aunque la obra arranca con una estructura teatral en sus primeros capítulos, rápidamente se convierte en una pieza narrativa que combina la sátira y la fantasía de manera magistral. El personaje central, el misterioso caballero de las botas azules, es un enigma que nunca revela su identidad, lo que refuerza el tono fantástico y simbólico de la obra.
El caballero guía al lector por un retrato mordaz de la alta sociedad madrileña del siglo XIX. A través de sus ojos, Rosalía de Castro desnuda las hipocresías, frivolidades y vanidades que dominan a esta élite. La autora no solo critica la ligereza de la clase alta, sino que también parodia el propio sistema literario de su época, que, según ella, adolece de los mismos defectos que la sociedad a la que intenta complacer. Cada escena es un reflejo de las costumbres sociales del momento, con un marcado sentido del humor y una mirada crítica aguda.
La prosa de Castro, rica en ironía y cargada de observaciones sobre la condición humana, convierte la lectura en una experiencia que mezcla entretenimiento y reflexión. El caballero actúa como un hilo conductor que enlaza una serie de relatos menores, creando un mosaico vibrante de personajes y situaciones que, aunque fantásticos, son un reflejo de las realidades de su tiempo. La novela es, por tanto, un cuadro de costumbres que va mucho más allá de la simple crítica social, al incluir una profunda meditación sobre la naturaleza del ser humano y su inclinación a la superficialidad.
Rosalía de Castro, conocida sobre todo por su poesía, demuestra en esta obra su talento para la prosa. A menudo asociada con el movimiento romántico, Castro se aleja aquí de la sentimentalidad excesiva que caracteriza a muchos de sus contemporáneos y utiliza la fantasía para hacer una crítica mordaz y lúcida. Aunque la novela ha permanecido a la sombra de su poesía, El caballero de las botas azules confirma la versatilidad de la autora y su capacidad para transitar entre géneros con destreza y originalidad.
Esta novela es una joya oculta de la literatura española, que invita a ser redescubierta por nuevas generaciones de lectores.
UN HOMBRE Y UNA MUSA
I
HOMBRE
Ya que has acudido a mi llamamiento, ¡oh musa!, escúchame atenta y propicia, y haz que se cumpla mi más ferviente deseo.
MUSA, oculta tras una espesa nube.
Habla, y que tu lenguaje sea el de la sinceridad. Mi vista es de lince.
HOMBRE
De ese modo podrás conocer mejor la idea que me anima. Pero quisiera que se disipase el humo denso que te envuelve. ¿Por qué tal recato? ¿Acaso no he de conocerte?
MUSA
No soy recatada, sino prudente; así que te acostumbres a oírme, te acostumbrarás a verme. Di en tanto, ¿qué quieres?
HOMBRE
¡Hasta las musas son coquetas!
MUSA
Considera que soy musa, pero no dama, y que no debemos perder el tiempo en devaneos.
HOMBRE
¡Qué esquivez!… pero seré obediente, en prueba de la sumisión que te debo. Yo quiero que mi voz se haga oír, en medio de la multitud, como la voz del trueno que sobrepuja con su estampido a todos los tumultos de la tierra; quiero que la fama lleve mi nombre de pueblo en pueblo, de nación en nación y que no cesen de repetirlo las generaciones venideras, en el transcurso de muchos siglos.
MUSA
¡Necio afán el de la gloria póstuma, cuyo ligero soplo pasará como si tal cosa sobre el esparcido polvo de tus huesos! Cuídate de lo presente y deja de pensar en lo futuro, que ha de ser para ti como si no existiese.
HOMBRE
¿Y eres tú, musa, a quien he invocado lleno de ardiente fe, la que me aconsejas el olvido de lo que es más caro a un alma ambiciosa de gloria? ¿Para qué entonces la inspiración del poeta?
MUSA
¡Locas aprensiones!… El bien que se toca es el único bien; lo que después de la muerte pasa en el mundo de los vivos, no es nada para el que ha traspasado el umbral de la eternidad.
HOMBRE
¿Qué estoy oyendo? ¿Aquella de quien lo espero todo se atreve a llamar nada al rastro de luz que el genio deja en pos de sí? La gloria póstuma, ¿es asimismo una mentira?
MUSA
¡Cesa!… ¡Cesa!… si quieres ser mi protegido. No entiendo nada de glorias póstumas, ni de rastros de luz. El poder que ejerzo sobre el vano pensamiento de los mortales, acaba al pie del sepulcro.
HOMBRE
Estoy confundido… ¡Qué respuestas… qué acritud, qué indigna prosa!… Tú no eres musa, sino una gran bellaca, tan cierto como he nacido nieto de Adán.
MUSA
He ahí una franqueza poco galante y de mal gusto en boca de un genio.
HOMBRE
¿También irónica? ¡Oh! ¿De qué baja ralea desciendes, deidad desconocida? ¿Te pareces por ventura a las otras musas tan cándidas, tan perfumadas y tan dulces como la miel? ¿Si tendré que llorar a mis antiguas amigas de quienes ingrato he renegado por ti?
MUSA
¿Tú llorar…? ¿Cómo de esos ojos acostumbrados a sostener las iras de los tiranos, pudiera destilarse ese fuego de dolor que el corazón del hombre sólo exprime en momentos supremos?
HOMBRE
¡Taimada! Las lágrimas son patrimonio de todos.
MUSA
Sea, mi pequeño Jeremías; pero tú sabes que has acudido a mí, fatigado de recorrer las obligadas alamedas del Parnaso. Allí, el vibrante son de las cuerdas del arpa, la armoniosa lira, el eco de la flauta, el murmurio de los arroyos y el canto matinal de los pájaros, habían llegado a poner tan blando tu corazón, tan quebrantado tu ánimo, y tu espíritu tan flojo y vacilante, que, pobre enfermo, sintiendo escapársete la vida, te volviste ansioso hacia mí, para respirar el airecillo regenerador, que yo agitaba vigorosamente con mis alas invisibles.
…