TODO parece indicar que este Arte de pagar sus deudas o Manual de Derecho Comercial, publicado anónimamente en 1827, en la imprenta regentada por el propio Balzac, no sea sino una primera versión (escrita en colaboración con su amigo Emile Marco de Saint-Hilaire, escritor especializado luego en la historia de la época napoleónica) del Manual del hombre de negocios (Manuel de l’homme d’affaires par un principal clerc d’avoué et de notaire), un original que el joven (y siempre necesitado de efectivo) Balzac ofreció a finales de 1828 al librero y editor Levavasseur y por el que recibió 200 francos de adelanto; aunque finalmente el libro nunca llegara a entregarse ni, por tanto, a editarse. El arte de pagar sus deudas sin gastar un céntimo es, en todo caso, una deliciosa broma literaria y una pequeña obra maestra; sin duda mucho más de actualidad en nuestros días que en el momento en el que fue escrita, hace ya más de 180 años; lo que no es sino una prueba más (y de lo más rotunda y práctica) de que los verdaderos genios, y Balzac lo fue, se adelantan siempre a su época.
PRÓLOGO DEL EDITOR
DE LA EDICIÓN FRANCESA DE 1827
El autor de El arte de ponerse la corbata entrega al mundo una obra que no es suya, pero que a pesar de eso le va a granjear una gran cantidad de enemigos y, sin duda, difamaciones y persecuciones. Imaginamos lo que proclamará una masa de supuestas almas enhiestas: «¿Cómo? Ese Barón de l’Empésé quiere establecer como ciencia el abominable arte de darle bellas palabras a un honorable acreedor, en vez de dinero en efectivo. ¡Pero si esto es una infamia, una historia inaudita! ¡A un hombre así habría que encerrarlo!…».
De inmediato surgen clamores de detrás de los mostradores de todos los negociantes, fabricantes comerciantes; ya que unos no ven más allá de su letrero y otros tienen una filosofía no más amplia que el suelo de su local.
Tan sólo el mero anuncio de este libro bastará para que el miedo se apodere del propietario, del tabernero, o del vendedor de limonada, del sastre, de la lavandera, del zapatero, del sombrerero, del comerciante de gorros y del de vino, del panadero, del carnicero, del droguero, etc., e incluso del librero. Todas las pequeñas facturas que hasta ahora dormían profundamente van a despertar de inmediato para espantar al humilde funcionario, o al inútil vendedor de elegancia, al artesano laborioso, lo mismo que al rentista egoísta.
Es realmente una desgracia. Pero los grandes escritores del siglo diecinueve ya lo decían: «El reino de la luz crece día a día… La especie humana marcha por los caminos de la evolución… La nación francesa no se puede quedar atrás… Los unos tienen demasiado, los otros no tienen suficiente» etc. Acuérdense sólo de ésto: mientras que nada más se reflexione sobre insignificantes detalles, al final siempre se terminará por decir estupideces. Hay que captar las grandes esferas de los intereses sociales, y tener en cuenta los asuntos de la colectividad. Todo lo demás se produce automáticamente. ¿Pero qué es un solo individuo comparado con la masa?
…
Sobre el autor:
Honoré de Balzac. (Tours, 20 de mayo de 1799 - París, 18 de agosto de 1850). Escritor francés de novelas clásicas que figura entre las grandes figuras de la literatura universal. Su nombre original era Honoré Balssa y nació en Tours, el 20 de mayo de 1799. Hijo de un campesino convertido en funcionario público, tuvo una infancia infeliz. Obligado por su padre, estudió leyes en París de 1818 a 1821. Sin embargo, decidió dedicarse a la escritura, pese a la oposición paterna. Entre 1822 y 1829 vivió en la más absoluta pobreza, escribiendo teatro trágico y novelas melodramáticas que apenas tuvieron éxito.
En 1825 probó fortuna como editor e impresor, pero se vio obligado a abandonar el negocio en 1828 al borde de la bancarrota y endeudado para el resto de su vida. En 1829 escribió la novela Los chuanes, la primera que lleva su nombre, basada en la vida de los campesinos bretones y su papel en la insurrección monárquica de 1799, durante la Revolución Francesa. Aunque en ella se aprecian algunas de las imperfecciones de sus primeros escritos, es su primera novela importante y marca el comienzo de su imparable evolución como escritor. Trabajador infatigable, Balzac produciría cerca de 95 novelas y numerosos relatos cortos, obras de teatro y artículos de prensa en los 20 años siguientes. En 1832 comenzó su correspondencia con una condesa polaca, Eveline Hanska, quien prometió casarse con Balzac tras la muerte de su marido. Éste murió en 1841, pero Eveline y Balzac no se casaron hasta marzo de 1850. Balzac murió el 18 de agosto de 1850.
En 1834 concibió la idea de fundir todas sus novelas en una obra única, La comedia humana. Su intención era ofrecer un gran fresco de la sociedad francesa en todos sus aspectos, desde la Revolución hasta su época. En una famosa introducción escrita en 1842 explicaba la filosofía de la obra, en la cual se reflejaban algunos de los puntos de vista de los escritores naturalistas Jean Baptiste de Lamarck y Étienne Geoffroy Saint-Hilaire.
Balzac afirmaba que así como los diferentes entornos y la herencia producen diversas especies de animales, las presiones sociales generan diferencias entre los seres humanos. Se propuso de este modo describir cada una de lo que llamaba "especies humanas". La obra incluiría 150 novelas, divididas en tres grupos principales: Estudios de costumbres, Estudios filosóficos y Estudios analíticos. El primer grupo, que abarca la mayor parte de su obra ya escrita, se subdivide a su vez en seis escenas: privadas, provinciales, parisinas, militares, políticas y campesinas. Las novelas incluyen unos dos mil personajes, los más importantes de los cuales aparecen a lo largo de toda la obra. Balzac logró completar aproximadamente dos tercios de este enorme proyecto.
Entre las novelas más conocidas de la serie figuran Papá Goriot (1834), que narra los excesivos sacrificios de un padre con sus ingratas hijas; Eugenia Grandet (1833), donde cuenta la historia de un padre miserable y obsesionado por el dinero que destruye la felicidad de su hija; La prima Bette (1846), un relato sobre la cruel venganza de una vieja celosa y pobre; La búsqueda del absoluto (1834), un apasionante estudio de la monomanía, y Las ilusiones perdidas (1837-1843). El objetivo de Balzac era ofrecer una descripción absolutamente realista de la sociedad francesa, algo fascinante para el autor. Sin embargo, su grandeza reside en la capacidad para trascender la mera representación y dotar a sus novelas de una especie de suprarrealismo. La descripción del entorno es en sus obras casi tan importante como el desarrollo de los personajes. Balzac afirmó en cierta ocasión que "los acontecimientos de la vida pública y privada están íntimamente relacionados con la arquitectura", y en consecuencia, describe las casas y las habitaciones en las que se mueven sus personajes de tal modo que revelen sus pasiones y deseos. Aunque los personajes de Balzac son perfectamente creíbles y reales, casi todos ellos están poseídos por su propia monomanía. Todos parecen más activos, vivos y desarrollados que sus modelos vivos, siendo esta superación de la vida un rasgo característico de sus personajes. Balzac convierte en sublime la mediocridad de la vida, sacando a la luz las partes más sombrías de la sociedad. Confiere al usurero, la cortesana y el dandi la grandeza de héroes épicos. Otro aspecto del extremado realismo de Balzac es su atención a las prosaicas exigencias de la vida cotidiana. Lejos de llevar vidas idealizadas, sus personajes permanecen obsesivamente atrapados en un mundo materialista de transacciones comerciales y crisis financieras. En la mayoría de los casos este tipo de asuntos constituyen el núcleo de su existencia. Así por ejemplo, la avaricia es uno de sus temas predilectos. Balzac demuestra en sus diálogos un extraordinario dominio del lenguaje, adaptándolo con sorprendente habilidad para retratar una amplia variedad de personajes. Su prosa, aunque excesivamente prolija en ocasiones, posee una riqueza y un dinamismo que la hace irresistible y absorbente. Entre sus numerosas obras destacan, además de las ya citadas, las novelas La piel de zapa (1831), El lirio del valle (1835-1836), César Birotteau (1837), Esplendor y miseria de las cortesanas (1837-1843) y El cura de Tours (1839); los Cuentos libertinos (1832-1837); la obra de teatroVautrin (1839); y sus célebres Cartas a la extranjera, que recogen la larga correspondencia que mantuvo desde 1832 con Eveline Hanska.