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El año 2440

El año 2440 - Louis-Sébastien Mercier

El año 2440 - Louis-Sébastien Mercier

Resumen del libro:

Tras pasar una velada con un amigo inglés y mantener un vivo debate filosófico con él, Mercier se duerme para despertarse 700 años después en un París profundamente transformado. La monarquía sigue vigente, pero atemperada con una organización social y económica más justa; no han desaparecido las diferencias entre ricos y pobres, pero las distancias se han atenuado y, dado que no hay clases parásitas, el trabajo se ha reducido notablemente. El autor dibuja así un futuro de avance y de progreso que descansa sobre convicciones humanistas, ilustradas y racionalistas, en el que apenas hay guerras y la sociedad está organizada de acuerdo con principios científicos. El año 2440 es la primera ucronía de la historia que, pese a su éxito de ventas en el último tercio del siglo XVIII, fue prontamente prohibida en Francia y en España por sus tendencias contrarias al orden reaccionario y legitimista.

Capítulo primero

París en manos de un viejo inglés

Importuno amigo, ¿por qué me despiertas? ¡Ah, que daño acabas de hacerme! Me has arrebatado un sueño cuya dulce ilusión me era preferible al día inoportuno de la verdad. ¡Qué delicioso era mi error y cómo lamento no poder seguir en él el resto de mi vida! Pero no, heme aquí de vuelta al espantoso caos del que me creía liberado. Siéntate y escucha mientras mi espíritu aún rebosa de los objetos que lo han impresionado.

Ayer estuve conversando hasta muy tarde con ese viejo inglés de alma tan sincera. Sabes que me gustan los verdaderos ingleses. En ninguna parte se encuentran mejores amigos; en ningún otro pueblo se hallan hombres de un carácter tan firme y generoso. Ese espíritu de libertad que los anima les da un grado de fuerza y consistencia muy escaso entre los demás pueblos.

Vuestra nación —me decía— está llena de abusos tan extraños como abundantes: no es posible concebirlos ni enumerarlos y el espíritu pierde la cuenta. Nada me desconcierta más que este descanso, esta calma aparente que ocultan los espantosos debates de tantas guerras intestinas. Vuestra capital es un amasijo increíble. Ese monstruo deforme es el receptáculo de la opulencia extrema y la miseria apabullante, cuya lucha es eterna. ¡Qué prodigio que ese cuerpo devorador que se consume en todas sus partes pueda subsistir en su espantosa desigualdad!.

En vuestro reino se hace de todo a favor de esta capital: se le sacrifican ciudades, provincias enteras. ¡Ah! No es otra cosa que un diamante en un estercolero. ¡Qué mezcla inaudita de espíritu y de estupidez, de genio y extravagancia, de grandeza y bajeza! Parto de Inglaterra, me apresuro, corro, creo llegar a un centro esclarecido en donde los hombres, al unir sus talentos mutuos, deberían hacer reinar todos los placeres conjuntamente junto a esa facilidad, esa comodidad que se añade a su encanto. Pero ¡por Dios que mi esperanza se ve cruelmente decepcionada! En este lugar en el que todo abunda, veo desgraciados que padecen hambre. En medio de tantas leyes sabias se cometen mil delitos. A pesar de la abundancia de ordenanzas de policía todo está desordenado. Por doquier no se encuentran sino obstáculos, molestias, usos contrarios al bien público.

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