Resumen del libro:
El alcalde de Zalamea» es una de las obras más populares de Calderón de la Barca y contiene todos los grandes ingredientes de la literatura universal: venganza, pasión, crimen, honor, orgullo, justicia, lucha de clases… Esta universalidad unida a la maestría en la dramatización es lo que hace de esta obra publicada en 1651 (escrita, presumiblemente, en 1636) un clásico imprescindible, un texto sorprendentemente actual pese a haber sido escrito hace ya casi cuatro siglos.
JORNADA PRIMERA
Salen REBOLLEDO, la CHISPA, y algunos SOLDADOS
REBOLLEDO: ¿Cuerpo de Cristo con quien
de esta suerte hace marchar
de un lugar a otro lugar
sin dar un refresco!
TODOS: ¡Amén!
REBOLLEDO: ¿Somos gitanos aquí,
para andar de esta manera?
¿Una arrollada bandera
nos ha de llevar tras sí
con una caja…
SOLDADO 1: ¿Ya empiezas?
REBOLLEDO: … que este rato que calló
nos hizo merced de no
rompernos estas cabezas?
SOLDADO 2: No muestres de eso pesar,
si ha de olvidarse, imagino,
el cansancio del camino
a la entrada del lugar.
REBOLLEDO: ¿A qué entrada, si voy muerto?
Y aunque llegue vivo allá
sabe mi Dios si será
para alojar; pues es cierto
llegar luego al comisario
los alcaldes a decir,
que si es que se pueden ir,
que darán lo necesario.
Responderle lo primero
que es imposible, que viene
la gente muerta; y, si tiene
el concejo algún dinero,
decir, “Señores, soldados,
orden hay que no paremos;
luego al instante marchemos.”
Y nosotros, muy menguados,
a obedecer al instante
orden, que es, en caso tal,
para él orden monacal,
y para mi mendicante.
Pues, ¡voto a Dios!, que si llego
esta tarde a Zalamea,
y pasar de allí desea
por diligencia o por ruego,
que ha de ser sin mí la ida;
pues no, con desembarazo
será el primero tornillazo
que habré yo dado en mi vida.
SOLDADO 1: Tampoco será el primero,
que haya la vida costado
a un miserable soldado;
y más hoy, si considero,
que es el cabo de esta gente
don Lope de Figueroa,
que, si tiene tanta loa
de animoso y de valiente
la tiene también de ser
el hombre más desalmado,
jurador y renegado
del mundo, y que sabe hacer
justicia del más amigo,
sin fulminar el proceso.
REBOLLEDO: ¿Ven ustedes todo eso?
Pues yo haré lo que yo digo.
SOLDADO 2: ¿De eso un soldado blasona?
REBOLLEDO: Po mí muy poco me inquieta; sino por esa pobreta que viene tras la persona.
…