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El abismo de Maracot

El abismo de Maracot - Arthur Conan Doyle

El abismo de Maracot - Arthur Conan Doyle

Resumen del libro:

El último héroe de la ciencia creado por Conan Doyle fue el profesor Maracot, protagonista de este abismo que lleva su nombre. El abismo de Maracot recapitula buena parte de los géneros y temas tratados por su autor: ciencia ficción, aventura, mundos de un pasado no sabemos si histórico o legendario, teorías esotéricas… Este regreso a los orígenes de la narrativa fantástica se complementa con dos cuentos de Conan Doyle poco conocidos: El terror de la Sima del Blue John, que presenta una extraña criatura prehistórica en el interior de una caverna, y El horror de las alturas, donde los monstruos se hallan en lo alto de la atmósfera, en forma de espantosas medusas aéreas.

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Puesto que estos documentos me han sido confiados para su publicación, comenzaré por recordar al público la triste pérdida del vapor Stratford, que, hace un año, comenzó un viaje con propósitos oceanográficos y para estudiar la vida en las profundidades marinas. La expedición había sido organizada por el doctor Maracot, el famoso autor de Formaciones seudocoralinas y Morfología de los lamelibranquios. El doctor Maracot iba acompañado del señor Cyrus Headley, antiguo ayudante del Instituto Zoológico de Cambridge, Massachusetts, y, por el tiempo de aquel viaje, becario de Rhodes en Oxford. El capitán Howie, un navegante experimentado, estaba a cargo del barco, que contaba con una tripulación de veintitrés hombres, incluyendo un mecánico norteamericano de los talleres Merribank, de California.

Desafortunadamente, todo aquel equipo fue dado por desaparecido; la única noticia que teníamos respecto a la suerte del desventurado vapor procedía del informe de una barcaza noruega que había visto irse a pique, en la gran galerna del otoño de 1926, a un buque cuya descripción se correspondía estrechamente con la suya. Un bote de salvamento perteneciente al Stratford fue encontrado después en las proximidades de la tragedia, junto con los restos de un puente, una guindola y una verga. Esto, unido al largo silencio, parecía dar por cierto que jamás volveríamos a oír hablar del bajel y de su tripulación. Pero ahora su destino parece menos incierto gracias al extraño mensaje radiado que se recibió por aquel tiempo, ya que, aunque sea parcialmente incomprensible, ofrece pocas dudas respecto a la suerte del navío. Sobre esto volveré más tarde.

Había algunos puntos notables respecto al viaje del Stratford que, por aquel tiempo, movieron al comentario. Uno era el curioso secreto mantenido por el profesor Maracot. Su desagrado y desconfianza respecto a la prensa, por los que era famoso, fueron, en aquella ocasión, extremos, cuando no dio información a los reporteros ni permitió que el enviado de ningún periódico pisara el barco durante las semanas que éste permaneció en el muelle Alberto. Corrieron rumores respecto a algún diseño curioso y novedoso del navío que le permitiría trabajar en el fondo del mar, rumores que fueron confirmados por la firma Hunter and Company, de West Hartlepool, encargada de realizar tales cambios en su estructura. Al mismo tiempo la noticia que se contaba respecto a que toda la carena del barco era desplazable, desvió la atención de los aseguradores hacia la firma Lloyd’s, la cual, con cierta dificultad, consiguió explicar aquel punto. La cuestión fue rápidamente olvidada, pero ahora ha vuelto a asumir una importancia extraordinaria por la noticia que tanto interesa al público.

Valga lo dicho para los prolegómenos del viaje del Stratford. Ahora disponemos de cuatro documentos que, al menos hasta donde nosotros sabemos, cubren los acontecimientos. El primero es la carta escrita por el señor Cyrus Headley, desde la capital de Gran Canaria, a su amigo sir James Talbot, del Trinity College, en Oxford, durante la única ocasión, que sepamos, desde que el Stratford zarpó del Támesis, en que se tocó tierra. El segundo es el extraño mensaje radiado al que antes he aludido. El tercero es el fragmento del diario de a bordo del Arabella Knowles que habla de la bola de vidrio. El cuarto y último es el sorprendente contenido del receptáculo en cuestión que o bien representa la más cruel y compleja de las mixtificaciones o bien abre un nuevo capítulo de la experiencia humana cuya importancia no debe minimizarse. Tras este preámbulo pasaré a la carta del señor Headley, que debo agradecer a la cortesía de sir James Talbot, y que no ha sido publicada antes de ahora. Está fechada el 1 de octubre de 1926.

El abismo de Maracot – Arthur Conan Doyle

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