Site icon ISLIADA: Portal de Literatura Contemporánea

El abanico de Lady Windermere

Resumen del libro:

“El Abanico de Lady Windermere” es una obra maestra teatral escrita por el renombrado autor irlandés Oscar Wilde. Publicada por primera vez en 1892, esta comedia satírica y elegante se erige como un ejemplo sublime del ingenio y la agudeza característicos de Wilde. La trama se desenvuelve en torno a Lady Windermere, una mujer aristocrática que descubre la posibilidad de la infidelidad de su esposo, Lord Windermere, con la misteriosa Mrs. Erlynne, gracias a la revelación de la duquesa de Berwick.

La obra explora las complejidades de la moral victoriana y la hipocresía social mientras Lady Windermere, interpretada magistralmente en la escritura de Wilde, confronta a su esposo con las acusaciones de adulterio. La trama da un giro inesperado cuando Lord Windermere, en lugar de negar los cargos, invita a Mrs. Erlynne al baile de cumpleaños de su esposa, desencadenando así una serie de eventos enredados y revelaciones sorprendentes.

Wilde utiliza el ingenio y la ironía para ofrecer una crítica satírica de la alta sociedad de la época, desentrañando las complejidades de las relaciones y desafiando las normas sociales preestablecidas. La figura de Mrs. Erlynne, presentada como la presunta amante, se convierte en una pieza central para explorar los juicios morales y la redención en una trama llena de giros inesperados.

Con un diálogo afilado y un ingenioso juego de palabras, Wilde teje una narrativa cautivadora que lleva a la audiencia a reflexionar sobre la fachada de la virtud en la sociedad aristocrática. “El Abanico de Lady Windermere” es una obra atemporal que no solo entretiene con su comedia, sino que también desafía las percepciones convencionales de la moralidad, destacando la genialidad literaria de Oscar Wilde y su habilidad para explorar las complejidades de la condición humana.

A la memoria querida de Roberto, conde de Lytton,
con afecto y admiración

PERSONAJES

LORD WINDERMERE.

LORD DARLINGTON.

LORD AUGUSTO LORTON.

MISTER DUMBY.

MISTER CECILIO GRAHAM.

MISTER HOPPER.

PARKER, mayordomo.

LADY WINDERMERE.

DUQUESA DE BERWICK.

LADY AGATA CARLISLE.

LADY PLYMDALE.

LADY STUTFIELD.

LADY JEDBURGH.

MISTRESS COWPER-COWPER.

MISTRESS ERLYNNE.

ROSALIA, doncella.

PRIMER ACTO

Decoración: Gabinete de confianza en la casa de lord Windermere, en Carlton. Puertas en el centro y a la derecha. Mesa de despacho, con libros y papeles, a la derecha. Sofá, con mesita de té, a la izquierda. Puerta balcón, que se abre sobre la terraza, a la izquierda. Mesa, a la derecha.

(LADY WINDERMERE está ante la mesa de la derecha arreglando unas rosas en un búcaro azul. Entra PARKER.)

PARKER.— ¿Está su señoría en casa esta tarde?

LADY WINDERMERE.— ¿Quién ha venido?

PARKER.— Lord Darlington, señora.

LADY WINDERMERE.— (Titubea un momento.) Que pase… Y estoy en casa para todos los que vengan.

PARKER.— Bien, señora.

(Sale por el centro.)

LADY WINDERMERE.— Prefiero verle antes de esta noche. Me alegro de que haya venido.

(Entra PARKER por el centro.)

PARKER.— Lord Darlington.

(Entra LORD DARLINGTON por el centro. Vase PARKER.)

LORD DARLINGTON.— ¿Cómo está usted, lady Windermere?

LADY WINDERMERE.— ¿Cómo está usted, lord Darlington? No, no puedo darle la mano. Mis manos están todas mojadas con estas rosas. ¿No son hermosas? Han llegado de Selby esta mañana.

LORD DARLINGTON.— Son totalmente perfectas. (Ve un abanico que está sobre la mesa.) ¡Qué maravilloso abanico! ¿Puedo examinarlo?

LADY WINDERMERE.— Véalo. Bonito, ¿verdad? Lleva puesto mi nombre y todo. Acaban de enviármelo. Es el regalo de cumpleaños de mi marido. ¿No sabe usted que hoy es mi cumpleaños?

LORD DARLINGTON.— No. ¿Habla usted en serio?

LADY WINDERMERE.— Sí, es hoy mi mayoría de edad. Día completamente importante en mi vida, ¿no? Por eso doy esta noche una reunión. Siéntese usted.

(Sigue arreglando las flores.)

LORD DARLINGTON.— (Sentándose.) Siento no haber sabido que era su cumpleaños, lady Windermere. Habría cubierto de flores toda la calle, delante de su casa, para que usted las pisara. Para eso están hechas. (Una breve pausa.)

LADY WINDERMERE.— Lord Darlington, me estuvo usted molestando la noche pasada en el Ministerio de Estado. Y temo que vaya usted a molestarme de nuevo.

LORD DARLINGTON.— ¿Yo, lady Windermere?

(Entran PARKER y un CRIADO, por el centro, llevando en una bandeja un servicio de té.)

LADY WINDERMERE.— Póngalo aquí, Parker. Así está bien. (Sécase las manos con un pañuelo, va hacia la mesita de té a la izquierda y se sienta.) ¿Quiere usted sentarse, lord Darlington?

(Vanse PARKER y el CRIADO por el centro.)

LORD DARLINGTON.— (Coge una silla y se acerca.) Soy un completo miserable, lady Windermere. Debe usted decirme qué es lo que hice.

(Siéntase a la izquierda de la mesita.)

LADY WINDERMERE.— Bueno, pues estarme echando flores toda la noche.

LORD DARLINGTON.— (Sonriendo.) ¡Ah! Hoy día estamos tan pobres de todo, que la única cosa divertida es echar flores. Es lo único que puede echarse.

LADY WINDERMERE.— (Moviendo la cabeza.) No, le estoy a usted hablando muy seriamente. No sonría usted, lo digo muy en serio. No me gustan los cumplidos y me parece inconcebible que haya quien crea agradar extraordinariamente a una mujer por decirle un montón de cosas en las que no cree.

LORD DARLINGTON.— ¡Ah! Pero es que yo las creo.

El Abanico de Lady Windermere: Oscar Wilde

Sobre el autor:

Otros libros

Exit mobile version