Ejercicios espirituales
Resumen del libro: "Ejercicios espirituales" de Ignacio de Loyola
“Ejercicios espirituales” de Ignacio de Loyola es una obra que se posiciona como un referente insoslayable dentro de la literatura espiritual cristiana. Este libro, nacido de la experiencia personal y mística del propio autor, se presenta como una guía para fortalecer la fe a través de un proceso intensamente introspectivo. Compuesto por meditaciones, oraciones y guías ascéticas, su propósito es llevar al creyente a una renovación espiritual profunda, mediante un retiro de 28 a 30 días, aislado de toda distracción y guiado por un director espiritual.
La obra, escrita originalmente en castellano del siglo XVI, mantiene una estructura que respeta los signos y la disposición del manuscrito original, otorgándole una autenticidad histórica y literaria que enriquece su contenido. Ignacio de Loyola, inspirado en sus experiencias durante un retiro de diez meses en Manresa, donde vivió como un eremita, plasma en estos ejercicios sus propias vivencias y reflexiones. El texto se sumerge en temas fundamentales de la espiritualidad cristiana como la humildad, el altruismo religioso, la constante lucha entre el bien y el mal, y la tendencia humana a caer en el pecado.
Ignacio de Loyola, fundador de la Compañía de Jesús, utiliza su profundo conocimiento de la psicología humana para hacer de esta obra no solo un manual de piedad, sino también un compendio de autoconocimiento y discernimiento. A pesar de ser un texto profundamente anclado en la tradición católica del siglo XVI, “Ejercicios espirituales” trasciende su tiempo al abordar cuestiones universales de la fe y la moral que siguen resonando en el lector contemporáneo.
El mensaje de fondo, arraigado en la esencia del evangelio de Jesús, conserva una atemporalidad notable. El lector se encuentra frente a un recorrido espiritual que invita a explorar las profundidades del alma, donde la elección entre dos caminos se presenta como un dilema constante, reflejo de la condición humana. A través de un estilo austero pero profundo, Ignacio de Loyola logra capturar la esencia de la experiencia espiritual, convirtiendo su obra en una herramienta indispensable para aquellos que buscan una vida de mayor reflexión y devoción.
ANNOTACIONES…
[1] ANNOTACIONES PARA TOMAR ALGUNA INTELIGENCIA EN LOS EXERCICIOS SPIRITUALES QUE SE SIGUEN, Y PARA AYUDARSE, ASI EL QUE LOS HA DE DAR, COMO EL QUE LOS HA DE RESCIBIR.
1ª annotación. La primera annotación es, que por este nombre, exercicios spirituales, se entiende todo modo de examinar la consciencia, de meditar, de contemplar, de orar vocal y mental, y de otras spirituales operaciones, según que adelante se dirá. Porque así como el pasear, caminar y correr son exercicios corporales; por la mesma manera, todo modo de preparar y disponer el ánima para quitar de sí todas las afecciones desordenadas y, después de quitadas, para buscar y hallar la voluntad divina en la disposición de su vida para la salud del ánima, se llaman exercicios spirituales.
[2] 2ª La segunda es, que la persona que da a otro modo y orden para meditar o comtemplar, debe narrar fielmente la historia de la tal comtemplación o meditación, discurriendo solamente por los punctos con breve o sumaria declaración; porque la persona que contempla, tomando el fundamento verdadero de la historia, discurriendo y raciocinando por sí mismo, y hallando alguna cosa que haga un poco más declarar o sentir la historia, quier por la raciocinación propia, quier sea en quanto el entendimiento es ilucidado por la virtud divina, es de más gusto y fructo spiritual, que si el que da los exercicios hubiese mucho declarado y ampliado el sentido de la historia; porque no el mucho saber harta y satisface al ánima, mas el sentir y gusta de las cosas internamente.
[3] 3ª La tercera: como en todos los exercicios siguientes spirituales usamos de los actos del entendimiento discurriendo y de los de la voluntad affectando; advertamos que en los actos de la voluntad, quando hablamos vocalmente o mentalmente con Dios nuestro Señor o con sus santos, se requiere de nuestra parte mayor reverencia, que quando usamos del entendimiento entendiendo.
[4] 4ª La quarta: dado que para los exercicios siguientes se toman quatro semanas, por corresponder a quatro partes en que se dividen los exercicios; es a saber, a la primera, que es la consideración y contemplación de los pecados; la 2ª es la vida de Christo nuestro Señor hasta el día de ramos inclusive; la 3ª la passión de Christo nuestro Señor; la 4ª la resurrección y ascensión, poniendo tres modos de orar: tamen, no se entienda que cada semana tenga de necesidad siete o ocho días en sí. Porque como acaesce que en la primera semana unos son más tardos para hallar lo que buscan, es a saber, contrición, dolor, lágrimas por sus pecados; asimismo como unos sean más diligentes que otros, y más agitados o probados de diversos spíritus; requiérese algunas veces acortar la semana, y otras veces alargarla, y así en todas las otras semanas siguientes, buscando las cosas según la materia subiecta; pero poco más o menos se acabarán en treinta días.
[5] 5ª La quinta: al que rescibe los exercicios mucho aprovecha entrar en ellos con grande ánimo y liberalidad con su Criador y Señor, ofreciéndole todo su querer y libertad, para que su divina majestad, así de su persona como de todo lo que tiene se sirva conforme a su sanctísima voluntad.
[6] 6ª La sexta: el que da los exercicios, quando siente que al que se exercita no le vienen algunas mociones spirituales en su ánima, assí como consolaciones o dessolaciones, ni es agitado de varios spíritus; mucho le debe interrogar cerca los exercicios, si los hace a sus tiempos destinados y cómo; asimismo de las addiciones, si con diligencia las hace, pidiendo particularmente de cada cosa destas. Habla de consolación y desolación, núm. [316] de addiciones, núm. [73].
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Ignacio de Loyola. (Íñigo López de Recalde; Loyola, Guipúzcoa, 1491 - Roma, 1556) Fundador de la Compañía de Jesús. Su primera dedicación fueron las armas, siguiendo la tradición familiar. Sin embargo, tras resultar gravemente herido en la defensa de Pamplona contra los franceses (1521), cambió por completo de orientación: la lectura de libros piadosos durante su convalecencia le decidió a consagrarse a la religión.