Don Juan o el Festín de piedra
Resumen del libro: "Don Juan o el Festín de piedra" de Molière
Don Juan o el Festín de piedra, escrita por Molière y estrenada en 1665, es una de las obras más audaces y controvertidas del dramaturgo francés. Inspirada en el mito del famoso seductor, Molière reinterpreta el personaje de Don Juan como un hombre que desafía no solo las normas morales de su época, sino también las imposiciones religiosas y sociales. Su protagonista encarna la libertad absoluta de pensamiento, pero también el cinismo que resulta de carecer de cualquier creencia más allá de su propio interés.
La historia narra las andanzas de Don Juan, un hombre que seduce, engaña y abandona a las mujeres, sin remordimiento ni respeto por las convenciones. Su fiel criado, Sganarelle, actúa como una especie de conciencia moral, aunque impotente frente al descaro de su amo. En esta obra, Molière despliega un lenguaje ingenioso y satírico, exponiendo las hipocresías de una sociedad que, mientras condena a Don Juan, tolera prácticas igualmente cuestionables entre los poderosos. La crítica no solo está dirigida al protagonista, sino también al entorno que lo permite y lo fomenta.
Molière, cuyo verdadero nombre era Jean-Baptiste Poquelin, es reconocido como uno de los mayores dramaturgos de la historia. Su aguda observación de la naturaleza humana y su habilidad para combinar humor con crítica social hicieron que sus obras fueran tan populares como polémicas. Con Don Juan o el Festín de piedra, desafió directamente las estructuras religiosas de su tiempo, un acto de valentía que le costó la prohibición de la obra tras apenas siete funciones. Su estilo, heredero de la comedia clásica pero innovador en su tratamiento de temas, marcó profundamente el teatro occidental.
La censura que sufrió Don Juan no fue casual. El protagonista es un hombre “sin costumbres, sin conciencia ni religión”, un reflejo inquietante de una libertad peligrosa en una sociedad que exigía conformidad. La obra no solo explora el mito del seductor, sino que lo convierte en un espejo incómodo de la doble moral de su época. La controversia no se limitó a los escenarios, pues en los salones cortesanos se leía entre líneas una velada crítica, incluso al rey, aunque Molière supo camuflarla con maestría.
La modernidad de Don Juan o el Festín de piedra radica en su capacidad para cuestionar valores universales a través del humor y la ironía. Su protagonista sigue fascinando al público, no por sus virtudes, sino por la fuerza de su desafío. Molière no solo entrega una comedia brillante, sino también un texto profundamente filosófico, en el que la risa y la reflexión van de la mano. Es una obra inmortal que, siglos después, continúa provocando el debate y la admiración.
Escena I
SGANARELLE y GUZMÁN
La escena representa un palacio
SGANARELLE (Teniendo en la mano una tabaquera): Digan lo que quieran de Aristóteles y toda la filosofía, nada hay igual al tabaco; es la pasión de las gentes honradas, y quién vive sin tabaco no es digno de vivir. No tan sólo regocija y purifica los cerebros humanos, sino que también acostumbra las almas a la virtud, y con él aprende uno a ser un hombre honrado. ¿No ves realmente, en cuanto se toma, de qué manera amable se comporta uno con todo el mundo my lo encantados que nos sentimos al ofrecerlo a derecha y a izquierda, en todas partes dónde estemos? No espera uno siquiera a que se lo pidan, y nos adelantamos al deseo de las gentes; hasta tal punto es cierto que el tabaco inspira sentimientos de honor y de virtud a todos cuantos lo toman. Mas dejemos este tema y reanudemos nuestro discurso. ¿De suerte, querido Guzmán, que doña Elvira, tu señora, sorprendida por nuestra marcha, ha echado detrás de nosotros, y su corazón, que mi amo ha sabido conmover fuertemente, no ha podido vivir, dices, sin venir a buscarle aquí? ¿Quieres que te diga mi pensamiento, aquí entre nosotros? Temo que se vea mal recompensada por su amor, que su viaje a esta ciudad tenga poco resultado y que hubierais adelantado lo mismo quedándose allí..
GUZMÁN: Te ruego, Sganarelle, que me digas cuál es la razón que puede inspirarle un temor de tal mal augurio. ¿Te ha abierto tu amo su corazón sobre eso y te ha dicho, acaso, que mostró hacia nosotros cierta frialdad que le obligara a partir?
SGANARELLE: Nada de eso; pero conozco a bulto el rumbo de las cosas, y, sin que haya dicho nada aún apuesto casi a que el negocio marcha por esos derroteros. Podré, quizá, equivocarme; mas, en fin: en tales cuestiones, la experiencia ha podido proporcionarme ciertas luces.
GUZMÁN: ¡Cómo! ¿Esa partida imprevista sería una infidelidad de Don Juan? ¿Podría él hacer semejante injuria a la casta pasión de doña Elvira?
SGANARELLE: No; que es joven todavía y no tiene valor.
GUZMÁN: ¿Un hombre de su calidad iba a cometer una acción tan cobarde?
SGANARELLE: ¡Sí, sí! ¡Su calidad! ¡Bella razón que iba a impedirle hacer esas cosas!
GUZMÁN: Mas está comprometido por los sagrados lazos del matrimonio.
SGANARELLE: ¡Ah, mi pobre Guzmán! No sabes aún, amigo mío, créeme, qué clase de hombre es Don Juan.
…
Molière. Fue un importante dramaturgo francés nacido en París el 15 de enero de 1622 y fallecido en la misma ciudad el 17 de febrero de 1673. Es considerado como uno de los más grandes autores teatrales de la historia y padre de la Comedia Francesa. Su verdadero nombre fue Jean-Baptiste Poquelin.
Su relación con el teatro se inicia en 1643 cuando firma, junto a los Béjart, comediantes, el acta de constitución del Ilustre Teatro, que pasaría a dirigir sin mucho acierto un año más tarde. Durante cinco años, Molière deja la capital francesa para ser actor, volviendo en 1650 a hacerse cargo de la compañía. Pronto cobran fama sus farsas y obras cómicas, siendo instalados por el rey francés en el teatro de Petit-Bourbon.
Sus obras empiezan a cobrar popularidad, siguiendo la máxima de “corregir las costumbres riendo”, lo cual, junto con la protección real, hace que Molière se gane enemigos entre los que son ridiculizados en sus obras. En 1664 es nombrado responsable de las diversiones de la Corte; ese mismo año se estrena el Tartufo, obra crítica para con la hipocresía religiosa y que provocó airadas reacciones entre las clases conservadoras, que obligaron al rey a prohibir la obra durante cinco años.
Con el apoyo real, sin embargo, la compañía pasa a ser Compañía Real. Aunque su salud se va resintiendo, Molière sigue escribiendo obras inmortales como El misántropo o El médico a palos. Su última obra, El enfermo imaginario, pasó tristemente a su historia debido al ataque que el propio actor y autor tuvo en una de sus representaciones, del que no se recuperó, falleciendo.