Diario de duelo
Resumen del libro: "Diario de duelo" de Mary W. Shelley
Mary Shelley, autora de la icónica novela “Frankenstein”, nos abre las puertas a su mundo más personal con Diario de duelo, una obra que hasta ahora había permanecido en la sombra. A través de sus páginas, viajamos junto a ella por los altibajos de su vida con Percy Shelley, poeta romántico con quien desafió las convenciones sociales.
El diario, dividido en dos partes, nos embarca en un viaje físico y emocional. La primera parte narra la apasionada huida de Mary y Percy, describiendo las dificultades y alegrías de una vida poco convencional. La segunda parte, sin embargo, se transforma en un desgarrador diario de duelo tras la muerte de Percy.
Con una prosa poética y una honestidad brutal, Mary Shelley explora las profundidades del dolor. Su diario se convierte en un confidente donde plasma la desolación, la ira, la culpa y la búsqueda de un nuevo significado en la vida.
Diario de duelo no solo nos ofrece una mirada íntima a la vida de una de las grandes escritoras del siglo XIX, sino que también nos brinda un testimonio histórico de la época. A través de sus páginas, podemos conocer de cerca las vicisitudes de la vida en el siglo XIX, las dificultades de ser mujer y artista, y la turbulenta relación entre Mary y Percy.
Diario de duelo es una obra que trasciende el género y se convierte en una experiencia profundamente humana. Un canto a la vida y a la muerte, al amor y la pérdida, que nos invita a reflexionar sobre la fragilidad de la existencia y la fuerza del espíritu humano.
Prólogo
Sus páginas más obscenas
LA VIDA de Mary Shelley quedó partida en dos tras la repentina muerte de su marido Percy B. Shelley, ahogado después de que una tempestad destrozase su embarcación junto a las costas de Livorno. Aunque Mary Shelley escribió mucha literatura valiosa antes y después de enviudar, buena parte de su obra se alimenta de las energías oscuras del fallecimiento de Percy. La muerte le inspiró las mejores páginas de su correspondencia, elevó a niveles extraordinarios su poesía (una aventura singular que abandonaría, para desgracia de todos, en sus años de madurez), y asoma aquí y allí, alterada por la alquimia de la narración, en muchos de sus relatos.
Pero en ningún otro texto está tan expuesto el impacto devastador de la muerte de Shelley como en su diario. En ningún otro texto expuso con tanta crudeza la complicidad y las dificultades por las que atravesaron en su tierna y salvaje aventura de ocho años, a lo que debemos añadir un rasgo al que volveré más adelante: este diario es un texto sin destinatario, que ni siquiera se amplía al reducidísimo escenario que exige una correspondencia privada.
Pero empecemos por el principio: aunque el duelo sea su tema central (si lo central es la nota que mantiene un libro en el recuerdo del lector), estos diarios no se concibieron como un diario de duelo. Mary empezó a escribirlos para anotar las vicisitudes y las esperanzas abiertas por su primera huida romántica con Shelley. La pareja se sentía tan compenetrada que el diario empieza siendo un texto conjunto, alternando entradas de los dos amantes, escrito a cuatro manos. El agente provocador del texto parece ser la energía eufórica de la partida, y también la preocupación por las complicaciones económicas que derivan de desafiar a la sociedad: Mary huye sin permiso paterno, y Shelley deja atrás un matrimonio infeliz, una esposa embarazada y un hijo. Son páginas despojadas de culpa y de arrepentimiento (casi hasta el escándalo), donde se combinan las impresiones del viaje con los complicados enlaces de dos viajeros sin dinero ni apoyos.
Con el regreso de la pareja a Inglaterra empieza el tramo más extenso del diario, casi todo él escrito por Mary. Se trata de una prosa singular que se podría definir como un asedio social expuesto en un lenguaje telegráfico. Arruinados, a la espera de un hijo, enredados en litigios con los Shelley, repudiados por el padre de Mary, sin domicilio fijo, y con la presión constante de Harriet, la esposa abandonada de Percy, las entradas del diario se leen como condensadísimos informes de resistencia diaria a las presiones de la vida y las convenciones. Pero también registran las delicias de una vida intempestiva: paseos, lecturas, vislumbres de la naturaleza, la indecible felicidad de la escritura, el amor conyugal y consentidos enamoramientos extramatrimoniales se suceden en los huecos que se abren a diario entre las cartas de reproche y las gestiones con los abogados. Mary observa aquí a un Shelley del que se olvidará más adelante: un poeta sobrepasado por las gestiones prácticas, que no logra enderezar la economía familiar, frustrado por la trama de complicaciones prácticas y por la lucha continua por liberarse de Harriet como ya se desembarazó de su amor. Páginas donde también asistimos al nacimiento y a la emotiva muerte del primer hijo del matrimonio.
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Mary W. Shelley. Mary Wollstonecraft Shelley, una luminaria en el firmamento literario, nació en Londres en 1797, heredera de un linaje intelectual. Su pluma, dotada de ingenio y audacia, forjó un legado perdurable en la historia de la literatura. A través de su obra cumbre, "Frankenstein o el moderno Prometeo" (1818), desafió las convenciones narrativas de su tiempo, dando vida a la ciencia ficción moderna y erigiéndose como pionera en un género que trascendería fronteras y épocas.
El destino de Mary se tejió entre pasiones tumultuosas y tragedias. Su unión con Percy Bysshe Shelley, poeta romántico, fue un torbellino de amor y desafíos sociales. Juntos, enfrentaron la adversidad, la pérdida de hijos y la incomprensión de una sociedad conservadora. Sin embargo, su amor resistió las tormentas, marcando páginas de intensa belleza y dolor.
En un idílico verano de 1816, Mary gestó la semilla de la inmortalidad literaria junto a luminarias como Byron y Polidori. La génesis de "Frankenstein" floreció en las brumas de Ginebra, donde la imaginación de Mary trascendió los límites de lo convencional, alumbrando una criatura que habitaría el imaginario colectivo por siglos venideros.
La travesía vital de Mary estuvo marcada por la tragedia. La pérdida de su amado Percy en un naufragio dejó una herida imborrable en su alma. Sin embargo, en medio del dolor, emergió una nueva faceta de su genio literario. Retornando a Inglaterra, Mary se dedicó a cultivar su propia voz, explorando temáticas diversas que abarcaban desde lo histórico hasta lo apocalíptico, desde la política radical hasta la compasión como fuerza transformadora.
Aunque la historia inicialmente la eclipsó como la esposa de Percy Shelley y la autora de "Frankenstein", el siglo XXI ha traído un renacimiento del interés por la obra de Mary Shelley. Sus novelas históricas, sus reflexiones políticas y su compromiso con la reforma social son ahora objeto de escrutinio y admiración. Su legado resuena con la fuerza de una profecía, recordándonos que en el corazón de la oscuridad yace la chispa de la creatividad, dispuesta a desafiar las convenciones y forjar nuevos horizontes literarios.