Icono del sitio ISLIADA: Portal de Literatura Contemporánea

Cuentos

Cuentos, de E.T.A. Hoffmann

Cuentos, de E.T.A. Hoffmann

Resumen del libro:

Novelista y compositor, E. T. A. HOFFMANN nació al filo de una época de transición caracterizada por el surgimiento de la nueva sensibilidad romántica y la difuminación de los claros contornos del mundo clásico. Para la posteridad ha legado no su talento musical como él hubiera querido, sino sus relatos cortos. Historias extrañas, estremecedoras, fantásticas que tratan de temas como el magnetismo, la telequinesia, el sonambulismo, los presentimientos, la premonición y la telepatía, han abierto nuevos campos literarios influyendo claramente tanto en otros autores literarios (Poe, Dostoievski), como en autores musicales (Offfenbach, Delibes, Schumann) y en la cultura occidental en general.

La azarosa vida de un soñador escéptico

Ernst Theodor Wilhelm Hoffmann, quien en homenaje a Mozart cambió su tercer nombre por el de Amadeus, nació el 24 de enero de 1776 en Königsberg, Prusia oriental. En esta ciudad bañada por el Pregel, que su compatriota y contemporáneo Kant definió como el mundo en pequeño, pasó Hoffmann su infancia y parte de su juventud. Su padre, abogado de la Audiencia de la Corte de Königsberg y descendiente de una familia de párrocos y maestros, dedicaba al parecer buena parte de su tiempo a la música, la poesía y la bebida. Sin embargo, su ejemplo no pudo ser decisivo en el hijo, pues muy pronto el matrimonio se separó y el pequeño Ernst con tan sólo dos años fue a vivir con su madre y la familia de ésta, no volviendo a ver nunca más a su padre. Se crió en casa de sus abuelos maternos, con su abuela, una tía soltera, un tío retirado y su madre, una mujer enfermiza, muy pía y al parecer histérica. El niño desarrolló tempranamente una imaginación y un espíritu lúdico que le permitieron evadirse de aquella desagradable realidad. A menudo se refugió en la lectura, una de las grandes pasiones de la sociedad burguesa alemana de su época. Obras de Schiller, Goethe, Swift y Sterne pasaron por sus manos. Este último se reveló como una suerte de hermano espiritual, de alma gemela, y ejerció una gran influencia sobre él, especialmente por su ironía y su sentido para las situaciones burlescas. Más tarde leería también a Cervantes, sus Novelas ejemplares, y a Shakespeare, cuyos dramas pusieron ante sus ojos un mundo en el que los reyes alternaban como si tal cosa con los espectros.

Desde 1782 Hoffmann asistió a la escuela de Königsberg y cuatro años después conoció allí a Theodor Gottlieb Hippel, sobrino del gobernador de la ciudad, con quien mantuvo una estrecha y larga amistad, a pesar de algunas épocas de mayor distancia debida en gran parte a los distintos tipos de vida que ambos fueron escogiendo. En 1792, al igual que su amigo Hippel, Hoffmann comenzó la carrera de Derecho en la Universidad de su ciudad natal, la «Albertina», aunque en su interior mantenía la esperanza de poder consagrarse al arte. Prueba de ello es que no abandonó las clases de música y dibujo que había iniciado un par de años antes. Aparentemente, Hoffmann se sometió a las normas de la sociedad burguesa, pero a la vez era consciente de la fuerza interior que había en él. Esta dualidad la reflejará más tarde en muchos de sus relatos, entre ellos El puchero de oro, donde el personaje de Lindhorst, a un tiempo respetable archivero y salamandra en el reino fantástico de Atlantis, podría muy bien ser un trasunto del propio autor.

Apenas tres años después, Hoffmann se encontraba ya realizando prácticas en un juzgado, pero pronto se vio obligado a abandonar su ciudad. Enamorado de una mujer casada, con varios hijos y unos diez años mayor que él, Dora Hatt, a la que daba lecciones de música, Hoffmann, celoso por la aparición de un nuevo rival, protagonizó una tensa escena durante un baile de máscaras. La familia de su madre decidió enviarle a Glogau, a casa de otro tío suyo, donde conoció a su prima Minna Doerffer, con la que poco después se comprometió, probablemente buscando dar cierta estabilidad a su vida, forjarse una posición «sólida», según se desprende de las cartas a su amigo Hippel. Por aquella época, su futuro suegro fue nombrado magistrado del Tribunal Superior de Justicia de Berlín y Hoffmann se trasladó también a la capital de Prusia, para terminar allí sus exámenes.

Sobre el autor:

Otros libros

Salir de la versión móvil