Cuentos de lluvia y de luna
Resumen del libro: "Cuentos de lluvia y de luna" de Ueda Akinari
“Cuentos de lluvia y de luna”, una colección de relatos publicada en 1776 y considerada la obra maestra de la literatura clásica japonesa en el género de lo fantástico y sobrenatural, es un testimonio excepcional del talento literario de Ueda Akinari. Este autor japonés, reconocido por su habilidad para tejer narrativas envolventes, nos transporta a un mundo donde lo humano y lo divino convergen en una danza fascinante.
Los relatos de esta obra destacan por su manejo magistral del lenguaje, caracterizado por una precisión y elegancia que reflejan la esencia misma de la narrativa japonesa. Akinari despliega una minuciosidad asombrosa en sus descripciones, pintando vívidamente paisajes, personajes y situaciones que cautivan la imaginación del lector y lo sumergen en un universo de ensueño.
Una de las principales virtudes de “Cuentos de lluvia y de luna” radica en su capacidad para explorar la complejidad del ser humano. A través de sus relatos, Akinari nos invita a reflexionar sobre los diferentes aspectos de la naturaleza humana, desde la bondad más pura hasta la oscuridad más profunda. En este sentido, los personajes de sus cuentos representan un amplio espectro de emociones y motivaciones, revelando así la riqueza y la ambigüedad de la condición humana.
La atmósfera que envuelve los relatos de Akinari es verdaderamente alucinante. A través de una prosa exquisita y evocadora, el autor nos sumerge en un mundo donde lo sobrenatural y lo cotidiano se entrelazan de manera fascinante, creando así una sensación de misterio y asombro que perdura a lo largo de toda la obra.
En resumen, “Cuentos de lluvia y de luna” es una obra que no solo nos deleita con su belleza estilística y su maestría narrativa, sino que también nos invita a explorar las profundidades del alma humana y a sumergirnos en un universo de magia y fantasía que sigue cautivando a los lectores siglos después de su publicación. Ueda Akinari, con esta obra cumbre, se consagra como uno de los grandes maestros de la literatura japonesa, cuyo legado perdura en la memoria colectiva de la humanidad.
En los cuentos de Akinari, los fantasmas que pueblan los textos chi-nos y del viejo Japón dejan de ser planos, unidireccionales, dedicados simplemente a aterrorizar como en la leyenda oral, y adquieren psicolo-gía y alta expresión estética sin dejar de asustar, o mejor, de asombrar. En este sentido me resultan muy modernos e inquietantes, y por eso causaron revuelo entre sus coetáneos; además, la modernidad que bien pronto encauzaría al país supo también reconocer en ellos un tesoro literario, vigente hasta la actualidad. Akinari escribió en una época en que —a su juicio— la sociedad decaía en relación con un pasado ideal y clásico. Hay en sus cuentos un componente ético importante, porque sin llegar a la moraleja se encuentra de pronto la alabanza de alguna virtud que falta en el mundo presente. Es el caso de la fidelidad y la hermandad en uno de los primeros cuentos del Ugetsu, “Cita en el día del crisantemo”, que para juicio de muchos es la mejor historia del conjunto.
El escritor contemporáneo Haruki Murakami la resumió así en su novela Kafka en la orilla, por boca de uno de sus personajes:
Dos guerreros se hacen amigos y juran ser hermanos de por vida. Entre samuráis, este juramento es muy importante. Hacer esta promesa equi-valía a poner la vida en manos del otro, a entregarla gustosamente por el otro de ser necesario. Eso significaba. Los dos viven en regiones muy alejadas y sirven a dos señores diferentes. “Cuando el crisantemo esté en flor, iré a visitarte”, le anuncia uno al otro. “Te espero”, responde el otro. Sin embargo, el samurái que tenía que ir a visitar a su amigo se ve envuelto en problemas en su señorío y es arrestado. No puede salir. Tam-poco le está permitido escribir una carta. Pronto acaba el verano, avanza el otoño y llega la estación en que florecen los crisantemos. El samurái no puede cumplir la promesa que le ha hecho al amigo. Para un samu-rái, una promesa tiene una importancia capital. La fidelidad tiene más valor que la propia vida. El samurái se suicida abriéndose el vientre y su espíritu recorre una larga distancia para reunirse con su amigo. Ambos, nte las flores del crisantemo, hablan hasta la saciedad y luego el espíritu desaparece de la faz de la Tierra. Es una historia preciosa (285).
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Ueda Akinari. También conocido como Ueda Shūsei, se erige como una figura destacada en la literatura japonesa del siglo XVIII. Su legado literario trasciende generaciones, y su obra sigue siendo un punto de referencia en la tradición literaria japonesa. Nacido el 25 de julio de 1734, la vida de Akinari estuvo marcada por una serie de desafíos y transformaciones que influyeron profundamente en su escritura.
Nacido en circunstancias humildes, como hijo de una prostituta de Osaka y un padre desconocido, Ueda fue adoptado a los cuatro años por un comerciante próspero. Este giro del destino le proporcionó una educación sólida y la comodidad material que su familia biológica no podía ofrecer. Sin embargo, su infancia estuvo marcada por una enfermedad grave, la viruela, que dejó secuelas en forma de deformación de los dedos de ambas manos.
Un acontecimiento trascendental en la vida de Ueda Akinari fue su enfermedad y su convicción de que la deidad del santuario Kashima Inari había intervenido para salvarlo. Esta creencia en lo sobrenatural impregnó su obra literaria, especialmente en su famosa colección de relatos de fantasmas, "Cuentos de Luz de Luna y Lluvia". A lo largo de su vida, Akinari mantuvo una fuerte fe en lo inexplicable, que se refleja en sus escritos.
A pesar de su educación privilegiada, Ueda Akinari enfrentó desafíos económicos y perdió el negocio familiar de aceite y papel después de gestionarlo sin éxito durante una década. Este revés en su vida fue un punto de inflexión, ya que lo llevó a dejar de lado el mundo de los negocios y enfocarse en la medicina, bajo la tutela de Tsuga Teishō. Durante este período, comenzó a escribir y publicó varias historias de humor en el estilo ukiyo-zōshi.
El año 1776 marcó un hito en la carrera literaria de Akinari, ya que publicó su obra más famosa, "Cuentos de Luz de Luna y Lluvia". Este trabajo lo catapultó a la prominencia y se convirtió en un referente del género "yomihon", que revolucionó la práctica de la lectura en la ficción popular en Japón.
Además de su contribución a la literatura, Ueda Akinari se involucró en el movimiento intelectual del "kokugaku", que promovía el estudio de la filosofía y la literatura clásica japonesa, rechazando influencias extranjeras en la cultura japonesa. Su enfoque en este campo lo llevó a discutir y debatir con líderes del movimiento kokugaku, como Motoori Norinaga.
A pesar de enfrentar desafíos personales, como la ceguera temporal y la muerte de su esposa en 1798, Akinari continuó escribiendo y completó su segunda obra maestra, "Cuentos de Lluvia de Primavera", en torno a 1802. Esta obra se diferencia de "Cuentos de Luz de Luna y Lluvia" al prescindir de elementos sobrenaturales y explorar temas de una manera más profunda y extensa.
La vida de Ueda Akinari llegó a su fin en 1809, a la edad de 76 años, en Kioto. Su legado perdura a través de sus escritos, que siguen siendo esenciales para comprender la literatura japonesa del siglo XVIII y su compromiso con la exploración de lo sobrenatural, lo filosófico y lo empírico en la cultura japonesa.