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Cuentos completos

Cuentos completos, de Bram Stoker

Cuentos completos, de Bram Stoker

Resumen del libro:

Forjador de uno de los mitos contemporáneos que más han influido en la cultura popular —el vampiro conocido como Drácula—, el irlandés Bram Stoker (1847-1912) está lejos de ser el autor de una sola obra: junto a más de diez novelas, poemas, adaptaciones teatrales, crónicas y artículos, Stoker cultivó de manera exquisita y afortunada la narrativa breve, aunque quedase sepultada por su mayor éxito. Publicó en vida dos colecciones de cuentos —«El país bajo el ocaso» (1881) y «Atrapados en la nieve» (1908)—, y su viuda dio a la imprenta una tercera, «El invitado de Drácula y otros relatos inquietantes» (1914), dos años después de su muerte. Pero, además, quedaron dispersos o sin publicar casi una treintena de cuentos que ahora se reúnen por primera vez en este volumen, y que vienen a mostrar la diversidad temática y estilística —desde lo fantástico a lo autorreferencial; desde las estampas más realistas a la estructura de relatos engarzados— de un autor fundamental en las letras anglosajonas.

INTRODUCCIÓN

¿Quién fue Abraham «Bram» Stoker? Resulta paradójico que uno de los escritores que más fama ha alcanzado, que ha trascendido la nebulosa barrera entre la alta y la baja cultura, sea en el terreno biográfico prácticamente un desconocido. Sabemos que nació un ocho de noviembre de 1847 en Clontarf, un área residencial de Dublín. Fue el tercero de siete hermanos, hijos de Abraham Stoker Senior y Charlotte Thornley, de una familia perteneciente a la nueva clase media acomodada de la Irlanda de mediados del siglo XIX.

El joven Bram, tal y como quería ser llamado, pasó la mayor parte de su infancia en la cama aquejado de una extraña enfermedad. ¿Algún trauma psicológico lo mantuvo postrado? ¿Alguna patología le impidió moverse? Lo cierto es que tenemos poca información al respecto. Siendo adulto apenas hizo comentarios sobre este episodio que duró más de siete años. Sus diarios no mencionan nada, pero no cabe duda de que esta experiencia fue crucial para forjar una personalidad introvertida. Durante esta etapa fue su madre quien ejerció de tutora, enseñando al joven Bram a leer y escribir, así como las nociones básicas de latín, matemáticas y lengua. La providencial figura materna será esencial en el devenir de su hijo.

Charlotte Thornley nació en el pequeño condado de Sligo, una de las regiones con mitología y literatura popular más ricas del país. No es de extrañar que muchos de los cuentos que Charlotte leía a su hijo Bram tuvieran que ver con duendes, gnomos, trolls y otros seres que impregnan el imaginario irlandés. Sligo fue también el epicentro de uno de los episodios más oscuros y terribles de la historia reciente irlandesa. En 1832 estalló un brote de cólera que diezmó a gran parte de la población del condado. Los relatos que nos han llegado son dignos del mejor cuentista de terror: familias infectadas fueron encerradas en sus casas por sus propios vecinos para evitar el contagio o se desplazaron huyendo de la muerte; personas que fueron enterradas aún vivas; innumerables saqueos y asesinatos diarios causaron miles de víctimas en muy poco tiempo. Charlotte, con tan solo catorce años, llegó a cortar el brazo de un intruso que trataba de entrar a su casa, donde su familia enferma y escondida procuraba evitar la epidemia. El recuerdo de aquella agonía de un extraño mientras se desangraba en la puerta de su hogar forjó un fuerte carácter que sería recordado por todos sus hijos y por los nietos que la describieron como la verdadera cabeza de la familia Stoker. Años después, ella escribiría un encendido relato sobre lo sucedido en Sligo, episodio que se considera crucial en el contexto de los antecedentes de la Gran Hambruna Irlandesa de 1845.

Y de repente echó a andar. El joven enclenque, incapaz de moverse, creció, se convirtió en un hombre. Su temprano interés por el deporte y su afición al atletismo en la universidad ponen de manifiesto el origen psicológico de la postración que había padecido durante su infancia. En 1864 ingresó en el Trinity College de Dublín, una de sus principales instituciones académicas. Es en esta época cuando tiene acceso a su famosa biblioteca, cuando lee las primeras novelas y cuentos de Wilkie Collins, Edgar Allan Poe o Sheridan Le Fanu y empieza a leer los poemas de Walt Whitman en una selección inglesa de 1868 de Hojas de hierba. Whitman se convertirá desde la distancia en uno de sus más fieles compañeros.

Los primeros años universitarios fueron, según los registros conservados, lamentables. Fue mal estudiante y apenas se pasó por las aulas. Debido a ello, en 1866 se presentó a un puesto de funcionario en el Castillo de Dublín donde su padre trabajaba. Consiguió el empleo y trató de compaginarlo con sus nuevos cargos de auditor del Colegio de la Sociedad Histórica y como presidente de la Sociedad Filosófica, reputadas instituciones del Trinity College de debate y discusión académicos. Es allí donde conoció a los padres de Oscar Wilde, William y Jane Wilde, importantes personajes de la aristocracia dublinesa.

Durante los siguientes años frecuentó cada vez más el teatro, pasión cultivada desde la infancia por su madre, quien le llevaba a las representaciones de pantomimas navideñas. Una de las obras que pudo admirar en agosto de 1867 fue The Rivals, de Richard Brindsley Sheridan, interpretada en el Teatro Real de Dublín por una compañía londinense. El protagonista no era otro que John Henry Brodribb, cuyo nombre artístico sería Henry Irving. Bram Stoker experimentó en ese instante un sentimiento cercano a la epifanía. La interpretación del entonces joven actor lo dejó tan cautivado que acabaría por convertirse en una obsesión que marcaría el resto de su vida.

Sobre el autor:

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