La sonrisa vertical

Ceremonia de mujeres

Resumen del libro: "Ceremonia de mujeres" de

“Ceremonia de Mujeres” de Jean de Berg es una obra que se ubica en el cruce entre testimonio autobiográfico y ficción, cautivando al lector con la impresión de autenticidad que emana de las extravagantes situaciones eróticas descritas. A diferencia de fantasías donde los deseos prohibidos cobran vida, este texto ofrece una visión perturbadora de una realidad donde se materializan las fantasías más delirantes.

El libro se inicia con una meticulosa exploración de dos clubes sadomasoquistas en Nueva York, para luego sumergirse en el detallado relato de cuatro ceremonias, escenificaciones complejas oficiadas por una audaz y creativa “ama”. Esta líder, rodeada de sus devotos acólitos, que asumen roles de doncellas, sirvientes y camareras, inflige excéntricas vejaciones a sus sumisos esclavos.

La narradora misma nos desvela su propósito al expresar: “He decidido contar algunas ceremonias emblemáticas, extraídas de un repertorio más amplio que a menudo gira en torno a puestas en escena ritualizadas donde las inmovilizaciones, los silencios, los juegos para la vista (máscaras, espejos, luces) y la distancia sugieren menos la orgía que el cuadro viviente, incluso si no se reducen a él”.

El texto se sumerge en la parafernalia del sadomasoquismo, sin caer en la vulgaridad, utilizando variaciones continuas para aumentar la intensidad del deseo y mantener en vilo la expectativa de lo sexual, que, como afirma la narradora, permanece siempre presente pero suspendido, en el epicentro de todo. Jean de Berg logra así crear una obra que desafía los límites de lo convencional y ofrece una visión audaz y provocativa del deseo humano.

Libro Impreso

Un descubrimiento

La cosa empieza así: en un club masculino en Nueva York… Un club para hombres donde, la antevíspera, un homosexual había introducido a una de mis jóvenes amigas norteamericanas. El ambiente la había sorprendido tanto como para que, conociendo mi curiosidad por lo sulfúreo, quisiera volver allí conmigo.

El local se halla situado en ese barrio tan conocido por los homosexuales neoyorkinos (y también por los otros) que, en los alrededores de la calle 10, reúne bastantes sitios del mismo tipo entre las dársenas y almacenes a orillas del Hudson.

Mi amiga hace detener el taxi ante una gran puerta metálica que no se distingue por nada en particular, semejante a todas las que se suceden a intervalos regulares, tanto a derecha como a izquierda.

—Es aquí —dice.

La sigo. Pulsa un timbre. Yo esperaba ver aparecer en la mirilla un ojo inquisidor que nos escudriñaría antes de permitir que nos deslizáramos por la puerta entreabierta, tal como solía hacerse y todavía se hace casi en todas partes. Pero nada de eso. La puerta se corre de un solo golpe, ruidosamente, descubriendo un inmenso montacargas bamboleante y mugriento. Un avezado ascensorista, un gran negro sonriente peinado a lo afro, nos invita a entrar con un gesto. En el segundo piso el ascensor desemboca directamente en una sala de gigantescas dimensiones. La noción de intimidad, unida para mí a la de club, ha desaparecido aquí por completo. Han conservado el almacén tal cual era, rectangular, sin decoración, con su viejo suelo sucio, fregado y manchado de nuevo, lo que da lugar a un interesante resultado en el que las manchas indefinibles se mezclan con el fregoteado blanquecino. Lo que he dicho de que no hay decoración alguna no es del todo cierto. A lo largo de las paredes han alineado, como para una exposición, sofás desfondados, mesas desconchadas, sillones raídos, sillas destartaladas, veladores con la marquetería arrancada. El parqué completa perfectamente el conjunto. La sistemática elección de esos muebles de desecho denota cierta coherencia en el gusto por el lujo en ruinas, las opulencias decrépitas.

Así pues, el centro de la sala está vacío, a fin de dejar todo el sitio libre para los bailarines. Pero de momento nadie baila, excepto (y eso es lo que le llama a uno la atención en cuanto entra) un joven, sobre un pequeño estrado al fondo, que se contorsiona en un círculo de luz viva al ritmo de una violenta música rock. No lleva más que un pantalón de cuero, muy recortado para dejar a la vista el sexo y las nalgas (redondas, perfectas). Baila frenéticamente, como si estuviera solo, con la mirada opaca o distante. Cegado por la luz, por otra parte, no debe de ver nada de lo que ocurre en la sala donde, sobre un sofá color heces de vino, dos hombres semitendidos se abrazan con gestos tiernos de joven pareja…

Ceremonia de mujeres: Jean de Berg

Catherine Robbe-Grillet. Nacida en París en 1930 bajo el apellido Rstakian, es una notable escritora francesa que se desenvolvió bajo los seudónimos de Jean de Berg y Jeanne de Berg. Más allá de su pluma, su vida es un fascinante tapiz de experiencias que abarcan el cine y la fotografía, además de una educación que transcurrió entre los corredores de colegios e institutos parisinos.

Su incursión en la literatura marcó un hito audaz con la publicación de "L'Image" en 1956, una novela sadomasoquista que provocó un eco notable. Radley Metzger, reconocido cineasta, llevó esta obra a la pantalla en 1974, bajo el título de "La imagen", también conocida como "El Castigo de Anne".

Bajo el seudónimo Jeanne de Berg, nos entregó la intrigante "Ceremonia de mujeres" en 1985, una obra que ahonda en complejas escenificaciones del mundo BDSM. Más tarde, en el 2002, nos sorprendió con "Entretien avec Jeanne de Berg", esta vez, bajo su propio nombre, Catherine Robbe-Grillet.

En 2004, nos ofreció una ventana a sus primeros años de matrimonio con "Jeune mariée: Journal, 1957-1962". Su legado literario continúa enriqueciéndose con "Le Petit Carnet Perdu", publicado en 2007 bajo el seudónimo de Jeanne de Berg.

El arte y la escritura son, indudablemente, dos facetas inseparables en la vida de Catherine Robbe-Grillet. Su carrera cinematográfica y su contribución a la literatura erótica la posicionan como una figura singular en el panorama cultural francés. Además, su unión con Alain Robbe-Grillet, figura prominente de la literatura y cine francés, destaca como un elemento notable en su biografía.

La obra de Catherine Robbe-Grillet es una exploración valiente y auténtica de las complejidades del deseo humano, un legado literario que sigue resonando en la actualidad y que merece un lugar destacado en el panorama literario contemporáneo.