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Catwings. Las aventuras de los gatos alados

Catwings. Las aventuras de los gatos alados - Ursula K. Le Guin

Catwings. Las aventuras de los gatos alados - Ursula K. Le Guin

Resumen del libro:

Una noche, la señora Jane Tabby soñó que podía volar y escapar de la dura vida en la ciudad. Pero ya se sabe: los gatos no pueden volar. Cuando, poco después, nacieron sus hijos, entendió el significado de ese sueño. ¡Habían nacido con alas! Debían marcharse y buscar una vida mejor lejos del barrio. ¿Qué aventuras les esperan más allá de los confines de la ciudad? Sigue las aventuras de los maravillosos gatos alados creados por Ursula K. Le Guin en una edición especial que reúne toda la serie. De la autora que ha fascinado a creadores como Hayao Miyazaki, Margaret Atwood o Haruki Murakami, y que ha inspirado series como Harry Potter y Juego de tronos.

CAPÍTULO 1

La señora Jane Tabby no se explicaba por qué sus cuatro hijos habían nacido con alas.

—Supongo que a su padre le gustaba mariposear —dijo un vecino, y se rio de un modo muy desagradable mientras hurgaba en el contenedor.

—Quizá tienen alas porque una noche, antes de que nacieran, soñé que podía volar y escapaba de este barrio —dijo la señora Jane Tabby—. Telma, tienes la cara sucia, lávatela. Roger, deja de pegar a James. Harriet, cuando ronronees, tienes que entrecerrar los ojos y mullirme con las patas delanteras. Eso es. Hijos, ¿cómo está hoy la leche?

—Muy buena, mamá, gracias —contestaron ellos alegremente.

Eran unos gatitos preciosos y bien criados, pero, aunque no lo decía, la señora Tabby estaba preocupada por ellos. Vivían en un barrio terrible que iba de mal en peor. Las ruedas de los coches y de los camiones que circulaban día y noche, la basura y los desechos, los perros hambrientos, un sinfín de zapatos y botas que caminaban, corrían, pisaban, pateaban… En ningún sitio se estaba a salvo y tranquilo. Además, cada vez había menos que comer. La mayoría de los gorriones se habían marchado. Las ratas eran feroces y peligrosas; los ratones, escasos y flacos.

Así pues, las alas de sus hijos eran la última de las preocupaciones de la señora Jane Tabby. Cada día les lamía las alas sedosas junto con las barbillas, las patas y las colas. De vez en cuando, se preguntaba de dónde habrían salido, pero estaba demasiado ocupada buscando comida y criando a su familia como para pensar en cosas que no entendía.

Sin embargo, cuando aquel enorme perro persiguió a la pequeña Harriet, la arrinconó detrás de un cubo de basura y la embistió con aquellas mandíbulas abiertas llenas de dientes blancos… Cuando Harriet alzó el vuelo con un maullido desesperado por encima de la cabeza del perro, que se había quedado mirándola fijamente, y se posó en la azotea… Bueno, pues, la señora Tabby lo comprendió.

El perro se marchó gruñendo con el rabo entre las piernas.

Todos regresaron al contenedor de basura. Harriet aún estaba temblando. Los otros ronronearon junto a ella hasta que se calmó. Entonces, la señora Tabby dijo:

—Hijos, antes de que nacierais, tuve un sueño. Y ahora entiendo su significado. Este no es un buen sitio para crecer, y vosotros tenéis alas para salir de aquí volando. Quiero que os marchéis. Sé que habéis estado practicando. Anoche vi a James volando por el callejón. Y sí, Roger, a ti también te vi ensayando vuelos en picado. Creo que estáis preparados. Quiero que os toméis una buena cena y que luego salgáis volando y huyáis muy lejos de aquí.

—Pero, mamá… —dijo Telma, y se echó a llorar.

Catwings. Las aventuras de los gatos alados

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