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Canallas

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Resumen del libro:

Si sois fans de la ficción que va más allá del blanco y el negro, esta antología de historias del número 1 de ventas del New York Times George R. R. Martin y el galardonado editor Gardner Dozor’is, está llena de sutiles sombres de gris. Veintiuna historias originales escritas por una lista estelar de colaboradores os deleitarán por igual con giros ingeniosos y cambios impresionantes. El propio George R. R. Martin presenta una historia de Juego de Tronos completamente inédita en la que hace una crónica de uno de los canallas más grandes en toda la saga de Canción de Hielo y Fuego. Adentraos en las narraciones de Gillian Flynn, Joe Abercrombie, Neil Gaiman, Patríck Rothfuss, Scott Llynch, Cherie Priest, Garth Nix y Connie Willis, así como de otros maestros a la hora de hacer magia con las palabras, en esta galería de historias de canallas que os robará el corazón y, aún así, os lo enriquecerá.

TODO EL MUNDO AMA A UN CANALLA

por George R . R . Martin

… aunque a veces nos arrepentimos toda la vida .
Sinvergüenzas, estafadores y pícaros . Gandules, ladrones, tramposos y granujas . Chicos malos y chicas malas . Engañadores, seductores, timadores, charlatanes, impostores, farsantes, falsos, mentirosos, canallas, embaucadores . . . tienen muchos nombres y aparecen en historias de todo tipo, en cada género, en mitos y leyendas . . . y, oh, en la historia también . Son los hijos de Loki, los hermanos de Coyote . A veces son héroes . A veces son villanos . La mayoría de ellas algo intermedio, personajes grises . . . y el gris ha sido mucho tiempo mi color preferido . Es mucho más interesante que el blanco o el negro .

Creo que siempre he sido parcial con los canallas . Cuando era niño, en los años cincuenta, a veces me daba la impresión de que la mitad del prime time de la parrilla de televisión eran comedias y la otra mitad eran westerns . Mi padre adoraba los westerns de forma que, mientras crecía, los vi todos, un desfile interminable de sheriffs con mandíbulas marcadas y alguaciles de la frontera del Oeste, cada uno más heroico que el anterior . El alguacil Dillon era una roca, Wyatt Earp era valiente, atrevido y audaz (así lo decía la canción de la serie) y el Llanero Solitario, Hopalong Cassidy, Gene Autry y Roy Roger eran heroicos, nobles y cabales, el modelo de conducta más perfecto que cualquier muchacho pudiera querer . . . pero ninguno de ellos me pareció nunca real . Mis héroes preferidos del western eran los dos que rompieron el molde: Paladín, que vestía de negro —como un villano— cuando seguía alguna pista y como un dandi afeminado cuando estaba en San Francisco, cada semana «le acompañaba», ¡ejem!, una mujer bonita diferente y prestaba sus servicios por dinero (a los héroes no les importaba el dinero); y los hermanos Maverick (especialmente Bret), sinvergüenzas encantadores que preferían la vestimenta de jugador con traje negro, corbata de bolo y chaleco de lujo al atuendo tradicional de alguacil de chaleco, placa y gorro blanco, y era más probable encontrarlos en una mesa de póquer que en un tiroteo .

Y, bien, si los veis hoy, Maverick y Have Gun-Will Travel se conservan mucho mejor que los westerns más tradicionales de la época . Se podría alegar que tienen mejor guion, mejores actuaciones y mejores directores que la mayoría de westerns estereotipados de la época . Y así es . . . pero creo que el factor canalla también tiene algo que ver .

Aun así, no solamente los fans de los antiguos westerns televisivos aprecian a un buen canalla . Lo cierto es que se trata de un personaje tipo que ha trascendido todos los medios y géneros . Clint Eatswood se convirtió en estrella interpretando a personajes como Rowdy Yates, Harry el Sucio y el Hombre Sin Nombre: todos ellos, canallas . Si, en vez de estos, le hubieran dado los papeles de Yates el Bueno, Billy el Estricto y el Hombre con Dos Formas de Identificación, nadie le habría conocido . Aunque, siendo sincero, en la universidad conocí a una chica que prefería a Ashley Wilkes, noble y sacrificado, que al caradura de Rhett Butler, jugador y contrabandista . . . pero creo que es la única . El resto de mujeres elegirían a Rhett antes que a Ashley sin pensarlo . Y no hablemos ya de Frank Kennedy y Charles Wilkes . Harrison Ford aparenta ser un canalla en todos los papeles que interpreta pero, por supuesto, todo comenzó con Han Solo e Indiana Jones . ¿De verdad hay alguien que prefiera a Luke Skywalker antes que a Han Solo? Claro, Han está allí solamente por dinero, lo deja claro desde el principio . . . Lo que hace más emocionante que vuelva al final de Star Wars para meterle un cohete por el culo a Darth Vader . (Oh, y él SÍ que disparó primero en la escena de la cantina, da igual cómo George Lucas retrocontinúe aquella primera película) . E Indiana . . . Indiana es la propia definición del canalla . Sacar la pistola para disparar a ese espadachín no fue nada justo . Pero, ¡caramba! ¿No lo adoramos por eso?

Sin embargo, los canallas no imperan solo en la televisión y el cine . Mirad los libros: tened en cuenta la fantasía épica . A menudo, se caracteriza a la fantasía como un género en el que el bien absoluto pelea contra el mal absoluto y, es verdad que abunda mucho este tipo de tramas, especialmente a manos de las legiones de imitadores de Tolkien, con sus interminables señores oscuros, subalternos malvados y héroes con mandíbulas cuadradas . Pero hay un subgénero de fantasía más antiguo que está abarrotado de canallas, denominado espada y brujería . A veces se caracteriza a Conan el Bárbaro como un héroe, pero no olvidemos que también era un ladrón, un asaltador, un pirata, un mercenario y, en última instancia, un usurpador que se instaló a sí mismo en un trono robado . . . y se acostaba con toda mujer atractiva que encontraba por el camino . Fafhrd y el Ratonero Gris son todavía más canallas, aunque con algo menos de éxito . No es probable que ninguno de los dos acabe siendo rey . Y después tenemos el concienzudamente amoral (y concienzudamente delicioso) Cugel el inteligente de Jack Vance, cuyas maquinaciones no acaban nunca de dar los resultados deseados, pero aun así . . .

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