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Borís Godunov

Libro Borís Godunov, de Aleksandr Pushkin

Resumen del libro:

“Borís Godunov” de Aleksandr Pushkin es una obra maestra que marcó un hito en la literatura y el teatro rusos del siglo XIX. Pushkin, un gigante literario, concebió esta obra durante uno de sus destierros, consciente de que desafiaría las convenciones y el clasicismo predominante en su época. La publicación de la obra en 1831 fue recibida con censura y críticas, pero con el tiempo, su realismo y profundidad encontraron el reconocimiento que merecían.

La trama de “Borís Godunov” se desenvuelve en la Rusia medieval de finales del siglo XV y principios del XVI, centrándose en la figura del zar que le da título. La obra pinta un retrato magistral de la sociedad de la época, revelando las tensiones políticas y sociales que afectaron al país. Pushkin se sumerge en el alma de Borís Godunov, el zar ambivalente y atormentado, mostrándonos su lucha por el poder y su búsqueda de legitimidad. La caracterización de los personajes es rica y compleja, y la trama está imbuida de una belleza inusitada y una profundidad que trasciende la mera narrativa histórica.

El impacto de “Borís Godunov” no se limita a la literatura; también dejó una huella en el mundo de la música, inspirando la famosa ópera homónima de Modest Mussorgski. La obra de Pushkin se ha convertido en un referente para las posteriores exploraciones de la historia rusa en la literatura y el arte. A lo largo de las páginas de esta obra, Pushkin nos brinda un retrato impresionante de una época pasada, sumergiéndonos en la Rusia medieval y desafiando las expectativas de la dramaturgia de su tiempo.

“Borís Godunov” es, sin duda, una obra que se ha ganado su lugar en el panteón de la literatura rusa y que sigue siendo objeto de admiración y estudio, demostrando la visión innovadora y atemporal de su autor, Aleksandr Pushkin. Esta obra no solo representa el cambio de paradigma en el teatro ruso, sino que también ilustra la capacidad de la literatura para trascender su tiempo y perdurar en la conciencia cultural.

EL PALACIO DEL KREMLIN

(20 de febrero del año 1598)

EL PRÍNCIPE SCHUISKI Y VOROTINSKI

VOROTINSKI

Destinados estamos ambos a regir esta ciudad,
Mas creo que ya no tenemos a quién gobernar.
Moscú está desierta; detrás del Patriarca,
El pueblo marcha hacia el convento.
¿Con qué crees que acabará esta alarma?

SCHUISKI

¿Con qué? Pues no es difícil suponerlo:
El pueblo peleará y llorará aún.
Borís se hará rogar algo todavía,
Como un ebrio ante una copa de vino,
Y por último, gracias a su benevolencia,
Aceptará humildemente la corona,
Y luego regirá nuestro destino,
Como antes.

VOROTINSKI

Ha transcurrido ya un mes,
Desde que junto con su hermana,
Encerróse en un convento, abandonando
Todo lo mundano. No pudieron doblegar
Hasta ahora su opinión, ni el patriarca
Ni los boyardos más inteligentes. No cede
A las promesas suplicantes, ni a los rezos,
Ni a las plegarias de toda Moscú, ni a la voz
De nuestra santa Catedral.
En vano a su hermana le suplican
Bendecir a Borís para subir al trono.
La triste monja y zarina es
Firme como él, y como él, inconmovible.
Es evidente que el propio Borís,
Le inculcó ese temple, pero, ¿qué ocurrirá
Si el propio soberano harto ya
De las graves preocupaciones del Estado,
No quiera asumir el mando todopoderoso?
¿Qué dices tú de todo esto?

SCHUISKI

Diré que en vano,
Se derramó la sangre del zarevich, el infante,
Y si así sucede, Demetrio
Hubiera podido continuar viviendo.

VOROTINSKI

¡Horrible crimen! ¿Es seguro
Que Borís asesinó al zarevich?

SCHUISKI

Ya lo creo,
¿Quién, sino él, en vano trató de sobornar a
Chepchúgov?
¿Quién envió a los hermanos Vitiagóvski con Kachalov?
Yo fui enviado entonces a Uglich,
A investigar el asunto en el lugar del hecho:
Llegué cuando las huellas estaban aún frescas;
La ciudad entera era testigo de la infamia.
Todos los habitantes manifestaron desacuerdo,
Y al regresar, con una palabra sola hubiera podido
Desenmascarar al emboscado criminal.

VOROTINSKI

¿Por qué no lo has eliminado?

SCHUISKI

Reconozco que me turbó en aquel entonces,
Con su serenidad e inesperada falta de vergüenza;
Como si tuviera razón, me miraba a los ojos fijamente,
Me interrogaba, e indagaba nuevos detalles.
Delante suyo repetí el absurdo que el propio zar me sugería.

VOROTINSKI

No es claro, príncipe.

SCHUISKI

¿Y qué podía hacer?
¿Contarle acaso todo a Feodor? El zar
Observaba todo con los ojos del propio Godunov,
Entendía todo con los oídos del propio Godunov.
Por más que yo intentara convencerlo en algo,
Borís lo hubiera disuadido igual en todo,
Y tal vez, en buena hora, como mi tío,
Sería proscripto o quizás encarcelado,
O asesinado en silencio en una celda fría.
No me vanaglorio, pero en caso necesario,
Desde luego, ninguna condena a mí me asusta;
No soy cobarde, ni tampoco necio;
Y no iré a la horca sin pensarlo.

VOROTINSKI

¡Horrible crimen! Oye, ¿es verdad
Que la culpa aún inquieta al asesino?
Tal vez por eso la sangre de la inocente criatura
Le molesta para subir ahora al trono.

SCHUISKI

¡Pasará igual! ¡Borís no es tan tímido!
¡Qué honor para nosotros, y para toda Rusia!
El esclavo de ayer, tártaro, cuñado de Maliuti,
Cuñado del verdugo, y en el alma, él mismo un verdugo,
Tomará la corona y el cetro de Monomaj.

VOROTINSKI

¿Pues, entonces, no es de cuna noble,
Y nosotros somos más que él de la nobleza?

SCHUISKI

Así creo.

VOROTINSKI

Schuiski, Vorotinski…
No es poco decir. Somos príncipes de cuna.

SCHUISKI

De cuna, y de la sangre de los Riúricov.

VOROTINSKI

Mas oye, príncipe, entonces tenemos derechos
Más que él de heredar a Feodor.

SCHUISKI

Mucho más que Godunov.

VOROTINSKI

Ya lo creo.

SCHUISKI

¿Y entonces? Tratemos de azuzar al pueblo
Si Borís no abandona sus acostumbradas picardías.
Deja que ellos abandonen a Godunov,
Pues tienen suficientes príncipes, y que escojan
Entre ellos a alguno, como zar.

VOROTINSKI

No somos pocos los herederos de Variagos,
Es difícil rivalizar con Godunov.
El pueblo ya no ve en nosotros
A los herederos de sus aguerridos defensores.
Hace mucho que hemos perdido las riendas,
Hace mucho que servimos de falderos a los zares.
Y él ha sabido con terror, y con amor,
Y también con gloria, encantar al pueblo.

SCHUISKI (Mirando por la ventana)

Es valeroso, y nosotros… Pero ya es suficiente;
Veo que el pueblo se está ya dispersando,
Vamos pronto, y averigüemos su decisión.

Borís Godunov: Aleksandr Pushkin

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