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Artemisa

Artemisa - Andy Weir

Artemisa - Andy Weir

Resumen del libro:

Jazz Bashara es una criminal… O al menos lo parece. La vida en Artemisa, la primera y única ciudad de la Luna, es difícil si no eres un turista adinerado o un multimillonario excéntrico. Así que hacer un poco de contrabando de lo más inofensivo no cuenta, ¿verdad? Sobre todo cuando hay que pagar deudas y tu trabajo como transportista apenas paga el alquiler.

Reboté sobre el terreno gris y polvoriento hacia la enorme cúpula de la Burbuja Conrad. Su esclusa de aire, bordeada de luces rojas, se alzaba a una distancia inquietantemente lejana.

Es difícil correr con un centenar de kilos de material encima, incluso en la gravedad lunar. Aun así, te sorprendería la prisa que puedes darte cuando te juegas la vida.

Bob corría detrás de mí. Su voz sonó en la radio.

—¡Deja que conecte mis depósitos a tu traje!

—Solo conseguirás morir tú también.

—La fuga es enorme. —Resopló—. Veo el gas saliendo de tus depósitos.

—Gracias por los ánimos.

—Soy patrón EVA —dijo Bob—. Para ahora mismo y deja que pruebe una conexión cruzada.

—Negativo. —Seguí corriendo—. He oído un pum justo antes de la alarma de filtración. Fatiga de metales. Tiene que ser la junta de la válvula. Si te conectas pincharás tu tubo en un borde afilado.

—¡Estoy dispuesto a correr el riesgo!

—Yo no estoy dispuesta a dejarte —dije—. Confía en mí en esto, Bob. Conozco el metal.

Empecé a dar zancadas largas, incluso saltos. Sentía que me desplazaba como a cámara lenta, pero era la mejor manera de moverme con todo ese peso. El monitor de avisos de mi casco decía que la esclusa de aire estaba a cincuenta y dos metros de distancia. Miré la pantallita del brazo. Mi reserva de oxígeno se desplomó mientras observaba. Así que dejé de mirar.

Las zancadas largas dieron resultado. Estaba yendo a toda leche. Hasta dejé atrás a Bob, y él es el patrón de actividades extravehiculares con más talento de la Luna. Este es el truco: añade más impulso hacia delante cada vez que toques el suelo. Aunque eso también significa que cada salto es complicado. Si la cagas, te caes de morros y te deslizas por el suelo. Los trajes espaciales son resistentes, pero es mejor no triturarlos contra el regolito.

—¡Estás yendo demasiado deprisa! ¡Si tropiezas puedes partir la visera!

—Mejor que respirar el vacío —dije—. Me quedan unos diez segundos.

—Voy muy por detrás —dijo—. No me esperes.

No me di cuenta de lo deprisa que estaba yendo hasta que las placas triangulares de Conrad llenaron mi visión. Estaban creciendo con mucha rapidez.

—¡Mierda!

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