Resumen del libro:
“Antes de Adán” de Jack London es una obra que trasciende el tiempo, sumergiendo al lector en una fascinante mezcla de sueños y realidad. Publicada en 1907, esta novela es un viaje a través de los recuerdos oníricos de un joven del siglo veinte que se encuentra viviendo una doble vida en el Pleistoceno. En sus sueños, se convierte en Colmillo Largo, un homínido que lucha por la supervivencia en una sociedad plagada de conflictos y rivalidades evolutivas. Esta dualidad entre el presente y el pasado prehistórico permite a London explorar temas profundos sobre la evolución humana y la naturaleza de nuestros antepasados.
El protagonista, en sus horas de vigilia, intenta dar sentido a los episodios salvajes y primitivos que experimenta en sus sueños. A través de su álter ego, Colmillo Largo, el joven se ve inmerso en un mundo donde diversas poblaciones homínidas coexisten y compiten, cada una en diferentes etapas de desarrollo. Estos recuerdos oníricos son vívidos y brutales, y London no se detiene en describir los feroces enfrentamientos y las duras condiciones de vida de sus personajes. El joven protagonista intenta ordenar cronológicamente estas experiencias, brindando al lector una narrativa coherente y fascinante sobre la evolución y la supervivencia.
La narrativa de Jack London es única y adelantada a su tiempo. Conocido por sus obras de aventura y supervivencia, London se adentra en la literatura fantástica con “Antes de Adán” de una manera que no tiene precedentes. Su visión de la evolución humana es tanto una reflexión filosófica como una exploración narrativa, utilizando las experiencias de Colmillo Largo para ilustrar la brutalidad y la belleza del progreso humano. La novela destaca no solo por su contenido imaginativo, sino también por la forma en que London entrelaza la ciencia y la ficción, ofreciendo una perspectiva innovadora sobre nuestra ascendencia y la naturaleza misma de los sueños y la memoria.
Jack London, un maestro de la literatura de aventura, muestra en esta obra su capacidad para combinar el rigor científico con una narrativa envolvente y emocionante. “Antes de Adán” es una lectura obligada para quienes buscan entender la complejidad de la evolución humana a través de una lente literaria única. La habilidad de London para capturar la esencia de la lucha por la existencia y la adaptabilidad de la especie humana es un testimonio de su genio narrativo y su profunda comprensión de la naturaleza humana.
Mi vida
Nací en San Francisco de California, en 1876. A mis quince años ya me sentía tan hombre como el que más y los pocos centavos que llegaban a mis manos no me los gastaba en bombones ni en golosinas, que me empalagaban, sino en cerveza, cuyo sabor amargo me parecía muy adecuado para un hombre tan pleno como yo estaba convencido de ser.
Actualmente, cuando ya friso en la treintena, daría cualquier cosa con tal de gozar una infancia que a mí no me fue dada. Esto es tan cierto que voy perdiendo mi seriedad y me estoy haciendo cada vez menos formal. ¡Así creo recuperar la niñez perdida!
Mis recuerdos más antiguos son de responsabilidades y deberes. Me parece que nadie me enseñó a leer y escribir. Quizá lo haya olvidado, porque lo cierto es que a mis cinco años ya sabía ambas cosas. En cambio, recuerdo haber asistido en Alameda a mi primera escuela, antes de marchar con mis parientes a un rancho, donde tuve que trabajar de firme desde los ocho años.
Mi segunda escuela, en San Mateo, donde quise aprender algo más, era un guirigay. Solíamos sentarnos los alumnos de cada clase en nuestro banco correspondiente, pero la mayor parte de los días no llegábamos a hacerlo siquiera, porque el maestro venía borracho como una cuba. Entonces, los chicos mayores le zurraban. Pero el maestro, a su vez, la emprendía con los pequeños. Así terminaba la clase, sin haber comenzado siquiera. Puede imaginarse cuánto debí aprender en una escuela semejante. Todos los míos, mis familiares lo mismo que mis amigos, carecían en absoluto de ideas, gustos y refinamientos literarios. Tan sólo mi abuelo había llegado a ser escribiente, ya que no escritor. Era galés y en sus montañas le llamaban «el padre Juan», debido a su interés y su ánimo en dar a conocer los evangelios.
La ignorancia de mis allegados era tanta, que ya desde muy niño me impresionaba. Yo había leído con apasionamiento los Cuentos de la Alhambra, de Washington Irving; entonces debía tener unos nueve años y me extrañaba que los rancheros ignorasen en absoluto la existencia de aquella obra. Por último, llegué a la conclusión de que la ignorancia era algo propio de la vida rural; algo me insinuaba que no debía ser tan espesa en las ciudades.
En cierta ocasión vino a nuestro rancho un hombre de la ciudad. Sus zapatos eran elegantes y vestía con refinamiento. Yo estaba entusiasmado al pensar que llegaba el momento en que podría cambiar impresiones con alguien un poco cultivado. Con los ladrillos de una chimenea derruida, me había hecho una pequeña Alhambra privada, con sus torres, sus patios, sus miradores y demás detalles. Al menos, no había olvidado colocar letreros escritos con yeso que indicaban su existencia y su emplazamiento. Tomé a mi hombre y le conduje allí, para asaltarle a preguntas sobre la Alhambra real. Pero entonces me convencí de que el ciudadano, a fin de cuentas, era tan ignorante como los rancheros, mis conocidos.
Tuve que consolarme pensando que en el Mundo no había más que dos personas que supieran un poco dónde les apretaba el zapato: y estas personas éramos Washington Irving y yo…
Mi biblioteca se completaba con ciertas novelas de poca importancia, que yo pedía prestadas, e interminables folletines sentimentales, que encantaban a los braceros con sus narraciones sobre las desgracias de modistillas pobres y buenas.
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