Análisis de la belleza
Resumen del libro: "Análisis de la belleza" de William Hogarth
El pintor, grabador y teórico inglés William Hogarth (1697-1764) fue uno de los dibujantes satíricos más geniales. Poseedor de un formidable talento pictórico, comenzó a trabajar como grabador de armas y planchas para libros. Por su feroz y caustica crítica social, ha sido comparado a los más grandes escritores británicos del siglo XVIII: Swifty y Fielding. En El análisis de la belleza se muestra más preocupado por elaborar una doctrina artística de la belleza, contra las doctrinas dominantes, que de hacer crítica satírica: critica las doctrinas que consideran el problema de la belleza más desde el punto de vista moral que artístico y desacredita las doctrinas que la reducen a rígidos esquemas de composición matemática. El análisis de la belleza debe remitirse al ámbito puramente estético y artístico, separándolo de cuestiones morales
PRÓLOGO
Miguel Cereceda
Biografía
William Hogarth nació en Londres el 10 de noviembre de 1697. Hijo de un maestro de latines y gerente de una coffe-house, recibió a pesar de ello una educación un poco deficiente, debido a las necesidades económicas de la familia. Cuando tenía siete años, su padre fue enviado a la cárcel por deudas. Por eso le mandó muy pronto su familia a trabajar con un orfebre, grabador de escudos nobiliarios. Será precisamente en este arte del grabado en el que empieza a mostrar el joven Hogarth sus aptitudes como dibujante, al tener que trazar arabescos y ornamentos heráldicos sobre platos, armas y otros objetos de producción semi-industrial. Poco después se establece por su cuenta y realiza trabajos como grabador de libros en la década de 1720. Su interés por la pintura le llevó a la academia de Sir James Thornhill, pintor de cámara del Rey, del que no sólo aprendió las técnicas de la pintura al óleo y al fresco, sino que también se convirtió en su yerno, bien qué a pesar de la voluntad de Sir James, raptando a su hija y casándose con ella en 1729.
En su Painting in Britain 1530 to 1790 Ellis Waterhouse hace una divertida valoración de la ambiciosa biografía de Hogarth tal como él se la pintaba a sí mismo, en las constantes campañas publicitarias que hacía acerca de su propio trabajo, para difundir y vender sus grabados. Gracias a ellas Hogarth llega a ser considerado en muchas historias de la pintura como «el padre de la pintura británica», lo que es, ciertamente, un poco exagerado. Según Waterhouse, la ambición fundamental de Hogarth fue la de llegar a emular a Thornhill y llegar a sustituirle. Por eso comienza su carrera casándose con su hija y la continúa defendiendo posiciones fuertemente nacionalistas en pintura (posiciones que habían desempeñado un importante papel en el éxito de Thornhill, como pintor de cámara del Rey) y atacando a los viejos maestros italianos.
La muerte de su suegro le llevó a intentar la pintura historicista, aunque no consiguió para ello ningún encargo, por lo que se volvió hacia su verdadera fuente de ingresos que eran el grabado y el retrato de tamaño natural. Por desgracia para él, tampoco triunfó específicamente como retratista, pues sus retratos no podían ocultar nunca un cierto impulso, caricaturesco, que desagradaba a los comitentes.
Pero si es un poco exagerado hacer de William Hogarth el padre de la pintura inglesa, no lo es sin embargo el considerarle como uno de los primeros en exigir una mejor valoración del arte inglés, pues el hecho es que la Inglaterra de mediados del s. XVIII estaba casi por completo dominada por pintores extranjeros.
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William Hogarth. Nacido en Londres el 10 de noviembre de 1697, fue mucho más que un artista: fue un cronista de su tiempo, un satírico con pincel y buril que supo capturar las contradicciones y excesos de la sociedad británica del siglo XVIII. Hijo de un maestro empobrecido y marcado por la humillación de ver a su padre encarcelado por deudas, Hogarth creció en el bullicio de la capital inglesa, una ciudad que sería tanto su escenario como su inspiración. Desde muy joven, mostró un ojo atento a los detalles de la vida cotidiana y una habilidad innata para transformarlos en narrativas visuales cargadas de humor y crítica.
Sus inicios como grabador independiente fueron humildes, diseñando escudos de armas y pequeñas ilustraciones. Sin embargo, Hogarth tenía una ambición que lo empujaba a ir más allá de los confines de su oficio. En una Inglaterra que aún miraba hacia el continente en busca de grandeza artística, Hogarth luchó contra la corriente, desafiando el predominio de un arte extranjerizante y rococó que encontraba vacío y artificioso. Su arte, en cambio, bebió de las calles y de las ferias, de la hipocresía de las élites y de la lucha diaria de las clases trabajadoras.
Su despegue como maestro de la sátira llegó en los años 1730, cuando abrazó de lleno su vena crítica. Hogarth no solo pintaba; narraba historias con una agudeza comparable a la de los escritores de su época como Jonathan Swift o Henry Fielding. Obras como Marriage A-la-Mode o A Rake's Progress son auténticas novelas visuales que desenmascaran la corrupción, la frivolidad y los excesos de la sociedad. En ellas, Hogarth despliega un dominio técnico impresionante, a la vez que invita al espectador a reflexionar, reír y condenar.
El viaje que realizó a París en 1744 marcó un punto de inflexión en su estilo. Aunque siempre crítico del rococó, absorbió elementos de este para dar un toque de elegancia a sus conversation pieces y a los exquisitos detalles de las telas y vestidos que adornan sus personajes. Su preocupación estética quedó plasmada en The Analysis of Beauty (1753), un tratado donde defendió la gracia y la expresividad de las curvas frente a la rigidez neoclásica, demostrando que su genio no se limitaba a la crítica social, sino que también abarcaba una visión profunda de la teoría del arte.
La vida personal de Hogarth estuvo marcada por la fidelidad a sus principios y a su tierra. Casado con Jane Thornhill, hija del renombrado pintor James Thornhill, mantuvo siempre un espíritu indomable, incluso cuando sus obras eran pirateadas y reproducidas indiscriminadamente en Europa, robándole parte de los beneficios de su éxito. Su autorretrato de 1745, acompañado por su leal perrita Trump, es un manifiesto silencioso de su carácter: perseverante, modesto y lleno de ingenio.
Cuando Hogarth murió el 26 de octubre de 1764, dejó un legado que transformó la manera en que se concebía el arte en Inglaterra. Fue enterrado en el cementerio de San Nicolás, en Chiswick, bajo una lápida que lleva la inscripción escrita por su amigo David Garrick. Hogarth no solo es recordado como el gran maestro de la sátira inglesa, sino también como un precursor del cómic y un pionero en colocar al arte británico en el mapa europeo. Su obra sigue siendo una ventana luminosa y mordaz a un tiempo que, aunque lejano, resuena con las eternas contradicciones de la humanidad.