Anábasis

Resumen del libro: "Anábasis" de

La Anábasis de Jenofonte es una obra literaria histórica que narra la expedición de diez mil soldados griegos liderados por Ciro el Joven en el año 401 a.C. para destronar al rey persa Artajerjes II. La obra se divide en siete libros y fue escrita por Jenofonte, un soldado, historiador y filósofo griego.

El primer libro comienza con la llegada de los soldados griegos a Sardes, en Asia Menor, donde se unen a Ciro el Joven y emprenden la expedición hacia Persia. A medida que avanzan, enfrentan varios desafíos, como la falta de suministros y el terreno hostil, pero logran superarlos gracias a la disciplina y el liderazgo de los comandantes griegos, incluyendo el propio Jenofonte.

En los libros siguientes, los soldados griegos luchan en varias batallas contra el ejército persa y logran algunas victorias, pero finalmente son derrotados. A pesar de ello, logran retirarse con éxito gracias a la estrategia y el liderazgo de sus comandantes, incluyendo Jenofonte, quien asume un papel importante en la retirada. El último libro relata la llegada de los soldados griegos a Tracia, donde finalmente son liberados y regresan a sus hogares en Grecia.

En resumen, la Anábasis de Jenofonte es una obra histórica y literaria que narra la expedición de diez mil soldados griegos hacia Persia liderados por Ciro el Joven. La obra destaca la disciplina y el liderazgo de los comandantes griegos, incluyendo Jenofonte, así como los desafíos que enfrentaron los soldados durante la expedición y la retirada exitosa que lograron gracias a su estrategia y valentía.

Libro Impreso

INTRODUCCIÓN

JENOFONTE. VIDA Y ESCRITOS

I

El aprecio por la obra de un escritor antiguo está sujeto a notables variaciones, a curiosas subidas y bajadas en su cotización literaria e histórica. Un ejemplo claro de esta obvia observación podemos encontrarlo en el hoy relativamente reducido interés con que los filólogos clásicos, y probablemente también muchos de los lectores no especializados en el mundo antiguo, encaran la variada obra y la singular personalidad de Jenofonte, tan excelentemente considerado en otros tiempos entre los grandes clásicos de la prosa ática.

¿Es que acaso la misma sencillez de su estilo y la sobriedad de su prosa, que tan recomendable le hacen como lectura de iniciación para los estudiosos de las letras griegas, le rebajan en la estima de los expertos en éstas? ¿O es que su modo narrativo, esa manera directa de presentar los hechos y los personajes, le resta atractivo? ¿Es, tal vez, lo variado y diverso de su producción escrita lo que hace difícil que un mismo estudioso pueda interesarse por todos los aspectos de su personalidad literaria? Hace más de treinta años, O. Gigon ya apuntaba estas cuestiones. Más recientemente vuelven a insinuarlas W. E. Higgins y R. Nickel en dos excelentes trabajos de conjunto sobre nuestro autor.

Todos esos puntos contribuyen a recortar la estima por el más fácil de entender de los escritores griegos de época clásica. Pero, además, las sombras de otros dos grandes prosistas vienen a suscitar una comparación desventajosa para Jenofonte. Tanto la Historia de la Guerra del Peloponeso de Tucídides —de quien Jenofonte se pretende continuador con sus Helénicas— como los Diálogos de Platón —con quien, de algún modo, rivaliza Jenofonte en sus Recuerdos de Sócrates— proyectan un duro contraste, en su rigor intelectual y en su fondo teórico y filosófico, con las obras mayores de éste e incitan a una valoración un tanto injusta del testimonio histórico y de la perspicacia crítica de Jenofonte.

Para una apreciación más ecuánime de sus virtudes y defectos, hemos de tratar de enfocar su oficio y figura tal y como se nos presentan en sí mismos, prescindiendo de esa comparación, que, ciertamente, es difícil de evitar porque uno piensa que la lectura de Tucídides debía haber enseñado a Jenofonte una perspectiva historiográfica más crítica, y que el haber conversado con Sócrates y conocido una parte de la obra platónica le debía haber incitado a un mayor esfuerzo filosófico, a intentar calar más hondamente en las palabras del inquietante e impenitente pensador.

Sin embargo, pese a todos los reparos, la personalidad de Jenofonte es la de un individuo magnánimo, que, en una época muy revuelta, la misma que vivió Platón, se afirma con una innegable dignidad; que supo aunar el talante aventurero y una visión lúcida y clara de su entorno histórico; que recordó siempre las nobles enseñanzas de Sócrates y defendió los ideales tradicionales helénicos con valor; que, como escritor, sabe relatar sus impresiones y reflexiones en un estilo sobrio y preciso, con sinceridad, agudeza y una templada ironía. Y no deja de ser interesante el hecho de que él, un hombre de ideas más bien conservadoras, haya sido en muchos aspectos un precursor del helenismo: en su fuerte tendencia al individualismo, en sus esbozos muy influyentes de nuevos géneros literarios, como la biografía (con su Agesilao) y la novela (con su Ciropedia), en su preocupación por la pedagogía un tanto idealizada, en sus breves tratados sobre temas concretos, como la equitación y la distribución de los recursos económicos. Reprocharle que no fue un teórico cabal del acontecer histórico y que, acaso, no entendió el trasfondo filosófico más profundo de las enseñanzas de Sócrates es enjuiciar con parcialidad su obra y enfocarla con prejuicios críticos. Pero si nos acercamos a los escritos de Jenofonte sin ellos y lo leemos con atención y sobre su entorno histórico, no es difícil que descubramos en su obra aquellas virtudes que le hicieron tan estimado en otros tiempos, desde los historiadores latinos y los griegos tardíos hasta Maquiavelo y E. Gibbon.

En ese sentido de reconsiderar justamente las obras de Jenofonte, parece muy justo constatar aquí, al comienzo de este prólogo, la valiosa aportación de algunos trabajos modernos, entre los que conviene destacar el amplio y riguroso artículo de H. Breitenbach, Xenophon von Athen, en Pauly-Wissowa, Realencyclopaedie (1966), y los libros más recientes de W. E. Higgins, Xenophon the Athenian (1977), apologético y de un estilo excelente, y el preciso y crítico de R. Nickel, Xenophon (1979). Frente a uno y otro resulta un tanto superficial el más divulgador de J. K. Anderson, Xenophon (1974). Son sugerentes las ágiles páginas que W. K. C. Guthrie dedica a Jenofonte, como testimonio sobre Sócrates, en A History of Greek Philosophy, III (1969, págs. 333-348). Sobre su apasionante biografía sigue siendo el estudio más amplio el de E. Delebecque, Essai sur la vie de Xénophon (1957).

Anábasis. La Expedición de los diez mil – Jenofonte

Jenofonte (Atenas, c. 430 - Corinto, c. 355 a.J.C.) Jenofonte fue un historiador, filósofo, escritor y soldado griego nacido en Atenas en el siglo IV a.C. A pesar de que se sabe relativamente poco sobre su vida, se cree que fue discípulo de Sócrates y que participó en diversas batallas como soldado, incluyendo la expedición de los Diez Mil liderada por Ciro el Joven.

Jenofonte es conocido por sus obras literarias, que incluyen la Anábasis, en la que relata la expedición de los Diez Mil, y las Helénicas, que cuentan la historia de Grecia desde la muerte de su compatriota Tucídides hasta la victoria de Esparta en la batalla de Mantinea.

Además de sus obras literarias, Jenofonte escribió tratados filosóficos y políticos, como la Economía, en la que ofrece consejos sobre administración doméstica, y la Ciropedia, en la que describe la vida y enseñanzas del rey persa Ciro el Grande. Jenofonte es considerado uno de los más importantes escritores y filósofos de la antigua Grecia, y sus obras son todavía estudiadas y apreciadas en la actualidad.