Resumen del libro:
“A mi madre” es una obra literaria escrita por la poetisa española Rosalía de Castro, publicada en 1863. En ella, la autora rinde homenaje a su madre, destacando su papel fundamental en su vida y en la formación de su identidad como mujer y como escritora. El libro está compuesto por una serie de poemas que exploran las emociones más profundas y los recuerdos más emotivos de la autora en relación con su madre.
En los primeros poemas del libro, Rosalía de Castro describe la figura de su madre y su importancia en su vida. La autora expresa su amor incondicional hacia ella, a quien ve como una figura protectora y sabia. En este sentido, la figura materna se convierte en un símbolo de la fuerza y la estabilidad emocional en la vida de la autora.
En los poemas siguientes, la autora reflexiona sobre la importancia de la figura materna en la formación de la identidad femenina y en la transmisión de valores y conocimientos. Rosalía de Castro destaca el papel de su madre en su educación y su formación literaria, así como en su capacidad para afrontar las dificultades y los desafíos de la vida.
Por último, los últimos poemas del libro se centran en la figura de la madre en la muerte y en el recuerdo. La autora reflexiona sobre el dolor y el sufrimiento de la pérdida de un ser querido, pero también sobre la fuerza y la presencia de la figura materna en la memoria y en el legado que deja en la vida de sus hijos.
“A mi madre” es una obra emotiva y profundamente personal que refleja la admiración y el amor de Rosalía de Castro por su madre, pero que también ofrece una reflexión más amplia sobre el papel de la figura materna en la vida de las mujeres y en la sociedad en general.
¡Cuán tristes pasan los días!…
I
¡Cuán tristes pasan los días!…
¡cuán breves… cuán largos son!…
Cómo van unos despacio,
y otros con paso veloz…
Mas siempre cual vaga sombra
atropellándose en pos,
ninguno de cuantos fueron,
un débil rastro dejó.
¡Cuán negras las nubes pasan,
cuán turbio se ha vuelto el sol!
¡Era un tiempo tan hermoso!…
Mas ese tiempo pasó.
Hoy, como pálida luna
ni da vida ni calor,
ni presta aliento a las flores,
ni alegría al corazón.
¡Cuán triste se ha vuelto el mundo!
¡Ah!, por do quiera que voy
sólo amarguras contemplo,
que infunden negro pavor,
sólo llantos y gemidos
que no encuentran compasión…
¡Qué triste se ha vuelto el mundo!
¡Qué triste le encuentro yo!…
II
¡Ay, qué profunda tristeza!
¡Ay, qué terrible dolor!
¡Tendida en la negra caja
sin movimiento y sin voz,
pálida como la cera
que sus restos alumbró,
yo he visto a la pobrecita
madre de mi corazón!
Ya desde entonces no tuve
quien me prestase calor,
que el fuego que ella encendía
aterido se apagó.
Ya no tuve desde entonces
una cariñosa voz
que me dijese: ¡hija mía,
yo soy la que te parió!
¡Ay, qué profunda tristeza!
¡Ay, qué terrible dolor!…
¡Ella ha muerto y yo estoy viva!
¡Ella ha muerto y vivo yo!
Mas, ¡ay!, pájaro sin nido,
poco lo alumbrará el sol,
¡y era el pecho de mi madre
nido de mi corazón!
…
