I
Borges, hombre de vasto vocabulario —quién lo duda—, sin embargo empleó hasta 6 veces la palabra “casi” en “El jardín de los senderos que se bifurcan”, un relato de apenas 15 páginas. Pero en todo el libro suyo que lleva ese mismo título y el cual consta de 8 cuentos y un prólogo, el adverbio “casi” aparece 20 veces (lo juro porque los conté, a la antigua mediante el sistema de ir agrupando palitos en bloques de a 5 sobre un papel y no a través de algún sofisticado programa de computadora).
También puedo jurarles que en las 116 páginas de la edición que poseo de Alianza Editorial, el argentino utiliza 13 “tal vez”, 9 “quizá” y 5 “acaso”.
Ese empleo tan profuso de los llamados “modalizadores” cuya función es restarle rotundidad a los enunciados, parece constituirse en recurso que Borges usa para dotar a sus textos de un carácter de vaguedad insoslayable y crear esa atmósfera de incertidumbre acerca de la veracidad de lo que se cuenta, que obliga al lector a cuestionarse sobre la capacidad de la experiencia individual para brindar testimonio sobre aquello que solemos considerar “la realidad”.
No por gusto el ciego de los laberintos fue gustosamente asumido como gurú por los posmodernos. El Aleph borgiano es apenas aspiración o utopía. La percepción, el pensamiento, la memoria y el lenguaje —esas herramientas humanas que podrían hacer del universo una cosa cognoscible— son demasiado frágiles como para entregarnos el summum, la representación unívoca e incontrovertible de la totalidad de lo existente.
Y si está quebrado el espejo del mundo, en menudos pedazos deshecho, diríamos, y si con cada uno de esos fragmentos va a quedar lo real multiplicado hasta el infinito, a la vez que reducido a los innumerables, opacos, irrepetibles puntos de vista… ¿Desde dónde, entonces, fijar una “verdad” indisputable, una que pueda trascender a las limitaciones de los seres humanos? Pregunta sin respuesta —¿o casi?—. En ese infierno, o paraíso, de lo relativo, sólo nos queda como alternativa no cejar en el empeño: Hay que contar la historia. Las historias. Noten que es imposible decir la Historia.
¿Pero por qué me extiendo tanto hablando de Borges?
Ah, el asunto es que leí en una entrevista reciente a Michel Encinosa Fú que él estaba releyendo a Borges.
Y porque, vaya azar, si bien no me he puesto a contar las veces que “casi” está escrito dentro del libro de Michel, me basta con que lo haya empleado en una ocasión, por la descomunal importancia que adquiere el haber colocado esa palabra ¡en el mismísimo título!
El volumen de Michel Encinosa Fú que estoy en el trance de “resañar” se llama Casi la verdad.
II
Título: Casi la verdad
Autor: Michel Encinosa Fú.
Género: Cuento.
Editorial: Ediciones Matanzas.
Premio: Fundación de la Ciudad de Matanzas 2008.
Jurado: Eduardo Heras León, Mariela Varona, Norge Céspedes.
Páginas: 112.
Precio de venta: No sé.
(Los escritores no compramos libros. Nos regalamos los unos a los otros aquellos libros que son de nuestra autoría. Así ahorramos el dinero que no tenemos y garantizamos hacernos cómplices los unos de los otros. De paso nos enteramos de qué escriben nuestros contemporáneos y así escribiremos los unos sobre lo mismo que están escribiendo los otros. Por esta vía se funda “la sensibilidad literaria de nuestro época”).
III
La mayoría de los libros que se publican en Cuba han ganado premios. Premios en La Habana, Pinar del Río, Villa Clara, Camagüey, Santiago de Cuba, Guantánamo y cualesquiera de las 15 provincias y el municipio especial Isla de la Juventud, o de los nacionales: David, UNEAC, Alejo Carpentier, etc.
Michel Encinosa Fú (La Habana, 1974) ha publicado varios libros. Luego, por deducción silogística, él ha ganado bastantes premios.
Entre sus premios: Ernest Hemingway 2002, La llama doble 2004, el Calendario de Cuento y de Ciencia Ficción en 2006, Cirilo Villaverde y Hermanos Loynaz en 2008… Entre sus libros: Sol negro (2001), Dioses de Neón (2006); Enemigo sin voz, Dopamina sans amour y El Cadillac rojo y la gran memoria (2008), Vivir y morir sin ángeles (2009)…
También debe tener otros libros sin publicar, en el disco duro de su computadora, a la espera de nuevos premios.
IV
El feminismo ha traído grandes avances a la historia de la humanidad. Más bien a una mitad de la humanidad, que indiscutiblemente ha prosperado en materia de derechos. Lo cual no está nada mal.
El feminismo también ha traído grandes cambios a la historia de la literatura. Ahora se habla de “literatura femenina” o del “discurso femenino en la literatura”. Por lo que —y espero que las chicas comprendan que esto es pura cuestión dialéctica—, nada puede impedir la aceptación de que existe una “literatura masculina” o de un “discurso masculino en la literatura”. O sea, que el feminismo ha provocado, además, la división de la literatura en dos literaturas. Lo cual, al menos a mi, me trae alguna confusión.
El feminismo también ha engendrado un dilema que resulta difícil discriminar si atañe al terreno de la ciencia o el de la filosofía. Se trata de que, en esa dinámica de las leyes de la unidad y lucha de contrarios, ya es arduo saber si hombres y mujeres seguimos siendo todavía los dos géneros distintos pero de una misma especie. O si ahora somos dos especies diferentes y se puede hablar ya de que nos hemos divididos en dos humanidades.
A los que piensen que todo esto es una digresión roñosa y sexista que en nada viene a cuento, les saco de la manga este diálogo extraído del libro de Michel Encinosa (pág. 33 y 34):
—¿Tú tienes vagina, Marco Antonio?
—¿Tú me ves cara de tener vagina?
—¿Lo ves? No tenemos la misma vida.
—Eso es muy ingenuo, Alba.
—Sí, es muy ingenuo. ¿Te gustaría tener vagina?
—Creo que no.
—¿Y tener mi vagina?
—Puede que sí.
—¿Podrías tener mi vagina sin tenerme a mi, Marco Antonio?
—Si te meto un palazo por la cabeza…
—¿Lo ves? La solución siempre parece ser un palazo por la cabeza. Pues eso es un buen cuento. Un palazo por la cabeza de alguien… A mí a veces me gustaría tener un pene.
—¿Y no te gustaría tener mi pene?
—¿Quieres que te de un palazo por la cabeza?
—Prefiero un palazo a secas.
Todos los cuentos de Casi la verdad (6) tienen un único protagonista: Marco Antonio, escritor y “quizá” “acaso” “tal vez” alter ego de Michel Encinosa. Y todos los cuentos de este libro se titulan con: “Nombre de una chica + Algo”. Comprueben: “Layla, o el detestable subterfugio de los silencios”; “Alba y el silencio inevitable”; “Mónica y las canciones apócrifas”; “Rosy 7,500”; “Marisa y todos los estruendos” y “Eva y los ángeles perdidos”.
Ellas en la esquina rosa, o roja. Marco Antonio en la azul, o negra. Por el medio Algo, “casi” cuadrilátero o tatami. Digamos que La Insoportable Otredad: “Tú no entiendes, Marco Antonio, tú no eres una mujer” (pág. 104).
V
Pudieras ser, Eva, un lago de cisnes, o el hielo en un scotch on the rocks, o el petróleo en un mar sin gaviotas. También sospecho que eres un lanzallamas, una armadura, y una gaveta vacía y olorosa a sándalo, pero esto son solo conjeturas. Pienso que no vale la pena viajar o esperar, si el espacio y el tiempo solo existen en nosotros mismos, y por eso mismo quisiera poder decirte que te amo como la bala ama a la pistola, o como el mármol a la cantera, pero a la vez sé que tú quisieras poder decir lo mismo, y preguntarme sobre el ojo azul de ese gato que recorre calmoso las telarañas de tu cabeza, sobre las agencias clandestinas de suicidios subsidiados que enlazan Chicago y San Petersburgo, y sobre Dios y los cometas y el noble sulfato de quinina, pero yo soy un niño de otra Edad, Eva, no soy hijo de Acuario ni clon del Quijote, y no debieras querer poder decirme nada por cuanto había por decir ya está dicho antes de conocernos, por eso no me preguntes si estás en mis sueños más salvajes, ni si puedes quedarte dormida alguna vez en mi hombro, ni where have all the flowers gone, baby?, porque eso no lo sé. (De “Eva y los ángeles perdidos”, pág 107).
En la misma entrevista reciente a Michel Encinosa leo que él está releyendo a Cortázar también. Y como el propio Marco Antonio (“casi” Michel Encinosa) dijo que “Todo libro es el hijo bastardo de algún otro libro” (pág. 73), se me ocurre acudir a esta cita de Morelli (personaje) de Rayuela (novela) de Cortázar (autor):
“Internarse en una realidad o en un modo posible de una realidad, y sentir como aquello que en una primera instancia parecía el absurdo más desaforado, llega a valer, a articularse con otras formas absurdas o no, hasta que el tejido divergente (con relación al dibujo estereotipado de cada día) surge y define un dibujo coherente que solo por comparación temerosa con aquel parecerá insensato o delirante o incomprensible.” (pág 468. Editorial Alfaguara, 1992).
VI
De “Marisa y todos los estruendos” (pág. 74):
La realidad ya no es lo que solía ser, le respondo. La cultura es un subproducto subvencionado y subvertido. Los géneros desaparecen. Ficción, realismo social, fantasía, horror, fábula, testimonio, ciencia ficción, todo es lo mismo. Hombres y mujeres, todo es lo mismo. Todos tenemos penes y vaginas. Todos somos subvencionados y subvertidos. Todos somos violados. Todos vivimos una realidad que no existe, le respondo.
VII
—Acaso sí. Quizá tengas razón. Tal vez… Casi me convences. —le digo a Michel Encinosa.