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La dolce vita de Heras León

Al igual que García Márquez en sus Doce cuentos peregrinos, Heras León fecha el año en que escribió cada uno de las ocho historias que integran las páginas de Dolce vita, editado por UNIÓN en 2012 y que tienen como hilo conductor una visión realista y fantástica de la Cuba actual.

“Balada para un amor posible”, por ejemplo, traduce la historia de dos personajes: el veinteañero Jorge y la madura Mariana, entre los que se establece una relación donde priman, más que el deseo y el desenfreno amoroso, otros vínculos de perecedero sustento.

Por otro lado “La última cena”, narrado en primera persona, nos introduce en un mundo que más bien parece nacido de una imaginación portentosa, pantagruélica, sobre todo cuando el personaje principal, un viudo acosado por las necesidades alimenticias de sus hijos, viaja a Melena del Sur y se encuentra con Eustaquio:

“Me mantuve despierto durante horas repasando mentalmente las posibles alternativas: podía asaltar la carnicería, aunque seguramente el botín era escaso: unas libras de pasta de oca, dos o tres gallinas anémicas, algunos trozos de falda o de ternilla; o buscar un contacto para negociar con gente del Matadero, pero los riesgos serían enormes y la operación llevaría mucho tiempo; o tal vez lograba descuartizar una res en cualquier granja estatal; pero cuidado, de salir mal, nadie me salvaría de pudrirme diez años en una prisión”.

En la tercera historia, “Café a las cinco”, la más breve del libro; también narrada en primera persona, como casi todos los otros relatos, la inesperada visita de Marlene, nada casual, crea un oscuro cataclismo, una implosión, y transforma la atmósfera del espacio donde los otros personajes, reunidos, compartían las costumbres de la tarde.

“Sorpresivamente nos miramos, y comenzó nuestro habitual diálogo sin palabras, cómo es posible, sin gestos, ya ves, ¿es ella?, claro, atravesado por una sensación de pánico, ¡tan envejecida!, y embarazada, a punto de parir, de desamparo, qué lástima, por qué, no sé,una mujer en ese estado siempre es más bella, ella no, de nostalgia, no es ella, es otra, no, es ella, prefiero recordarla como era, no así, ¿cómo cuándo?, de suave tristeza, como antes, cuando… “Pero, siéntate, Marlene, repitió mi esposa, y me miró ligeramente alarmada, y yo cerré un ojo de manera casi imperceptible para tranquilizarla, y tomé a Marlene de una mano y la senté en uno de los sofás de la sala”.

Aunque, precisamente “La visita” se titula el siguiente cuento, no guarda ninguna relación con el anterior, al contrario: un adolescente aficionado a la lectura y escritura de poemas descubre una antología los versos de un tal Emilio Ballagas, y queda fascinado, pero con dudas ante esta manera “nueva” de creación poética.

Mientras, continúa escribiendo “cinco poemas diarios” y ya es conocido en la escuela por las tertulias que protagoniza junto a otros compañeros de aula, cuando un día su profesora de inglés le pregunta: “¿Por qué no me dejas leer tus poesías?”, y a partir de entonces, días después, ella le confiesa que su marido es poeta y desea conocerlo.

“Amor de ciudad grande” es, a mi juicio, uno de los más logrados textos de esta selección, plagado por las incontables sorpresas y pruebas de supervivencia con que se topará un joven bohemio y artista de provincia.

Durante los cuentos restantes, “Almuerzo en Santo Domingo”, “Mercy” y “Dolce vita”, el autor utiliza su habilidad con una eficacia sutil, valiéndose de técnicas narrativas, deudoras de los mejores cuentistas del siglo XX, Hemingway entre ellos; y son absolutamente verosímiles las situaciones, los personajes, los diálogos, las mudas, los datos escondidos, las corrientes de pensamiento, logrando que las historias sean, además, entretenidas, tal como quería Bertolt Brecht.

Las narraciones de  Eduardo Heras León, han compuesto, a lo largo de varias décadas, numerosos títulos: La guerra tuvo seis nombres (Premio David, 1968); Los pasos en la hierba (Mención única, Premio Casa, 1970); Acero; A fuego limpio; Cuestión de principio (Premio UNEAC, 1983 y de la Crítica, 1986); La nueva guerra; La noche del capitán y Cuentos completos.

Heras León también dirige el  Centro de Formación Literaria Onelio Jorge Cardoso, que gradúa, cada año, grupos de jóvenes narradores menores de 35 años, para el que preparó Los desafíos de la ficción, voluminosa antología de ensayos, entrevistas y artículos disímiles sobre técnicas narrativas.

Es periodista, crítico literario y de danza, fundador del proyecto cultural Universidad para Todos y Maestro de Juventudes de la  AHS.

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