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…In corpore sano

A Carmen

Soy el cuerpo de Boby Fossy… No, mejor decir soy el orgullo de Boby Fossy… aunque creo que usted me entendería mejor si leyera la revista In Corpore Sano o estuviera al día en lo que a fisiculturismo se refiere.

Continuemos: Decir cuerpo perfecto es decir Boby Fossy; decir Boby Fossy es… bueno, usted es seguramente uno de esos enclenques, raquíticos; uno de esos que jamás tomó clases de tennis, equitación, artes marciales, paracaidismo, ¿me comprende ahora? ¡No!

Imagine que usted tiene los requisitos indispensables: dinero, mucho dinero, más dinero; y que consulta con uno de sus abogados —el más caro. Sabe que solo podrá obtener ese cuerpo durante veinticuatro horas (con una tarifa especial por tiempo extra). Imagine encontrar en las páginas de un megadiario cualquiera el siguiente aviso:

¿Ha pensado usted en lo aburrido de llevar toda la vida EL MISMO CUERPO?

Sí, seguro que lo ha pensado.

The Magic Body Corp. lo apoya a usted al ciento por ciento.

Miles de jóvenes, hombres y mujeres, utilizan su cuerpo solo para que tú lo utilices.

The Magic Body Corp. Cuerpos para toda ocasión.

Todo esto sazonado con una sugestiva foto tridi­mensional donde se mezclan torneados bíceps y senos perfectos (nada de sili­cona), el tono justo de la piel. Primero piensas en ese pobre joven (creas para él un nombre imaginario: Boby Fossy), que alquila su cuerpo para obtener ciertas ganancias libres de impuesto. Mientras su mente —alma según la jerga tecnológica— descansa almacenada en algún oscuro banco de memorias.

También recuerdas las terribles historias en torno a estas transferencias, donde mujeres alquilaron cuerpos de hombres (y viceversa) buscando nuevos placeres, locas orgías caníbales, vendettas realizadas por anónimos y musculosos cuerpos; pero tú no eres de ese tipo, tus escrúpulos y educación meticulosa son barreras potentes para un pobre y escuálido cuerpo… Tú sí tienes un propósito para querer cuerpo de Boby Fossy a tiempo completo. Lo cuidarás (quizás mucho mejor que su propietario original). Te tomarás algunas copas. Hablarás ¡al fin! con la deslumbrante Betty, que esta vez no pondrá reparos, y todos tus viejos chistes poseerán esa chispa que nunca supiste imprimirles.

Ha salido perfecto; pero, como una oscura Cenicienta, devolverás a medianoche lo que te fue entregado. Ese es el trato.

Y piensas en huir de un cuerpo fláccido y obsoleto que espera por ti. Sin saber por qué, compras un arma (ya que puedes acceder al conocimiento bélico de ese bendito Fossy). La observas mientras regateas con el vendedor y piensas que sería justo pagar unos añitos más (digamos unos diez o veinte), ya que el bueno de Fossy se sentiría muy cómodo en su bóveda mental por otra temporada.

Ha pasado el tiempo reglamentario: los agentes de The Magic Body Corp. te han localizado. Normalmente hubieras lloriqueado y suplicado, pero hoy no, no con ese cuerpo de titán; y los desafías e insultas (aunque siempre has odiado el lenguaje obsceno). Cráneos que crujen como nueces, alguien que ordena disparar.

Más tú sonríes y das las gracias al idiota de Boby Fossy (que nunca pudo compenetrarse con su propio cuerpo de la forma en que tú lo has hecho), y sostienes con firmeza el cañón del arma bajo tu barbilla esperando el impacto que completará la fusión.

Soy el cuerpo de Boby Fossy.

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