Fabulario vol. I es una selección de cuentos que flota entre cuestionamientos de la existencia y el suspenso retorcido. Cinco historias donde sus protagonistas se acercan por la espalda y te hablan al oído una versión de la vida a la que entras o rechazas de un tirón.
Me hubiera gustado escribir que son textos que tienen en común una cola de mamífero. Eso me vendría perfecto para comentar su título (dicho sea de paso, palabra redonda: contenido… continente). Pero no puedo certificar esta idea cómodamente poética, por su culpa; sin embargo, le devuelvo el daño en forma de puñalada amistosa al misterio: no es un libro con esas fábulas de sabiduría animal a las que de forma automática se acercaría un lector; aunque sí hay una presencia estrambótica de fauna.
Carlos Ávila Villamar es un buscador-creador constante de historias. Cada detalle de la vida cotidiana puede convertirse en el punto medular de un cuento o, quizás, en un dato subliminal que evoluciona paralelo al relato y cubre, cual manto invisible, la atmósfera de sus personajes y situaciones. Y sí, aunque esta descripción aplica a cualquier escritor u obra promedio, lo singular de su proceso es que ninguna de sus interpretaciones son calcos de situaciones o experiencias personales, sino la proyección de un imaginario siniestro y poético.
Por tal motivo, en este libro, de súbito, la realidad física se mueve 180° sobre su eje y nos presenta la misma imagen. Esta vez con otro universo abrumador, perverso, onírico. Sus escenarios están miméticamente decorados; y toda la trama descrita con un dominio placentero de la escritura, como quien nos cuenta testimonios que ha visto con sus propios ojos.
Los protagonistas son comunes y místicos al mismo tiempo. Carlos es un autor de historias largas, lo he escuchado decir varias veces, y esto se debe al universo que desarrolla de manera individual en todos sus personajes. Razón por la cual en estas páginas conviven científicos, empleadas domésticas, padres devotos o asesinos con distintas visiones de la vida, puestas para enfrentarse entre sí y cuestionar el sentido común (¿lineal?) de la realidad.
Como ópera prima que ve la luz bajo sus propios parámetros —Fabulario vol I nace desde la industria de la autoedición, disponible en Amazon—, estamos ante el primer volumen de una trilogía que ya anuncia muy bien sus intenciones: una obra con latencia, creada con cuentos fuera de cualquier temporalidad e historias con la falsa apariencia que precede a la complejidad.
Pero lo más importante es el debut editorial de este joven escritor que, si bien establece que tiene las mismas probabilidades de ser leído dentro de dos siglos como dos siglos atrás, hoy simplemente se arriesga y propone un viaje para nada carente de seducción.Sé que mientras estos cinco cuentos rompen el hielo, Carlos Ávila Villamar sigue obsesionado en este planeta siempre estrafalario, surrealista. Un escritor rodeado por una sombra de literatura que llega a antojárseme viciosa. Me declaro del bando de sus lectores del futuro y apuesto por su Fabulariovol I, porque sé que de un volumen tras otro irá creando su Escalera Real.