Alma caníbal
Rosa Montero
"La noche fue muy larga y al final me quedé a dormir con él. Al apagar la luz descubrí junto a su cama un cuchillo de monte antiguo y grande, encerrado en una funda de cuero y semioculto tras una pila de libros; y fue como recibir la confirmación de una sentencia."
Dejando la casa amarilla
Saul Bellow
"Salió corriendo colina arriba. La cadena, la pala y la palanca chocaron a los lados del camión. Ella estaba asustada, se agarraba el brazo y se quejaba. Los perros de Rolfe saltaron para lamerla cuando atravesó la verja. Ella se echó un poco hacia atrás llorando: «Abajo, abajo»."
El hotel azul
Stephen Crane
"Como si los evidentes encantos de semejante hotel azul no fuesen ya de por sí suficientemente tentadores, Scully tenía la costumbre de acudir todas las mañanas y tardes al encuentro de los premiosos trenes que paraban en Romper y ponía en práctica sus dotes de seducción ante cualquier viajero que, maletín en mano, viese indeciso."
Los engranajes
Ryûnosuke Akutagawa
"Otra vez me encontré jugueteando con el cuchillo y el tenedor sobre la carne que tenía en el plato. Entonces descubrí una diminuta criatura que se retorcía en un borde de la carne. Me trajo a la memoria la palabra inglesa worm, gusano. Seguramente, como kylin y ho, también aludía a una bestia legendaria. Apoyé el cuchillo y el tenedor y observé, en cambio, el champán que me habían servido en la copa."
Bumbo
Juan Bosch
"Bumbo estaba triste, muy triste. No teníamos luz en la habitación, pero se le notaba la tristeza: se hacían cada vez más largos los espacios entre una y otra chupada. La candela del túbano nos iluminaba intermitentemente, con resplandores rojizos."
Los nutrieros
Rodolfo Walsh
"Chino Pérez tapó con tierra el fogón, y luego tendió la mirada a lo lejos. El agua había tomado un color plomizo, y en el oro verde de los juncos se alargaban las primeras sombras. Por los confines de la laguna, ensimismada en la quietud vesperal, entre las últimas barreras de juncos, flotaban a ras del agua nubecillas de vapor."
El mendigo de almas
Giovanni Papini
"No bien estuve afuera, una frase imprevista se apoderó de mi mente -una frase que había escuchado repetir muchas veces y cuyo autor no recordaba. “Si un hombre cualquiera, incluso el más simple, supiese narrar su vida entera construiría una de las más grandes novelas que se hayan escrito nunca.”"
Después de la tormenta
Ernest Hemingway
"Aquella había sido una buena tormenta. Mi lancha era la única que se veía. El agua estaba blanca como un barril de lejía y desde Eastern Harbor a Cayo Southwest no podía distinguirse la playa. En medio de la ribera se había abierto un gran canal. Los árboles fueron derribados y flotaban enteros, había pájaros muertos, ramas; de todo."
El armario
Thomas Mann
"El cobertizo de la estación estaba casi sumido en la oscuridad. Madrugada o anochecer… no lo sabía. Había dormido. ¿Quién podía decir si habían sido dos, cinco o doce horas? En alguna ocasión había dormido durante veinticuatro o quizá más, de un tirón, con un sueño extraordinariamente profundo."
El árbol de cerezo y el silbido mágico
Osamu Dazai
"Los campos y las montañas estaban en pleno esplendor y hacía tanto calor que constantemente me entraban ganas de desnudarme y de lanzarme a correr por los campos, acariciada por el viento. Aquel verdor tan intenso me producía como chispas en los ojos."
El escudo de hojas secas
Antonio Benítez Rojo
"Cuando entraron en la casa del santero, la vieja de la puerta dijo que no podrían ver a Fernandino hasta la noche porque había mucha gente por delante. Isolina, sofocada, se abrió sitio en el sofá abanicándose con un periódico que alguien había dejado en la mesa del centro: luego, abriendo la boca y quejándose de que le faltaba el aire, se tiró encima de una negra y empezó a gritar con los ojos en blanco y agarrándose el vientre"
Jardines de Kew
Virginia Woolf
"Las figuras de esos hombres y mujeres caminaban lentamente detrás del cantero con un curioso movimiento irregular, no muy diferente del de las mariposas blancas y azules, que atravesaban el césped volando en zigzag de cantero en cantero."
¡A nadar, peces!
Ricardo Palma
"Posible es que algunos de mis lectores hayan olvidado que el área en que hoy está situada la estación del ferrocarril de Lima al Callao constituyó en días no remotos la iglesia, convento y hospital de las padres juandedianos."
El pequeño fotógrafo
Daphne du Maurier
"Luego bajó la voz y se calló estúpidamente, pues el rostro que la miraba desde la abierta ventana era tan inesperado y tan dulce que podía haber sido el de un santo bajado de las vidrieras de una catedral. Aquel rostro aparecía enmarcado en una masa de negros y rizados cabellos. Tenía la nariz recta y fina, la boca firmemente moldeada, y los ojos, oscuros, solemnes y tiernos, eran como los de una gacela."
Ese hombre
Rodolfo Walsh
"Me pregunta si conozco el cuento del vasco. Escucho el cuento del vasco, rodeado de parientes, que no quería firmar el testamento. El índice del Viejo va y viene despacio sobre el índice izquierdo, preparando la pregunta, la pausa, el corte de manga, su porfiada respuesta. Y ahora no sé cuál es mi risa, cuál es la suya, la del Papa Juan divertido a su modo en el cromo."
La recompensa
Félix Pita Rodríguez
"Los ojos de Marta se escaparon otra vez por la ciénega enorme. Allí estaba el mar, donde las nubes parecían bajar un poco. Y al otro lado, pero hacía falta un barco para llegar, la islita y la prisión."
Deberes especiales
Graham Greene
Un empresario rico tiene una esposa enferma y una amante secreta. Quiere comprarle un anillo de diamantes, pero su esposa se entera y se opone. ¿Podrá cumplir con sus deberes especiales?
Comienzos de una fortuna
Clarice Lispector
¿Qué harías si tuvieras mucho dinero? ¿Cómo te sentirías si nadie te entendiera? ¿Qué pasaría si tu vida fuera diferente? Estas son algunas de las preguntas que se plantea Arturo, el protagonista de este cuento de Clarice Lispector, una de las escritoras más originales y fascinantes de Brasil. Arturo es un joven que sueña con tener una fortuna y que se siente incomprendido por su familia. Su historia nos muestra el contraste entre sus aspiraciones y la realidad que lo rodea, así como su dificultad para comunicarse con los demás.
La historia de un picaflor
Rubén Darío
Sumérgete en el mundo de la naturaleza con “La historia de un picaflor” del insigne poeta Rubén Darío. Este cuento te llevará en un viaje poético a través del ecosistema y el papel de las aves en la polinización. Aprende sobre la importancia de proteger y conservar nuestro entorno mientras disfrutas de la belleza de la prosa de Darío.
Ana María
José Donoso
"Todos los días acudía a almorzar bajo el sauce y a dormitar un poco junto a esa isla de verdor, lo único vegetado del barrio. Y a las dos de la tarde volvía a la construcción donde trabajaba, dos cuadras más allá por la calle en que casi todos los sitios permanecían sin casas aún y secos."
El campanario
Herman Melville
Sumérgete en la obsesiva búsqueda de un hombre por conocer al misterioso relojero encargado de las campanas de una catedral en construcción. A través de una prosa exquisita, Herman Melville explora los temas de la soledad, la marginación y la crueldad humana en un relato que te mantendrá en vilo hasta el final. Descubre cómo la vida de un hombre solitario se entrelaza con la construcción del campanario y su imponente presencia en el horizonte de la ciudad. No te pierdas esta obra maestra de uno de los grandes escritores estadounidenses del siglo XIX.
La traída de aguas
E. L. Doctorow
"Yo estaba seguro de que se daba cuenta de mi cercanía. Más aún, hacía días que deducía yo de sus actos una loca intuición de cooperación, como si se hubiese lanzado a sus empresas en beneficio suyo y mío."
El oro inglés
Felipe Trigo
"¡Si fuese de cristal! Las maniobras de siempre. Mi habitación tenía la cama en un ángulo del fondo. Igual estaría colocada la cama en la de encima, y allá se habían dirigido los pasos: la inglesita levantaría el embozo… Después sentí el dulce y picado taconeo hacia el rincón opuesto. ¿El tocador?…"
El muro
Jean-Paul Sartre
"En realidad lo que nos servía de celda era uno de los sótanos del hospital. Se sentía terriblemente el frío debido a las corrientes de aire. Toda la noche habíamos tiritado y durante el día no lo habíamos pasado mejor. Los cinco días precedentes había estado en un calabozo del arzobispado, una especie de subterráneo que debía datar de la Edad Media: como había muchos prisioneros y poco lugar se les metía en cualquier parte."
Elisabeth
Kjell Askildsen
"Cuando volví a casa de mi hermano, él aún no había llegado. Dije a Elisabeth que mi madre había enviado saludos para ella. ¿No te encontraste con Daniel?, preguntó. No, contesté. Fue a buscarte, dijo ella. ¿A casa de mi madre?, pregunté. Sí, respondió."
Modesta Gómez
Rosario Castellanos
"La casa estaba llena de sorpresas maravillosas. ¡Con cuánto asombro descubrió Modesta la sala de recibir! Los muebles de bejuco, los tarjeteros de mimbre con su abanico multicolor de postales, desplegado contra la pared; el piso de madera, ¡de madera!"
El verdugo
Pär Lagerkvist
"El Verdugo ni lo miró. Ni siquiera se movió. Apenas si, a la vacilante luz de la candela, podía vérsele el rostro enorme oculto en la sombra de su mano."
El periodo azul de Daumier-Smith
J. D. Salinger
"Creo que fue lo de «compañero» lo que me molestó más. Sin tomarme siquiera el trabajo de inclinarme, o sea, de mantener por lo menos la conversación en el plano privado, de bon gout, en que él la había iniciado, le informé, en francés, que era un grosero, un estúpido, un imbécil prepotente, y que nunca sabría cuánto lo detestaba. Acto seguido, bastante satisfecho, me corrí hacia el interior del autobús."
La muchacha del tiempo
Emilio Díaz Valcárcel
"Todas las tardes, la pareja de ancianos esperaba en la pantalla del televisor a la muchacha del tiempo, sentados en el decrépito sofá que olía a orina de perro: era ése el más claro recordatorio de Blaqui; con su muerte, ocurrida hacía cuatro años, habían sufrido más que nunca el vacío de la soledad, el cansancio de los años que sobrevivían con resignación"
Un día perfecto para los canguros
Haruki Murakami
"Pese a todo, finalmente llegó el día de ir a ver al canguro. Nos despertamos a las seis de la mañana, descorrimos las cortinas y, al instante, descubrimos y comprobamos que aquélla era la mañana ideal para los canguros. Nos lavamos la cara a toda prisa, desayunamos, dimos de comer al gato, hicimos la colada, nos pusimos un sombrero para protegernos del sol y salimos de casa."