Ficción

Strandvägen. Foto por Fredrik Öhlander en Unsplash

Érase una vez un mayo…

Stig Dagerman

Pronto iba a ser la una y todos los que estaban esperando empezaban a sudar y a enrojecer. Los que estaban delante eran empujados hacia la calzada por los que estaban detrás y había unas aperturas insoportables, incluso para los que tenían los codos bien afilados...
Desierto. Foto por Juli Kosolapova en Unsplash

Chacales y árabes

Franz Kafka

Acampábamos en el oasis. Los viajeros dormían. Un árabe, alto y blanco, pasó adelante; ya había alimentado a los camellos y se dirigía a acostarse...
Photo by Evan Simons on Unsplash

El chofer nuevo

Enrique Jardiel Poncela

Siempre que el chófer nuevo puso en movimiento el motor de mi coche ejecutó sorprendentes ejercicios llenos de riesgos y sembró el terror en todos los sitios: destrozó los vidrios de infinitos comercios, derribó postes telefónicos y luminosos, hizo cisco trescientos coches del servicio público, pulverizó los esqueletos de miles de individuos...
Cartas desde la Tierra - Mark Twain

Cartas desde la Tierra

Mark Twain

Este sensacional libro, cuya primera edición no se autorizó hasta 1962, describe en vivo y en directo la versión siglo XXI del Big Bang desencadenado por Dios, y las reacciones de un testigo de excepción: Satán. Condenado por unos comentarios como siempre inoportunos, Satán se ve obligado a escribir cartas a casa desde su exilio en la Tierra. Las Cartas se centran particularmente en la naturaleza de la relación entre Dios y el Hombre, ese vínculo que quiere simbolizar la forma más sublime de la reverencia y el amor, pero que frecuentemente se manifiesta en forma de desgracias, tribulaciones y abandono. Con ese tono escandaloso que sólo nos permitimos en cavilaciones privadas, las Cartas conmueven, hacen reír y, como si eso no fuera suficiente, destilan un aire profético.
Hoja en un lago. Foto por Andre Hunter en Unsplash

Dos imágenes en un estanque

Giovanni Papini

¿Solo para volver a ver mi rostro en un estanque muerto, lleno de hojas muertas, en un jardín estéril, me detuve después de tanto tiempo en la pequeña capital? Cuando me aproximaba a ella no pensaba tener otro motivo que este...

El poeta

W. Somerset Maugham

No siento gran interés por la gente célebre, y no puedo soportar a esas personas que tienen la pasión de codearse con las grandes figuras...
Venecia. Foto por Marialaura Gionfriddo en Unsplash

Ícaro

Sergio Pitol

El narrador ha visto esa tarde, en una sesión del Festival Cinematográfico de Venecia, un film japonés que revela, de un modo en apariencia inequívoco, aunque la acción transcurra en Japón (y un episodio esté situado en Macao), la vida de un amigo muerto unos años atrás en condiciones extrañas en una pequeña ciudad de la costa de Montenegro...
Gallina. Foto por Christin Hume en Unsplash

El huevo y la gallina

Giovannino Guareschi

Entre los hombres de Peppone había uno al que llamaban Bólido. Era una bestia enorme, lenta y tarda como un elefante y un poco tocado. Bólido pertenecía a la “escuadra política”, capitaneada por el Pardo y tenía la función de tanque: cuando era preciso aventar una asamblea adversaria, Bólido se ponía al frente de la escuadra y no había quien lo detuviese en su inexorable avance, y de esa manera el Pardo y los que lo seguían, podían llegar bien pronto hasta la tribuna del orador, y allí, con silbidos y mugidos, lo reducían a silencio en contados minutos...
Pájaros. Foto por Mehdi Sepehri en Unsplash

Cangrejos, golondrinas

José Lezama Lima

Eugenio Sofonisco, herrero, dedicaba la maña­na del domingo a las cobranzas del hierro traba­jado. Salía de la incesancia áurea de su fragua y entraba con distraída oblicuidad en la casa de los mayores del pueblo. No se podía saber si era grie­go o hijo de griegos...
Los detectives salvajes - Roberto Bolaño

Los detectives salvajes

Roberto Bolaño

Arturo Belano y Ulises Lima, los detectives salvajes, salen a buscar las huellas de Cesárea Tinajero, la misteriosa escritora desaparecida en México en los años inmediatamente posteriores a la Revolución, y esa búsqueda —el viaje y sus consecuencias— se prolonga durante veinte años, desde 1976 hasta 1996, el tiempo canónico de cualquier errancia, bifurcándose a través de múltiples personajes y continentes, en una novela en donde hay de todo: Amores y muertes, asesinatos y fugas turísticas, manicomios y universidades, desapariciones y apariciones.
Mrs. Richard Brinsley Sheridan. Por: Thomas Gainsborough

El caso de la señorita Amelia

Rubén Darío

Que el doctor Z es ilustre, elocuente, conquistador; que su voz es profunda y vibrante al mismo tiempo, y su gesto avasallador y misterioso, sobre todo después de la publicación de su obra sobre La plástica de ensueño, quizás podríais negármelo o aceptármelo con restricción; pero que su calva es única, insigne, hermosa, solemne, lírica si gustáis...
Los pañales - Yukio Mishima

Los pañales

Yukio Mishima

El marido de Toshiko estaba siempre ocupado. Incluso esa noche había tenido que salir precipitadamente para acudir a una cita y ella había vuelto sola en un taxi. Pero, ¿qué otra cosa podía esperar una mujer casada con un atractivo actor?...
Japanese Sumi-e Painting. Por: Ron Frazier

Líneas aéreas Gorōhachi

Yasutaka Tsutsui

Poco después de salir de la capital, empezó a soplar un tifón. Todos los trenes y barcos llevaban retraso, lo que nos obligó a realizar paradas imprevistas. En la mañana de nuestro tercer y último día de viaje, por fin avistamos nuestro destino: la isla de la Teta...
Fuego. Foto por Adam Wilson en Unsplash

Bautismo de fuego

Mijaíl Bulgákov

Rápidamente pasaron los días en el hospital de N. y yo comencé poco a poco a acostumbrarme a mi nueva vida. En las aldeas continuaban agramando el lino, los caminos seguían estando intransitables y a la consulta no venían más de cinco personas cada día...
Foto por Tianshu Liu en Unsplash

Estoy desnudo

Yasutaka Tsutsui

—¡Fuego! ¡Fuegooo! Cuando se oyó este grito, yo estaba haciendo el amor con Yasuko Ōno por tercera vez. Para entonces, un humo negro ya se estaba filtrando por debajo de la puerta de la habitación, como si fuera una lengua achatada. Aparté el brazo de Yasuko, que al parecer no había oído nada por el clímax de unos momentos antes, y, a pesar de que ella no quería soltarme, me levanté...
Beso. Foto por Kinga Cichewicz en Unsplash

Último beso

F. S. Fitzgerald

Era una sensación agradabilísima estar en la cima. Tenía la certeza de que todo era perfecto, de que las luces brillaban sobre bellas damas y hombres valientes, de que los pianos nunca desafinaban y de que los labios jóvenes cantaban para corazones felices. Todos aquellos rostros hermosos, por ejemplo, debían ser absolutamente felices...
U.S. Dollar. Foto por Christine Roy en Unsplash

Anécdota pecuniaria

J. M. Machado de Assis

Se llama Falcão mi hombre. Aquel día -catorce de abril de 1870- quien entrase a su casa, a las diez de la noche, lo vería paseándose por el comedor, en mangas de camisa, pantalón negro y corbata blanca, refunfuñando, gesticulando, suspirando, evidentemente afligido...
Cazador. Foto por Sebastian Pociecha en Unsplash

El amor propio de Juanito Osuna

Miguel Delibes

Eso sí, Juanito Osuna es amigo de sus amigos; créame, es un tipo estupendo. Le contaría de él y no acabaría. Juanito Osuna se entera en París de que uno está en un aprieto en Madrid y se coge el primer avión. Eso, fijo. Nada le digo en lo tocante a dinero. Ya de chico era igual...
Liu Hai carrying a Chan Chu

Sennin

Ryûnosuke Akutagawa

Un hombre que quería emplearse como sirviente llegó una vez a la ciudad de Osaka. No sé su verdadero nombre, lo conocían por el nombre de sirviente, Gonsuké, pues él era, después de todo, un sirviente para cualquier trabajo...
Río. Foto por Karsten Würth en Unsplash

Tormenta en el río

Dino Buzzati

Los juncos, las hierbas de la orilla, las pequeñas matas de los sauces y los árboles grandes vieron llegar también aquel domingo de septiembre al señor mayor vestido de blanco...
Napoléon Bonaparte, por Jean Auguste Dominique Ingres

Bonaparte en San Miniato

Anatole France

Tras haber ocupado Livorno y haber cerrado su puerto a los navíos ingleses, el general Bonaparte se dirigió a Florencia para visitar a Fernando III, gran duque de Toscana que, entre todos los príncipes de Europa era el único que había mantenido de buena fe sus compromisos para con la República...
Relojes. Foto por Jon Tyson en Unsplash

El reloj

Pío Baroja

Hay en los dominios de la fantasía bellas comarcas en donde los árboles suspiran y los arroyos cristalinos se deslizan cantando por entre orillas esmaltadas de flores a perderse en el azul mar...
Palacio de Cristal. Foto por Sunyu en Unsplash

La capital del mundo

Ernest Hemingway

Hay en Madrid infinidad de muchachos llamados Paco, diminutivo de Francisco. A propósito, un chiste de sabor madrileño dice que cierto padre fue a la capital y publicó el siguiente anuncio en las columnas personales de El Liberal:..
Foto por Patrick Hendry en Unsplash

La toalla con el gallo rojo

Mijaíl Bulgákov

A quien no haya viajado a caballo por perdidos caminos vecinales, no tiene sentido que le cuente nada de esto: de todas formas no lo entendería. Y a quien ha viajado, prefiero no recordarle nada...
Micro. Foto por BRUNO CERVERA en Unsplash

La eterna canción

Camilo José Cela

¿Usted cree qué estoy loco…? No; yo le podría asegurar que no lo estoy, pero no lo hago. ¿Para qué? ¿Para darle ocasión a exclamar, como todos los que oyeran: "¡Bah!, como todos…, ¡creyéndose cuerdo! ¡La eterna canción!"...
Soñadora. Foto por Vidar Nordli-Mathisen en Unsplash

Desde ahora te acompañaré a casa

Kjell Askildsen

-Tampoco te esmeras mucho con los deberes, sales corriendo en cuanto acabas de comer. Por cierto, ¿qué haces en el bosque?...

El ogro

Vicente Blasco Ibáñez

Descubre la historia de Pepe, un carretero conocido en todo el barrio del Pacífico por alborotar las calles con sus gritos y los furiosos chasquidos de su tralla. Acompaña a Pepe en su vida diaria y descubre cómo los vecinos de la gran casa en cuyo bajo vivía contribuyeron a formar su mala reputación. ¡No te pierdas este emocionante cuento de Vicente Blasco Ibáñez!
El tren a Burdeos - Marguerite Duras

El tren a Burdeos

Marguerite Duras

Una vez tuve dieciséis años. A esa edad todavía tenía aspecto de niña. Era al volver de Saigón, después del amante chino, en un tren nocturno, el tren de Burdeos, hacia 1930. Yo estaba allí con mi familia, mis dos hermanos y mi madre...
Anciano. Foto por mari lezhava en Unsplash

El caso de los viejitos voladores

Adolfo Bioy Casares

Un diputado, que en estos años viajó con frecuencia al extranjero, pidió a la cámara que nombrara una comisión investigadora. El legislador había advertido, primero sin alegría, por último con alarma, que en aviones de diversas líneas cruzaba el espacio en todas direcciones, de modo casi continuo, un puñado de hombres muy viejos, poco menos que moribundos...
Joyas. Fotos por Brooke Cagle en Unsplash

La duquesa y el joyero

Virginia Woolf

Oliver Bacon vivía en lo alto de una casa junto a Green Park. Tenía un departamento; las sillas estaban colocadas de manera que el asiento quedaba perfectamente orientado, sillas forradas en piel. Los sofás llenaban los miradores de las ventanas, sofás forrados con tapicería...