El pájaro azul
Rubén Darío
París es teatro divertido y terrible. Entre los concurrentes al café Plombier, buenos y decididos muchachos -pintores, escultores, poetas- sí, ¡todos buscando el viejo laurel verde!, ninguno más querido que aquel pobre Garcín, triste casi siempre, buen bebedor de ajenjo, soñador que nunca se emborrachaba, y, como bohemio intachable, bravo improvisador...
A matacaballo
Stephen Crane
Richardson detuvo su caballo y volvió la vista por el sendero en el que el sarape rojo de su criado brillaba entre el polvo del mezquital. Las montañas en el poniente se volvían picachos del azul más profundo...
La ganga
Truman Capote
Varias cosas de su marido irritaban a la señora Chase. Por ejemplo, su voz: siempre sonaba como si estuviera apostando en un juego de póquer. Escuchar su pronunciación lenta e indiferente la exasperaba, sobre todo ahora que, hablando con él por teléfono, ella estaba tan exaltada...
La última batalla
Rosa Chacel
Los creyentes estaban agolpados en la falda de la colina alrededor del Profeta. –Combatid a los infieles hasta que ni uno solo pueda dar lugar con su existencia a la tentación. Luchad olvidando los bienes de la tierra, porque mayores serán los que alcanzaréis muriendo por la fe. Él es misericordioso...
Sauce ciego, mujer dormida
Haruki Murakami
Al cerrar los ojos percibí el olor del viento. Un airecillo de mayo con turgencias afrutadas. Ahí estaba la piel, y la pulpa, blanda y jugosa, y las semillas. La fruta reventó en el aire y las semillas, convertidas en una nube de blandos perdigones, dieron contra mi brazo desnudo. Atrás, sólo dejaron un dolor tenue...
Un ojo desaparecido
Mijaíl Bulgákov
Así pues, había transcurrido un año. Justamente un año desde el momento en que llegué a esta misma casa. También entonces colgaba una cortina de lluvia detrás de las ventanas y también entonces las últimas hojas de los abedules se marchitaban melancólicamente. Parecía que nada había cambiado a mi alrededor. Pero yo sí había cambiado mucho. Decidí festejar, en la más completa soledad, esta noche de recuerdos…
Un árbol de Noel y una boda
Fiódor Dostoyevski
Hace un par de días asistí yo a una boda… Pero no… Antes he de contarles algo relativo a una fiesta de Navidad. Una boda es, ya de por sí, cosa linda, y aquella de marras me gustó mucho… Pero el otro acontecimiento me impresionó más todavía. Al asistir a aquella boda, hube de acordarme de la fiesta de Navidad. Pero voy a contarles lo que allí sucedió...
Asunto de familia
Salvador Garmendia
Por aquella época, se conocían los fotógrafos ambulantes que solían ser también barberos. Se decía que podían volar y tal vez por eso nadie los veía llegar a los lugares. Este era un hombrecito sonajoso, toda la ropa cubierta de santos y espejitos colgantes, que hacían un ruido menudo y alegre cuando caminaba...
El pequeño escribiente florentino
Edmundo de Amicis
Tenía doce años y cursaba la cuarta elemental. Era un simpático niño florentino de cabellos rubios y tez blanca, hijo mayor de cierto empleado de ferrocarriles quien, teniendo una familia numerosa y un escaso sueldo, vivía con suma estrechez...
Invierno en Belleville
Stig Dagerman
Si París es una forma de vivir, Belleville es una forma ardua de vivir. Y en invierno una forma de sufrir. De todos los inviernos el invierno que mejor recuerdo es el invierno en que se llevaron el motor de la máquina de coser de Régine y luego se lo devolvieron. A mí me quitaron el gorro pero no me lo devolvieron. Fue un largo invierno...
Ourika
Claire de Duras
Hacía tan sólo unos meses que había llegado de Montpellier, y ejercía en París la profesión de médico cuando, una mañana, fui llamado al barrio de Saint-Jacques para visitar a una joven religiosa enferma, en un colegio...
Una aventura literaria
Roberto Bolaño
B escribe un libro en donde se burla, bajo máscaras diversas, de ciertos escritores, aunque más ajustado sería decir de ciertos arquetipos de escritores. En uno de los relatos aborda la figura de A, un autor de su misma edad pero que a diferencia de él es famoso, tiene dinero, es leído, las mayores ambiciones (y en ese orden) a las que puede aspirar un hombre de letras...
El rojo
W. Somerset Maugham
El patrón metió la mano en uno de los bolsillos de sus pantalones y con dificultad, porque no estaban a los lados sino delante y era un hombre corpulento, sacó un gran reloj de plata. Lo miró y después volvió la vista hacia el sol poniente. El kanaka que estaba en el timón le echó una mirada, pero no despegó los labios...
El asalto al gran convoy
Dino Buzzati
Arrestado en un callejón de la ciudad y condenado solamente por contrabando -porque tuvo la suerte de no ser reconocido- Gaspar Planetta, capitán de bandidos, permaneció tres años en prisión...
En Nazaret
Selma Lagerlöf
Cuando Jesús tenía cinco años, hallábase una vez sentado en el umbral del taller de su padre, ocupado en hacer figurillas de barro con un trozo de blanda arcilla que le había regalado el cacharrero de enfrente...
Accidentado paseo a Moka
Roberto Arlt
Cuando el “Caballo Verde” salió del puerto de Santa Isabel, el noble anciano, apoyado de codos en la pasarela del paquete, cargado de negros hediondos y pirámides de bananas, me dijo al mismo tiempo que miraba entristecido cómo la isla de Fernando Poo empequeñecía a la distancia:...
El judío errante
Rudyard Kipling
-Si das una vuelta al mundo en dirección al Oriente, ganas un día -le dijeron los hombres de ciencia a John Hay. Y durante años, John Hay viajó al Este, al Oeste, al Norte y al Sur, hizo negocios, hizo el amor y procreó una familia como han hecho muchos hombres, y la información científica consignada arriba permaneció olvidada en el fondo de su mente, junto con otros mil asuntos de igual importancia...
El charlestón
José Donoso
A veces pienso que la vida sería harto triste si uno no tuviera amigos con quienes divertirse y tomar juntos unos buenos tragos de vino de vez en cuando...
La casa del viento
Alejandro Dumas (hijo)
Sobre la costa que se extiende entre Dieppe y el cabo de Ailli, encuéntrase una aldea encantadora que ninguno de mis lectores conoce, probablemente. Se llama Varengeville y es allí donde los arqueólogos enamorados de la arquitectura del siglo XVI van a visitar las ruinas del castillo de Angó...
La erupción estrellada
Mijaíl Bulgákov
Era ella. Me lo sugería el instinto. No podía contar con mi experiencia. Yo, un médico que había terminado la universidad apenas seis meses atrás, no la tenía...
Cuentos de Canterbury – El cuento del alguacil
Geoffrey Chaucer
Señoras y caballeros: creo que hay en Yorkshire una región pantanosa llamada Holderness, donde había una vez un fraile que iba por ahí predicando, y también mendigando, desde luego...
Cara de luna
Jack London
La cara de Juan Claverhouse era un fiel trasunto de la luna llena; ya conocen ustedes el tipo: los pómulos muy separados, la barbilla y la frente redondas, hasta confundirse con los rubicundos mofletes, y la nariz ancha y corta, como una pelota de pan aplastada en la pared, ocupando el centro de la circunferencia...
El amor que no podía ocultarse
Enrique Jardiel Poncela
Durante tres horas largas hice todas aquellas operaciones que denotan la impaciencia en que se sumerge un alma: consulté el reloj, le di cuerda, volví a consultarlo, le di cuerda nuevamente, y, por fin, le salté la cuerda...
San Antoñito
Tomás Carrasquilla
Aguedita Paz era una criatura entregada a Dios y a su santo servicio. Monja fracasada por estar ya pasadita de edad cuando le vinieron los hervores monásticos, quiso hacer de su casa un simulacro de convento, en el sentido decorativo de la palabra...
Entrevista
Rubem Fonseca
M —Doña Gisa me mandó para acá. ¿Puedo entrar? H —Entra y cierra la puerta. M —Está oscuro aquí adentro. ¿Dónde enciendo la luz? H —Déjala así...
El descubrimiento de la circunferencia
Leopoldo Lugones
Clinio Malabar era un loco, cuya locura consistía en no adoptar una posición cualquiera, sentado, de pie o acostado, sin rodearse previamente de un círculo que trazaba con una tiza. Llevaba siempre una tiza consigo, que reemplazaba con un carbón cuando sus compañeros de manicomio se la sustraían, y con un palo si se hallaba en un sitio sin embaldosar...
Conducta en los velorios
Julio Cortázar
No vamos por el anís, ni porque hay que ir. Ya se habrá sospechado: vamos porque no podemos soportar las formas más solapadas de la hipocresía. Mi prima segunda, la mayor, se encarga de cerciorarse de la índole del duelo...
La playa
Alain Robbe-Grillet
Tres niños caminan a lo largo de una playa. Avanzan, uno al lado del otro, llevándose de la mano. Tienen sensiblemente la misma estatura, y sin duda también la misma edad: una docena de años. El del medio, sin embargo, es un poco más pequeño que los otros dos...
Cuentos de Canterbury – El cuento del fraile
Geoffrey Chaucer
Aquel digno recaudador, el buen fraile, estuvo todo el rato lanzando negras miradas hacia el alguacil. Por decencia se había abstenido hasta ahora de insultar, pero al final espetó a la mujer de Bath...
Historia de este gallo
Federico García Lorca
El año 1830 llegó a Granada, procedente de Inglaterra, donde había permanecido una larga temporada perfeccionando sus estudios, el granadino don Alhambro...