Años
Cesare Pavese
De lo que era yo entonces no queda nada: apenas hombre, era aún un crío. Lo sabía hacía tiempo, pero todo ocurrió a finales del invierno, una tarde y una mañana. Vivíamos juntos, casi escondidos, en una habitación que daba a una avenida...
Seda
Alessandro Baricco
Alessandro Baricco presentaba Seda en su país con estas palabras: "Ésta no es una novela. Ni siquiera es un cuento. Ésta es una historia, que empieza con un hombre que atraviesa el mundo, y acaba con un lago que permanece inmóvil, en una jornada de viento". Con un ritmo cuidadosamente estudiado, el autor despliega una historia entre Francia y Japón y el comercio de sada, en la que se entremezclan con exquisita sencillez y serena elegancia el amor, el dolor, la melancolía y el deseo. Pero no es solamente una historia de amor. En palabras del propio autor, "si sólo fuera una historia de amor, no habría valido la pena contarla".
El comodín
Kjell Askildsen
Un sábado por la noche, hacia finales de noviembre, me hallaba solo en casa con Lucy. Yo estaba sentado en el sillón junto a la ventana, ella junto a la mesa del comedor haciendo un solitario, últimamente no paraba de hacer solitarios, yo no sabía por qué, pensaba que quizá tenía miedo de algo. Hace mucho calor, dijo Lucy, podrías abrir un poco la ventana...
El fin
Jorge Luis Borges
Recabarren, tendido, entreabrió los ojos y vio el oblicuo cielo raso de junco. De la otra pieza le llegaba un rasgueo de guitarra, una suerte de pobrísimo laberinto que se enredaba y desataba infinitamente…
La perspectiva Nevski
Nikolái Gógol
No hay nada mejor, por lo menos para Petersburgo, que la perspectiva Nevski1. Ella allí lo significa todo. ¡Con qué esplendor refulge esta calle, ornato de nuestra capital!… Yo sé que ni el más mísero de sus habitantes cambiaría por todos los bienes del mundo la perspectiva Nevski…
La sima
Pío Baroja
El paraje era severo, de adusta severidad. En el término del horizonte, bajo el cielo inflamado por nubes rojas, fundidas por los últimos rayos del sol, se extendía la cadena de montañas de la sierra, como una muralla azuladoplomiza, coronada en la cumbre por ingentes pedruscos y veteada más abajo por blancas estrías de nieve...
Lo secreto
María Luisa Bombal
Sé muchas cosas que nadie sabe. Conozco del mar, de la tierra y del cielo infinidad de secretos pequeños y mágicos. Esta vez, sin embargo, no contaré sino del mar. Aguas abajo, más abajo de la honda y densa zona de tinieblas, el océano vuelve a iluminarse. Una luz dorada brota de gigantescas esponjas, refulgentes y amarillas como soles...
El sueco
Ernesto Cardenal
Yo soy sueco. Y hago notar en primer lugar esta peculiaridad de que soy sueco porque a ello se debió todo el extraño caso de mi vida, el acontecimiento verdaderamente increíble, que hoy me propongo relatar. Yo soy sueco, pues, como iba diciendo, y me llamo Eric Hjalmar Ossiannilsson...
El casamiento engañoso
Miguel de Cervantes Saavedra
Salía del Hospital de la Resurrección, que está en Valladolid, fuera de la Puerta del Campo, un soldado que, por servirle su espada de báculo y por la flaqueza de sus piernas y amarillez de su rostro, mostraba bien claro que, aunque no era el tiempo muy caluroso...
Viven porque están muertos
Francisco Coloane
El amor es un estado patológico que dura más en los débiles y menos en los fuertes -dijo el joven mirando fijamente a la señora de más o menos cuarenta y cinco años de edad, que estaba a su frente...
Un asunto de otro tiempo
John Galsworthy
Cuando en el verano de 1921 Hubert Marsland, el paisajista, regresaba de pasar el día haciendo bosquejos junto al río, tuvo que detener su coche de dos plazas a unas diez millas de Londres para una pequeña reparación; y, mientras lo arreglaban, se alejó del taller para echar un vistazo a la casa donde solía pasar sus vacaciones cuando era niño...
El loro antillano
Ignacio Aldecoa
Doña Frasquita acababa de cumplir los sesenta y dos. Era pomposa, rubiales, dada a las novelas radiofónicas y tenía un corazón caritativo y tiernucho. Se pintaba llamativamente, asistía a los estrenos de teatro para aplaudir como una loca, y conservaba las buenas maneras en la mesa y en el juego del julepe con sus amigas...
Después del almuerzo
Julio Cortázar
Después del almuerzo yo hubiera querido quedarme en mi cuarto leyendo, pero papá y mamá vinieron casi en seguida a decirme que esa tarde tenía que llevarlo de paseo...
A imagen y semejanza
Mario Benedetti
Era la última hormiga de la caravana, y no pudo seguir la ruta de sus compañeras. Un terrón de azúcar había resbalado desde lo alto, quebrándose en varios terroncitos. Uno de éstos le interceptaba el paso. Por un instante la hormiga quedó inmóvil sobre el papel color crema. Luego, sus patitas delanteras tantearon el terrón. Retrocedió, después se detuvo...
Abandonado
Guy de Maupassant
Es preciso estar loca para salir al campo a estas horas con un calor insufrible. De dos meses a esta parte, se te ocurren ideas muy extrañas. A la fuerza me haces venir a la orilla del mar, cuando en cuarenta y cinco años que llevamos de matrimonio jamás tuviste semejante fantasía...
Accidente
Naguib Mahfuz
Hablaba por el teléfono de una tienda con voz bastante alta para hacerse oír a pesar del jaleo de la ruidosa calle de Al-Geis, inclinándose hacia el fondo de la tienda para alejarse lo más posible del bullicio. Acabó con un “espérame, voy en seguida”, colgó, cogió del mostrador una cajetilla de Hollywood y pagó al dependiente los cigarrillos y la llamada...
El regreso
Emilio Díaz Valcárcel
Se detuvo frente al balconcito sin saber qué hacer. Miró por un instante el viejo sillón de mimbre, la escalera de tablas carcomidas, las puertas cerradas y pegadas a la faz de la casa como dos ojos enormes. Se quedó inmóvil, la mirada perpleja, en el mismo momento en que una patrulla de recuerdos lo asaltaba...
Cambiadores
Baldomero Lillo
-Dígame usted, ¿qué cosa es un cambiador? -Un cambiador, un guardagujas como más propiamente se le llama, es un personaje importantísimo en toda línea ferroviaria...
Cuento del joven marinero
Isak Dinesen
El bricbarca Charlotte había zarpado de Marsella y navegaba rumbo a Atenas, con tiempo gris y mar gruesa, después de tres días de fuerte temporal. Un pequeño marinero llamado Simón, en la cubierta mojada y balanceante, se sujetaba a un obenque y miraba hacia las nubes viajeras y la verga del mastelerillo del palo mayor...
La jarra de plata
Truman Capote
Saliendo del colegio me iba a trabajar a la farmacia Valhalla. El dueño era mi tío, el señor Ed Marshall. Lo llamaba «Señor Marshall» porque todo el mundo, incluida su esposa, lo llamaba así. Con todo, era un hombre simpático...
El manuscrito de un loco
Charles Dickens
¡Sí…! ¡Un loco! ¡Cómo sobrecogía mi corazón esa palabra hace años! ¡Cómo habría despertado el terror que solía sobrevenirme a veces, enviando la sangre silbante y hormigueante por mis venas, hasta que el rocío frío del miedo aparecía en gruesas gotas sobre mi piel y las rodillas se entrechocaban por el espanto!...
La calle de los cocodrilos
Bruno Schulz
Mi padre conservaba en el cajón inferior de su amplio escritorio un hermoso plano antiguo de nuestra ciudad. Era en realidad todo un volumen en folio, de pergaminos que, unidos por medio de cintas, formaban un inmenso mapa mural que representaba un panorama a vuelo de pájaro...
Felicidad
Katherine Mansfield
A pesar de sus treinta años, Berta Young tenía momentos como éste de ahora, en los que hubiera deseado correr en vez de andar; deslizarse por los suelos relucientes de su casa, marcando pasos de danza; rodar un aro; tirar alguna cosa al aire para volverla a coger, o quedarse quieta y reír… simplemente por nada...
El rey Yu
Hermann Hesse
La historia de la antigua China ofrece escasos ejemplos de monarcas y estadistas que fuesen derrocados a causa de haber caído bajo la influencia de una mujer y de un enamoramiento. Uno de estos raros ejemplos -y uno muy notable- es el del rey Yu de Tchou y su mujer Bau Si...
El espejo que huye
Giovanni Papini
Una imposible mañana de invierno, en una estación muy conocida, un hombre que no conozco -de sobretodo, con dos violetas en el ojal- quería demostrarme que los hombres son felices, que la vida es grande, que el mundo es hermoso...
El comerciante
Franz Kafka
Es posible que algunos me tengan compasión, pero yo no advierto nada. Mi pequeño negocio me abruma de preocupaciones que me provocan dolores internos en las sienes y en la frente, pero sin darme la más mínima perspectiva de satisfacción, pues mi negocio, como he dicho, es pequeño...
Los vecinos del principal derecha
Enrique Jardiel Poncela
Al llegar a mi patria, de regreso de la Argentina, hice lo que suele hacer todo el que se encuentra en mi caso: me instalé en un hotel y me dediqué a buscar un piso desalquilado...
A las aguas
Guy de Maupassant
12 DE JUNIO 1880.- ¡A Loëche! ¡Quieren que vaya a pasar un mes a Loëche! ¡Misericordia!¡ Un mes en esta ciudad que dicen ser la más triste, la más muerta, la más aburrida de las villas! ¡Qué digo, una ciudad! ¡Es un agujero, no una ciudad! ¡Me condenan a un mes de baño…, en fin!...
El caballo blanco
Yasunari Kawabata
Entre las hojas de roble se colaba el sol. Al levantar la cara, Noguchi quedó encandilado. Parpadeó y miró otra vez. La luz no le daba directamente en los ojos sino que quedaba atrapada entre el denso follaje...
Un gran error
Stephen Crane
Un italiano tenía un puesto de frutas en una esquina desde donde podía atraer a aquellos que bajaban de la estación elevada y a aquellos que pasaban por dos calles atestadas. El tendero se sentaba la mayor parte del día en un taburete que tenía colocado de manera estratégica...